Una curvi no olvida, se acabó el juego

02

—Harás una aparición en la semana de la moda en Milán, luego tienes libre unos días antes de empezar una gira por Europa. Varias marcas ya me contactaron para contar con tu participación.

—Está bien, solo no pidas más contratos en mis días libres. ¿Y Lana? —Como si la hubiera llamado con el pensamiento, recibió una llamada de ella.

—Hermosa, estoy saliendo en este momento hacia Grecia, mi abuelo tiene unos problemas con gente de ese lugar, no sé si demorare días o semanas, te voy a estar llamando—Mientras se oía el motor de un helicóptero, la princesa de la mafia no se merecía menos.

—Está bien cuídate mucho, cualquier cosa me avisas. Voy a estar al pendiente.

Frases como esa, la hacían sentir una decepción con su vida en general, era la vieja Eve, la que hablaba, tantas cosas que había hecho por amor, sin embargo, en momentos tan bizarros como aquel, salía a flote, pero no podía hacer nada en contra de su propia esencia, pero la amaba y muchas veces el amor nos ciega.

DÍAS DESPUÉS

—Otra vez, llegaron, cartas de tus admiradores.

—Déjalas junto con el resto —mientras reposaba su cabeza hacia atrás, sentada sobre una de las sillas giratorias de la oficina de su representante. Tenía un dolor de cabeza, no le gustaba volar en avión sin importar que esté fuera de primera clase.

—Estuviste maravillosa como siempre, te aman, el público, las marcas, todos te adoran, la semana que viene tenemos

—Lo siento, quiero descansar, voy a manejar mi viejo Cadillac y   deambularé un poco, no me pongas esa cara, que de tu boca salió, que tenía días libres, qué feo sonó eso, me siento como una presa.—La piel se le erizó, de  una forma escalofriante, lanzando una corriente fría hasta su columna vertebral, donde tenía algunas cicatrices que, por más que intentaba  recordar cómo se las había hecho, era imposible.

—¡No puedes hacer eso! Evangeli, estás en tu mejor momento, mujer, todos quieren trabajar contigo, ofrecen miles y miles de dólares, vamos a calmarnos—Ángela, la representante de Eva, estaba desesperada, Lana le había encargado encarecidamente y con mucho dinero de por medio, mantenerla ocupada, trabajando, no darle respiro.

—Quiero descansar, llevo como una semana trabajando sin descanso, mi cuerpo pide a gritos un break.

—Piensa en los refugios de animales que apoyas, no tendrán croquetas para mañana.

Ella la miró de arriba abajo, quitándose los antejos Dior que adornaban sus hermosos ojos celestes, aquellos que le daban eso diferente que las marcas amaban. No eran lentes de contacto, eran naturales. Un celeste tan claro con ligeras venas en tono turquesa y la miro directamente.

—Angélica, un día de estos tendré un colapso y ahí si no tendrán que comer, así que por favor, además de que yo sepa, no te he autorizado a firmar más contratos, solo a fungir de intermediaria; sin embargo, aun así, te llevas un buen porcentaje.

—Pero tú.

—Sé lo que firmo, no soy tan tonta. Solo te aviso para que le puedas ir con el chisme a Lana. —Los ojos de aquella menuda mujer, se abrieron tal cual platos.

—YO, este—Empezó a balbucear.

—Tranquila, no te voy a despedir, solo déjame en paz unos días y si pregunta, solo dile que me duele la cabeza.

No se dijeron nada más, se paró, tomo su bolso y salió de ahí, camino unos pasos y presiono el botón de elevador, una vez dentro, soltó un fuerte suspiro, era como si últimamente su vida, estuviera en un espiral, como si caminara en círculos, sin nada que le diera color, como si algo le faltara, sin embargo, no sabía el porqué, es que vida simplemente empezó hacía tres años, cuando despertó en aquel hospital con una mujer tomando su mano diciéndole un sin fin de cosas que para ella, no tenían sentido, por qué en ese momento su mente era un lío total.

—Despertaste, ¿Cómo te sientes?

—No entiendo—Adaptándose a la luz— ¿Quién soy yo?

—El médico ya está por llegar, tranquilízate, pero de verdad, ¿no recuerdas nada?

—Entonces, ¿eres mi novia? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Cómo te conocí? Cosas como esas, me mostraste fotos, pero no recuerdo nada, como si nunca hubiera pasado.

—El médico dice que tuviste pérdida de memoria debido al accidente que tuviste.

—No sé ni mi nombre, me siento perdida.

—Tranquila, amor, estaré aquí para ti, como siempre mi cielo, te contaré todo lo que quieras saber.

Una vez en el sótano, le sacó el cobertor que ocultaba ese hermoso Cadillac rojo, una de las primeras cosas que se compró en cuanto pudo.

—Mami, está aquí, cariño.

Se subió a su auto y condujo hacia su departamento, se sentía libre, el aire sobre su rostro, sus mejillas, por un instante cerro los ojos.

—Fue durante un accidente de auto, habíamos discutido por una tontería y un auto te choco de lado, pero ese hombre ya está   tras las rejas.

—¿Cuánto tiempo de eso?

—Tres semanas.

—¿Por qué no siento aversión a conducir? Se supone que debería tener un trauma o algo parecido, he leído muchos artículos de gente que tiene crisis de nervios  por cosas así, en cambio, yo, no siento ni más minúscula sensación de negación.

Fue hasta su departamento, tomo una pequeña maleta y un mapa, no el de los teléfonos, ella quería un viaje a la antigua, por las carreteras de Nápoles, Génova, quería una verdadera aventura como en las películas antiguas del cine de oro.

—¿Cómo estás, hermano?

—Estoy bien, no soy un niño chiquito.

—¿Cómo están mis sobrinos? Sabes que me preocupan demasiado, familia es familia, no importa cuántas patas tengan.

—Si tienes razón, Kitty tiene algo que me recuerda a ti, tu aliento por las mañanas.



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En el texto hay: secretos, amor

Editado: 27.05.2024

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