Dueño de su Cuerpo ¡ACTUALIZADA!
Capítulo 9 Publicado.
—Entrégasela. — me dice y siento que el piso se abre bajo mis pies.
—¿A eso viniste? ¿viniste a recalcar lo que ya él me ha dicho? ¡No voy a dejarla a la interperie! ¡No cuentes con ello!
—¡Es lo correcto! —mi madre Abre las manos como si fuera lo más lógico y yo me siento asqueado. —La conoces hace cuanto ¿dos días? ¡Por dios Samme! ¡No estás en el maldito instituto! ¡Eres un hombre!
—¿En qué mundo eso Es lógico? ¿En qué mundo es ideal entregarle a una mujer inocente a unos mafiosos franceses? ¿Cómo puedes pensar que voy a dejar que la asesinen solo porque está con el hombre incorrecto? ¡Ella que no tiene idea con la clase de personas que se está mezclando! —Rujo y mi madre se lleva la mano al pecho.
—¡No me hables así, Samme! ¡Estoy internando salvar a mi hijo! ¡Esa mujer solo va a traer perdición a mi familia!
—¿Salvar a tu hijo? — me acerco y la miro a los ojos —¿A cuál quieres salvar madre? ¿Al mismo de siempre? ¿Es eso?
—No uses ese tono, niño. Deja tu..
—¿Qué deje qué, madre? ¡Reacciona Maldita sea! ¿No lo ves? ¡Siempre es él !
—Eso es basura. Me preocupo por ti. —ella se levanta y sube una mano, la coloca en mi mejilla y me mira con tristeza. —El pobre bebé de mami se enamoró de la corderito. ¿Es eso? ¿Mi hijito se enamoró de la primera mujer que le dedica cinco minutos?
—No seas condescendiente conmigo. Estas siendo estúpida.
Antes de que pueda reaccionar mi madre Me da una bofetada en la mejilla derecha y me observa con una rabia. La tristeza ha desaparecido de sus ojos azules y en cambio sólo queda la ira, su boca se vuelve una línea fina y sus labios casi desaparecen.
Mi madre parece bastante joven, mucho más de lo que debería tiene un rostro angelical pero sé que se esconde una verdadera demonia detrás de esa fachada de princesa.
Mi familia no es inocente no importa Por qué lado se mire.
Mi mejilla arde y mi mano tiembla con deseo de tocarme el lugar donde mi madre me ha pegado, pero me contengo. Respiro de forma acelerada y miró hacia la puerta, Aria no ha regresado. Por lo menos ella no es testigo de tanto odio.
—Te dije que no uses ese maldito tono conmigo. —susurra ella. —No voy a dejar que esos hombres te maten a ti también. La entregas y punto.
—Ella no es una cosa que yo pueda entregar y ya. ¡Es una persona! ¡Es.. Es..!
—¿Es qué? —pregunta mi madre y aprieto los puños con fuerza. Estoy a punto de perder el control. —Vamos, Samme. Dime. ¿Ella es qué? ¿Le dijiste lo que eres? ¿Le contaste a que te dedicas? —mi rostro se vuelve de póquer y mi madre se da cuenta de inmediato. Ha dado justo en el clave. —No se lo has dicho. Ella no sabe que clase de hombre eres.
—No he encontrado el momento...
—¿No?— mi madre se ríe soltando una carcajada desprovista de cualquier alegría. —Estoy segura que si, pero es bonita. Las mujeres bonitas como ella son la perdición de los hombres como tú y... Y como tu padre.
—¿De qué hablas? ¡No soy nada como papá! —mi madre sonríe y desliza la mirada por mi cuerpo.
—Eres más parecido a el de lo que te imaginas. Por eso se que debes entregar a esa mujer y seguir con tu vida. Te dolerá, pero pasará. Pasará el dolor antes de que puedas darte cuenta.
—No puedo hacerlo. —digo mirando el horizonte. El calor del sol lo siento leve, estoy tan frío por dentro que nada me calienta. No ahora. No cuando siento la muerte rozando mi nuca con su oz. —No puedo decirle que soy un maldito Proxeneta.
—No tienes que decirle nada si la dejas con los DuFlu.
Doy un paso atrás y subo las manos rindiendome.
No voy a seguir diciéndole lo mismo.
—No voy a entregar a nadie. No voy a perderla.
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