Tras la pantalla

Capitulo 23


Narra Manuel:

Yo sabía que algo así pasaría, lo había previsto en el momento que Jean me conto su famoso plan. Le advertí que no era buena idea tratándose de Julieth.

No creo que lo odie; a mi tal vez sí, un poco. Pero bueno, ella me ha metido en demasiados aprietos hasta ahora, digamos que esto es su karma.

Jean salió corriendo tras Julieth, pero es seguro que no la alcanzara. Esa niña sabe escabullirse cuando quiere, así que posiblemente ya este muy lejos ahora. A los minutos veo regresar a Jean con la respiración agitada y su cabello alborotado.

—No encuentro a Julieth —dice llegando a mi lado.

No me sorprende, sabía que la perdería de vista fácilmente. No es rápida, pero si astuta.

—Te lo dije —le recuerdo con un sonrisa —Esto era mala idea —

Jean parece angustiado, pero yo no puedo estar más divertido ante la situación tan dramática que han montado estos dos.

—No puedo creer que haya salido corriendo —dice Jean, con frustración evidente en su voz.

—Bueno, quizás deberías haber pensado en eso antes de montar todo este espectáculo —respondo, sin poder contener una risa burlona.

Él me mira con una mezcla de molestia y resignación, pero sé que en el fondo sabe que tengo razón. Esta era una idea descabellada desde el principio, y ahora está pagando las consecuencias.

—¿Qué hago ahora? —pregunta Jean, con un tono de desesperación.

—Déjala tranquila por ahora —aconsejo, tratando de sonar más comprensivo de lo que realmente me siento—. Necesita un poco de tiempo para procesar todo esto.

Jean asiente con resignación. Sé que está ansioso por arreglar las cosas con Julieth lo antes posible, pero a veces es mejor dejar que las cosas se calmen por sí mismas.

—De todas formas, ¿no deberías estar en el escenario ahora mismo? —le recuerdo, señalando hacia donde la banda aún está montada y lista para seguir tocando.

—Tienes razón —responde Jean —. Supongo que no puedo hacer otra cosa por ahora —

Lo veo alejarse hacia el escenario, su postura un poco encorvada y sus pasos más lentos de lo habitual. Sé que está lidiando con una montaña de emociones en este momento, y no puedo evitar sentir un poco de compasión por él. A fin de cuentas, somos amigos.

Decido apartarme un momento del bullicio del evento y mi mirada se detiene en Amelí, que mira desde la distancia. Parece algo decaída, la veo alejarse del lugar con pasos lentos, la mirada perdida y los hombros caídos. Su actitud inusualmente sombría me preocupa, así que decido seguirla discretamente.

La sigo a través de la multitud, esquivando a los estudiantes emocionados que se dirigen al escenario o a los puestos de comida. Finalmente, la veo entrar en un viejo salón. La puerta se cierra tras ella, dejándome en el pasillo oscuro y silencioso.

Me acerco a la puerta y la abro con cuidado, encontrándome con Amelí sentada en una silla frente a una mesa polvorienta. Su rostro está bañado en la luz tenue que entra por la ventana, revelando una expresión de tristeza que me parte el corazón.

—¿Amelí? —llamo suavemente, sin querer asustarla.

Ella levanta la mirada hacia mí, sorprendida por mi presencia.

—¿Manuel? ¿Qué haces aquí? —pregunta, intentando ocultar su angustia detrás de una sonrisa forzada.

—Te vi entrar aquí y pensé que tal vez necesitabas hablar con alguien —respondo, acercándome un poco más—. ¿Estás bien? —

Amelí baja la mirada, jugueteando nerviosamente con sus manos.

—No, no estoy bien —admite finalmente, con la voz entrecortada—. Todo es un desastre. —

Me siento a su lado, preocupado por su estado de ánimo.

—¿Quieres hablar al respecto? —ofrezco, esperando que pueda desahogarse un poco.

Ella suspira, como si estuviera luchando consigo misma.

—Es solo que... —comienza, pero luego se detiene, como si no supiera por dónde empezar.

Decido darle un poco de tiempo para reunir sus pensamientos, no quiero presionarla.

Finalmente, Amelí levanta la mirada hacia mí, con los ojos llenos de lágrimas.

—Es sobre Jean —dice, con la voz apenas audible—. No sé qué hacer, Manuel. Creo que lo he arruinado todo. —

Su confesión me toma por sorpresa, pero trato de mantener la calma.

—¿Qué ha pasado? —pregunto, tratando de entender la situación.

Amelí respira hondo, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Jean... él... me dijo que le gusta Julieth —explica, con la voz temblorosa—. Fue la primera vez que hablo de un chica, y la forma en que lo vi sonreír… hacia tiempo que no lo veía tan feliz —

La tristeza en su voz me hace sentir impotente.

—Ayer me dijiste que no te molestaba —digo, recordando la conversación que tuvo el día anterior en el estacionamiento.

—Y no me molesta —aclara, pero solo me confunde más —Es solo que… eh sido una completa idiota con ella. Por primera vez en su vida, mi hermano se enamora y yo solo le hago imposible la vida a ella. ¿Qué hago si lo rechaza por mi culpa? ¿Y si quiere vengarse de mi usando a mi hermano? —

La angustia en la voz de Amelí es evidente, y me doy cuenta de lo complicada que es esta situación para ella. Es claro que se siente culpable por lo que ha sucedido entre Jean y Julieth, y teme las posibles consecuencias de sus acciones.

—Amelí, creo que estas juzgando mal a Julieth —comienzo a decir—. Ella no es alguien que juegue con los sentimiento de otras personas —

Eso lo haría igual a él. Y estoy seguro de que no le causaría el mismo dolor a otra persona; no a propósito.

—¿Y si te equivocas? —pregunta, con la voz temblorosa—. ¿Y si me odia lo suficiente para hacerlo? Después de todo, no hecho más que molestarla desde que la conocí. —

—Conozco a Julieth desde hace años — digo con seguridad — Créeme cuando digo, que no pasara nada malo—

Mis palabras parecen calmarla por un momento, pero luego veo una sombra de dolor en sus ojos.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 07.05.2024

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