Yo, su protector

Capítulo 3

      El jefe Jhonson estaba muy molesto. Ya hacía meses que el operativo en pos de Hans Weber había empezado y todo parecía estancado. Le había encomendado la tarea al mejor de sus hombres, el oficial Connor, pero éste no parecía progresar. Debían tomar medidas extremas antes que el pájaro se les volara de las manos. El mismo equipo se había hecho cargo anteriormente del caso del secuestro del príncipe Tyler III por lo que los conceptos profesionales estaban por lo alto y habían merecido una medalla al valor. En el caso Weber, por los informes de Connor y Clarke al parecer se encontraban cerca del objetivo pero el tiempo corría y a él lo presionaban de arriba. Se enjugó las gotas de sudor perladas de su amplia frente y llamó por un intercomunicador.

—Connor y Clarke, a mi oficina —dijo prácticamente gritando.
Ambos oficiales se hicieron presentes prácticamente en el acto y haciendo el saludo uno. A la voz de descansen les pidió que dieran las últimas novedades.
—Efectivamente, señor. En ese lugar se hace acopio de drogas que es movida desde adentro y hacia adentro a través del menudeo. La muchacha llamada Danna Miller no es la única pero es la que más ha salido y entrado en este último tiempo. 
—Entonces elevaremos una orden de arresto contra la mujer por complicidad en los hechos  —decidió Jhonson y tomó el telefono que tenía en su escritorio.
—Disculpe, señor —dijo tragando saliva Connor. No podía pemitir que la muchacha fuera a prisión. —Le pido recapacite su decisión. Se me ocurre algo que podría ser más beneficioso que ingresar a la muchacha a la carcel.
—Escucho — había logrado desviar la atención de su jefe.

              Danna sentía mucho calor. Se revolvía inquieta en la cama sin poder dormirse del todo. Cuando el calor aumentó se levantó de un salto, asustada. Vio como las llamas ya estaban a la entrada de la ventana de su habitación. 
—Abuelaaa, Douglaaas...—empezó a gritar con desesperación.
Intentó abrir la puerta pero estaba trabada. La golpeó con una silla y aún así no cedía. Empezó a toser por la entrada del humo en sus pulmones. Retrocedió asustada cuando repentinamente chocó contra algo duro en su espalda. Se dio vuelta y se encontró con un hombre vestido de negro, con ropa de combate, casco, pasamontaña, guantes oscuros y armas. Gritó con todas sus fuerzas y perdió el conocimiento.

Escuchaba que alguien la llamaba de lejos y la voz repercutía en su cabeza.
—Señorita Miller...señorita Miller —una voz de hombre retumbaba en sus oídos mientras que algo le tocaba el hombro intentando despertarla. 
Abrió los ojos y se encontró en el interior de un vehículo que se bamboleaba de un lado a otro. Se sentó asustada ignorando lo que había pasado y como había llegado ahí.
—Recuéstese, por favor, señorita. La sustnacia en su cuerpo aún debe elimnarse del todo y le causará mareos si se levanta —dijo una voz grave de hombre detras de la máscara. Solo podían verse sus ojos y eran azules y grandes. La miraban extrañamente, como si estuviera realmente preocupado por ella.
—¿Adónde me llevan? ¿dónde estoy? —preguntó mirando a su alrededor. En ese momento recordó a su famlia
—Mi abuela, mi hermano. Ellos... ellos quedaron en medio del fuego. Por favor, por favor, llévenme ahí..—rogó desesperada.
—Cálmese, señorita. Todos están bien. Ya nos ocupamos de eso —dijo la otra voz que estaba en el otro extremo.
       Las lágrimas empezaron a salir silenciosamente y supo que debía mantener la calma hasta saber lo que pasaba.




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