Yo, su protector

Capítulo 23

 

Bajamos y abrí con mi llave. Entré primero y por detrás Mina y cuando levanté la vista casi me da un infarto. Allí estaba ella, envuelta solo en una toalla, con la piel llena de gotitas de agua que se desplazaban libres hacia abajo. El corazón casi se me sale y se va a su lado. Quedé inmóvil de la sorpresa...y del pudor. Sus mejillas se pusieron rojas de un solo tirón y no pude evitar comerla con la mirada. "Maldición, mierda, carajo", mi mente no dejaba de repetirme palabrotas. 
—Hola, soy Mina..¡necesito el baño urgente!!! —vociferó a Danna a modo de saludo al cual esta ni respondió. Mi  compañera salió corriendo y entró al baño cerrando la puerta y ella y yo nos quedamos como estatuas. 
—Lo siento, perdona por llegar así..yo..quise avisarte pero no contestaste el teléfono —atiné a decirle con la voz que pude recoger desde algún rincón.
Ella seguía en silencio sin mirarme. Pareció una eternidad de silencio.
—Iré a mi habitación —dijo y salió corriendo dejandome extasiado por la visión que tenía de su parte trasera. "mierda mierdaaa", me repetía. Ojala nunca hubiera visto lo que ví. Ahora si, estaba condenado a permanecer para siempre despierto por las noches.
Mina salió muy alegre del baño.
—¿Y la muchacha que estaba aquí hace un momento? ¿Es tu hermana?
—No, es mi esposa —le respondí secamente y espero que eso sea suficiente para mantenerla a raya. No pienso faltarle el respeto a mi esposa por más ficticia que sea nuestra relación. Debo aguantar hasta que todo esto termine y espero que sea pronto porque ya tengo bien cargadas unas amigas allá abajo que no prueban el sexo hace bastante tiempo.

Danna

¡Dios, mío!. ¡Qué verguenza!, ¿por qué me tienen que pasar estas cosas a mí? No podré volver a mirarlo a la cara. ¿Y quién es esa muchacha guapa? Tiene el uniforme igual que él asi que seguro es una compañera de trabajo. ¿Por qué todas las mujeres que rodean a Jason son hermosas?. Debe sentirse fastidiado por estar atado obligatoriamente con alguien como yo. Me acerco al espejo que tengo en mi cuarto. No es de cuerpo completo pero si puedo verme todo el torso. Me da vergüenza mirarme, nunca lo he hecho. Hans Weber siempre dijo que el cuerpo no importa, sino lo que hay en el interior de cada quien. Era prohibido hacerle culto al cuerpo en mi comunidad, todo se basaba en lo espiritual, lo decía un cochino al que le gusta estar en contacto con varios cuerpos a la vez. De solo pensar se me revuelve el estómago. En eso me convertiría, en una más del montón que él podria tocar a su voluntad. Nos volvemos ciegos cuando alguien a quien consideramos un dios nos dice como pensar, como actuar.

Doy un largo suspiro y abro los ojos. A primera vista me gusta lo que veo, mi piel es clara, prácticamente sin manchas y tersa. Me gusta el color que veo en mis ojos y en mi cabello, es un color raro. Hasta ahora las mujeres como Jocelyn o esta tal Mina son morochas con el cabello oscuro que emanan fuego. Veo unas pecas en mis mejillas y largas pestañas que enmarcan mis ojos. Pero no tengo nada de lo que a un hombre como él le gusta, no me parecía en nada a ninguna. Me sobresalto cuando escucho que golpean la puerta.
—Danna, soy yo...—es su voz. Creí que se irían. ¿Qué hace aquí? Por suerte había puesto llave.
—N-no estoy vestida —grité como pude. Silencio del otro lado.
—Ya nos vamos. ¿Estás bien? —preguntó.
—S-si, por supuesto. ¿Vendrás a cenar?
—Claro. Vamos a marcar la salida y regreso.
—Está bien. Tendré todo listo. —no sabía como iba a hacer. había perdido minutos preciosos en esto de tener que esconderme y sacarme las dudas acerca de mi aspecto.


Cuando regresó más tarde, casi no podía disimular mi incomodidad ante él por la forma en la que me había encontrado. Él estaba bastante más callado que de costumbre, tenía el semblante duro, serio. Se limitó a comer silenciosamente , solo hizo preguntas de cortesía, obligadas y diciendo que estaba muy cansado se fue a encerrar a su dormitorio dejándome con más dudas que certezas sola con las sobras de la cena y una gran pesadez en el corazón.

Jason
Hoy fue un día de mierda, desde el inicio de la jornada estuvo plagado de delitos menores por los que debimos corretear de un extremo a otro de la ciudad. Luego de retirarnos de mi casa, mi compañera estuvo callada y con un malhumor de perros que poco faltó para mandarla a la China a pasear. Podía notar su disgusto al enterarse que tengo esposa. ¿Quien se creyó que es? ¿pensó acaso que estaría disponible solo para ella? Me carcajeaba en mi interior.  Ni siquiera me conocía y ya quería manejar mi vida. Encima la visión de Danna envuelta en toalla me perseguía adonde quiera que vaya. La cabeza me reventaba. Debía buscar un escape antes de que fuera demasiado tarde. Busqué en mi teléfono los contactos que hace tiempo ni siquiera miraba.
Para matar el tiempo, me dediqué la última media hora antes de la salida a enviar mensajes a cada integrante de mi familia. Todos me contestaron felices de saber de mí. Siempre me tenían en cuenta pero muchas veces ni me dignaba en responderles. Mi madre me reclamó una visita, ya habían pasado varios meses sin verlos. Me pareció que era un buen momento para hacerlo. Tenía que cambiar de ambiente aunque sea unos días.
"Hermano, en un mes me caso. He encontrado a la mujer más maravillosa del mundo al fin", era Roger. Una foto de él con la susodicha inundó la pantalla de mi celular. Sonreí. Era hermosa y se veían felices. Me alegraba por él. Qué diferente su boda, gritada a los cuatro vientos, con la mía hace más de un mes. ¿Qué diría mi madre cuando se entere? Pero no era algo que pudiera hablar por teléfono, además no podía hacerlo por razones de seguridad. No me quedaba otra que asistir y darles la sorpresa.




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