Casados por Equivocación ¡Actualizada!
Casados por equivocación
Libro 4 de la serie
Capítulo 21 Una zorra menos en mi camino
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Fragmento:
―Salgamos de aquí o nunca tendremos la privacidad que necesitamos.
Asiento en respuesta. No hay nada que desee más que mucha intimidad con mi marido. Me toma de la mano y como si estuviera desesperado por estar a solas conmigo para continuar con lo que estábamos a punto de hacer, se bebe todo el licor que hay en su vaso de un solo trago ―algo que me parece sexy y muy caliente―, lo imito y me bebo el mío, luego me invita a ponerme las sandalias y a coger mi bolso para sacarnos de aquí y llevarnos a algún lugar en el que nadie más pueda interrumpirnos. Pero en lo que salimos de su oficina, se detiene de improvisto cuando nos encontramos con una hermosa trigueña de cabellera larga y cuerpo voluptuoso que le habrá con mucha zalamería.
―Félix, cariño, estaba ansiosa por verte, no sabes cuánto he esperado por este momento y volver a estar en tus brazos.
Aprieto los puños y me tenso de inmediato. Algo dentro de mí comienza a aflorar poderosamente. Una fuerza interior que me hacer arder de la ira y me impulsa a sacar las garras para defender lo que es mío. Él es mi esposo y no voy a dejar que una zorra quita maridos se atreva a interponerse entre nosotros.
Con un arrebato sorpresivo, me interpongo en su camino y evito que se acerque a Félix.
―Mucho gusto ―extiendo mi mano con hipocresía―, soy Alana de Arnault, la esposa de Félix.
Los ojos de la atrevida se abren como plato. Su mirada se desvía detrás de mí, hacia el lugar en el que se encuentra mi marido, a la espera de una explicación.
―Buenos días, Sofía, hace mucho tiempo que no sabía de ti ―lo dice para aclararme que no ha tenido ningún contacto con esta mujer, al menos desde que se convirtió en mi esposo―. Ahora no puedo atenderte, voy a desayunar con mi esposa ―su cara cambia de la sorpresa al odio―, si tienes algo importante que hablar conmigo, algún asunto que esté en el plano laboral, puedes decirle a mi secretaria que te haga un espacio en mi agenda ―gira su cara hacia mí y luego de compartir una sonrisa cómplice conmigo, termina el asunto con la lagarta―. Si me disculpas, tengo cosas que resolver son mi esposa, que pases buen día.
Entrelaza sus dedos con los míos y me da un beso en los labios que me sabe a victoria y a gloria. Una zorra menos en mi camino y un marido por el que estoy dispuesta a luchar.
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