Su sumisa por equivocación... ¡Actualizada!
Su sumisa por equivocación
Libro 2 de la Serie Por Equivocación
Capítulo 31 El brazalete
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Fragmento:
Cuando abro la puerta, me sorprende el hecho de encontrar a Antoine, parado frente a mí.
―¿Esteban?
Puedo ver la gran incertidumbre que hay en su rostro. Debe estar igualmente sorprendido cómo lo estoy yo.
―Antoine… ¿Qué buscas aquí?
Entrecierra sus ojos, pero luego decide explicarme la razón por la que se encuentra precisamente en este lugar.
―Estoy buscando a Nina.
Mi cuerpo se tensa una vez que lo dice. Me quedo mirándolo fijamente, intentando descifrar cuales son las intenciones que tiene con ella.
―Se está bañando, pero puedes decirme cualquier cosa que necesites decirle a mi mujer ―dejo claro que ella me pertenece y que de ninguna manera admitiré que tenga la más mínima intención de conseguir algo con ella―, le haré llegar tu mensaje.
Suelta una sonrisa que me provoca partirle la cara de un puñetazo y aunque seamos buenos amigos y nos una el BDSM, lo cierto es que no voy a permitirle ligerezas ni confianzas con ella. No sé lo que me sucede, realmente nunca he tenido problemas para compartir a mis sumisas, pero tratándose de Nina, las cosas cambian totalmente.
―Tranquilo Esteban, solo vine a invitarla al cumpleaños de Nerea. Ellas es su vecina ―esa afirmación me hace entender la forma en que la pulsera llegó a Nina―. Hace poco tiempo que se mudó a este edificio y conocemos a muy poca gente en este lugar.
Asiento con mi cabeza en afirmación, aunque ahora mismo no le presto mucha atención a lo que está diciendo, sino a lo que acabo de descubrir.
―Por supuesto, Antoine, será un placer para nosotros asistir a su cumpleaños.
Extiende su mano y me da la tarjeta de invitación, que enseguida guardo en el bolsillo de mi chaqueta. Luego nos damos la mano y se retira, pero a mitad de camino, se gira de nuevo hacia mí y me hace una petición que no sé si considerarla como una afrenta o como algo normal del mundo en el que nos movemos.
―Por cierto, tu sumisa me ha parecido una mujer extraordinaria y ciertamente estimulante para los gustos particulares de un hombre como yo, si algún día estás dispuesto a compartirla, será un honor para mí, aceptar esa invitación.
Aprieto mis puños dentro de los bolsillos de mi pantalón, sin embargo, no voy a quedar en evidencia delante de él.
―No es mi sumisa, Antoine, es mi mujer… mi pareja o mi novia, puedes escoger el calificativo que mejor te parezca.
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