DESCUENTO

descuento dia 29/09/21 CAUTIVA DE TU AMOR: 

Alessandro Santoro abrió sus ojos en medio de la oscuridad de su cuarto, una sonrisa se posó en sus labios ante el recuerdo de lo que para él fue la vagina más apretada y húmeda en la que había podido ingresar, y como si de un acosador se tratara, lo segundo que hizo fue prender los monitores de vigilancia, solo para ver qué era lo que su hermosa cautiva estaba haciendo.

La cámara que estaba en florero, sobre el mueble al lado de su cama le brindo una imagen en infrarrojo del rostro de Victoria. La joven estaba con sus ojos exóticos abiertos, y su rostro reflejaba algo, pero no sabía que, la observo, estaba bajo el edredón, de costado, sin moverse, casi sin respirar, los minutos pasaron y ella no se movió, algo faltaba en aquel rostro, pero el hombre no sabía que era.

Luego de largos minutos, se levantó y fue a ducharse, aunque el cuerpo de Victoria había dejado en él un aroma a lavanda de lo más delicioso, al despojarse de su ropa reparo en la sangre seca mezclada con semen que tenía en su pene, mientras se duchaba su mente le daba un recuerdo más vivido de lo que había hecho, en algún momento recordó esa pequeña barrera que lo único que provoco fuera que él tomara un poco más de impuso para terminar de ingresar en Victoria, salió del baño sin importar mojar todo a su paso, fue a los monitores y busco un plano más grande, fue allí donde observo una mancha en la alfombra, regreso al baño y apenas seco un poco su cuerpo, para luego ponerse un pantalón de algodón y dirigirse a la habitación continua, debía cerciorarse que estuviera en lo correcto, abrió la puerta y encendió la luz, sabía que ella aún estaba despierta, pero Victoria no se giró, camino hasta donde la mancha de sangre estaba y la observo con orgullo, él la había desvirgado, Alessandro Santoro la había estrenado, él era su primer hombre.

 

— ¿Qué hace aquí? — la voz molesta de Catalina lo hizo girar, al tiempo que la vio levantando una de sus tupidas y marcadas cejas.

— ¿Disculpa? — más que una pregunta sonó como una clara amenaza, por lo que la empleada retrocedió sobre sus pasos.

—Disculpe señor, yo solo… su hija, creí que iría a verla hoy…

— ¿Que?

— Usted la golpeo. — Santoro no espero a que su empleada dijera una palabra más y salió disparado a donde se encontraba su hija.

 

Al abrir la puerta la encontró dormida, inspecciono su rostro y vio la marca en su labio, estaba roto, él había lastimado a su hija.

 

— ¿Cómo sucedió esto? — casi gritando escupió su pregunta, mientas Catalina se contenía, moría por gritarle sus verdades.

— Usted, ¿no lo recuerda? — Santoro se había enfocado en recordar la deliciosa follada que le dio a Victoria, olvidándose al completo de cualquier otra cosa.

 

Camino de regreso a su habitación sin decir una palabra, se sentó en el sillón frente a los monitores, y antes de dejar que su mente trabajara, simplemente busco las grabaciones de ese día, vio con horror como en un arrebato golpeo a su hija, como sus hombres quisieron detenerlo, como una invidente y cautiva, que no era más que el juguete de su hija, se arrastraba hasta cubrirla con su cuerpo, con tal de que él, su propio padre no la lastime, observo la cara de dolor de todos cuando arrastro a Victoria por las escaleras, para luego someterla, en ese momento descubrió que lo que para el habían sido solo unos minutos, fue casi una hora en realidad, la violo durante casi una hora, pero no se detuvo en eso, continuo viendo como Victoria había quedado allí tirada, Catalina la ayudo y así como su empleada la había dejado, así se mantenía aun, eran las 4 de la mañana, ni Alessandro ni Victoria pudieron conciliar el sueño esa noche.

 

El día siguiente busco a su hija para disculparse, pero solo encontró silencio, Estefanía le impuso la ley de hielo, sabía que era lo que más odiaba su padre, pero Alessandro lo tenía merecido, por lo que ya no dijo más nada y se fue a su despacho, siguiendo adelante con todos sus negocios, la noche cayo y regreso a su recamara, solo para encontrar a la joven en el mismo lugar, en la misma posición, como si el tiempo se hubiera detenido en aquella recamara, viendo las grabaciones de horas anteriores, descubrió que la joven jamás salió de la habitación, ni se alimentó, ni siquiera había bebido agua.

Salió más que molesto, ¿acaso la condenada quería morir? Se detuvo en ese pensamiento, dándose cuenta que después de todo ella debía morir, sabía quién era su hermano, sabía quién era él realmente, estaba a punto de regresar a su recamara y dejar que muriera de hambre si así lo quería, pero no pudo, ella debía vivir hasta que liberaran a su mano derecha, o por lo menos eso quería pensar.

Encendió la luz a penas ingreso, camino a paso firme hasta estar en frente de Vicky, quito el edredón y lo lanzo lejos de la cama, pero ella siguió sin moverse.

 

— ¿Qué crees que haces? ¡Levántate! — no obtuvo respuesta alguna, ni siquiera un parpadeo.

— CIEGA Y ¿AHORA MUDA?

 

Grito con frustración mientras la tomaba del brazo izquierdo para levantarla, tal como Victoria lo había supuesto, en un movimiento diestro la joven estiro su mano derecha y tomo su bastón, ese que Catalina había dejado desarmado en el muebla de al lado de su cama, cerca del florero, dio un golpe fuerte y certero en un lado de la cabeza de Alessandro, que lo aturdió por un momento y lo envió al piso, mientras la joven subió sobre él, con su basto ya armado, lo presiono sobre el cuello de Alessandro quien trataba de sacársela de encima, mientras jadeaba por un poco de aire, el bastón comprimía su cuello y el mafioso sentía que lo podría romper si seguía ejerciendo fuerza sobre él.

 

— Grita para mi gatito. — el brillo siniestro que apareció en la cara de Victoria, era algo que este hombre solo había visto una vez, y fue cuando era apenas un adolescente y Matt Ángel hizo presencia en la finca de un amigo de su padre, al cual mato mientras mostraba una hermosa sonrisa.

—Vicky… ¡PAPÁ! — apenas Victoria escucho el grito de Estefanía salió de encima del hombre, dejando salir una risa nervioso, que la niña pasó por autentica.

— Hola pequeña, no te asustes, solo estábamos jugando con tu Papy. — Santoro uso toda su fuerza de voluntad para no disparar en medio de la frente de aquella joven.

— ¿En verdad? ya no están molestos ¡que maravilloso! ¿Puedo jugar? — el entusiasmo en la voz de Estefanía provoco un ataque de risa en Victoria, quien ahora lloraba por reír y por a ver perdido la oportunidad de matar a su carcelero.

— Tienes una risa muy bonita Vicky. — dijo la niña sin poder evitarlo.

— Y tú tienes un brillo único pequeña. — Alessandro se levantó tratando de aclarar su garganta, mientras su hija preguntaba.

— ¿Como que tengo un brillo? ¿Puedes ver? — dijo a la vez que movía su manita en frente del rostro de Victoria.

— No, pero tu voz, ilumina mi oscuridad, es como si pudiera escuchar a mis hermanos, ahora creo que es muy tarde para jugar, ¿no deberías estar durmiendo?

— Tenía una pesadilla, soñé que mi papá me golpeaba. — el mafioso hubiera preferido que Victoria lo matara en ese instante antes de escuchar a su pequeña.

— En ese caso ven y duerme conmigo, no debes de temer a nada y nadie, mientras yo esté aquí, ni tu Papy ni nadie volverá a golpearte, te lo prometo.

 

Alessandro no podía entender, como era posible que sus ojos no le sirvieran para ver, pero que reflejaban tal brillo, en ese momento en ellos no había inocencia o ternura, sino todo lo contrario, ese brillo en sus ojos daba miedo, incluso a él.

Victoria había planeado cada movimiento de su ataque, sabiendo que solo tendría una oportunidad, y había fracasado todo por no ser capaz de matarlo en frente de su hija, ese hombre la había violado, no le importaba, para ella una primera vez no significaba nada, no era algo especial, así lo aprendió de su hermana Ámbar, lo que la motivaba era el hecho de saber que la mataría, al decirle que sabía que él era la sombra, y luego encontrarse con que Luis era su hermano, sabía que Alessandro la mataría, solo le quedaba matarlo primero y no pudo, por lo que se dispuso a pasar al plan B, debía enamorarlo, debía hacer lo que fuera necesario con tal de regresar con su familia, bajo ningún concepto podía hacer pasar por el dolor de su muerte a sus seres queridos, no podía, no debía, además su abuelo Emir estaba enfermo y su abuelo Aarón la trataba como si fuera una niña pequeña, si ella moría juraría que sus abuelos también lo harían, no, morir no era una opción.

 

Se levantó temprano para desayunar con Estefanía, fue allí donde Alessandro las encontró, desayunando como grandes amigas, riendo y bebiendo jugo. Ya era viernes y Estefanía se iría con su tío Luis.

 

— Vicky, te prometo que el domingo cuando regrese, vendrá mi tío Luis y podrás jugar con él, pero no juegues con mi papy mientras no estoy, a él no le gusta jugar. — el hombre oyó a su hija mientras ingresaba en el comedor.

— No tienes que preocuparte, solo diviértete y dile a Luis… — Victoria mordió sus labios al sentir el perfume de Santoro pasar por detrás de ella.

— ¿Qué?

— Que a su primer hijo le debe poner Víctor o Victoria me lo prometió y lo debe cumplir y que nunca debe dejar de sonreír, la vida en bella si la enfrentas con una sonrisa.

— Creo que mi tío está enamorado de ti, nunca lo vi mirar a alguien como lo hace contigo.

— No lo creo, solo es aprecio, pero, de todas formas, Luis no es mi tipo, por lo que no pongas ideas locas en su cabeza.

 

Santoro estaba absorto en esa conversación que mantenía su rehén y la pequeña de 7 años, por un momento creyó que Victoria estaba loca, hasta que su hija se despidió solo de la joven antes de irse.

 

— Estefanía, no saludaste a tu padre y ahora te vas por el fin de semana y no te despides — el hombre la observo arrugando el entrecejo, ella sabía que estaba a su lado.

— Estoy enojada con él, no le hablo. — la pequeña tenía orgullo y de sobra.

— Sabes, mis padres me enseñaron que nunca debes irte sin despedirte de las personas, no sabes que es lo que puede pasar o si las volverás a verlas. — y eso era algo de lo que Victoria se arrepentía, ella se fue de la boda de Linda y Rene Bach, sin despedirse de sus padres, ahora no sabía si moriría sin volver a escuchar sus voces.

 

La niña volvió sobre sus pasos y coloco un beso en la mejilla de Alessandro, quien le dedico una sonrisa y le dijo que se cuide, apenas quedaron solos, Alessandro se levantó y se colocó detrás de Victoria, quien estaba muy tranquila, como si la noche anterior no lo hubiera querido matar. Bajo su rostro hasta dejarlo a centímetros del oído de Victoria.

 

— Si sabes que debería matarte por lo que hiciste anoche ¿no? — y mientras hablaba aspiraba el aroma a lavanda que desprendía el cuello de Victoria.

— Y tú sabes que podría enterrarte el cuchillo en el cuello y no alcanzarías a pedir ayuda ¿no?  — el hombre atrapo el cuello de Victoria con una de sus manos y ella se dispuso a poner en marcha su plan.

— Mmm. — más que dolor parecía placer, y a Santoro se le oscurecieron los ojos.

— No me amenaces gatita. — advirtió para luego pasar su lengua por la oreja de Victoria.

— De ser tú juégate pase a ser tu mascota, no sé cómo sentirme al respecto. — Alessandro la escucho, pero estaba más perdido en ver como apretó sus muslos, estaba excitada y una sonrisa lobuna aparecía en el rostro de mafioso.

— No creí que fueras masoquista. — respondió mientras liberaba su cuello y volvía a su lugar.

— No lo soy, y tampoco pretendía matarte, solo quería dejarte en claro que no volverás a violarme, jamás dejare que la ira me controle nuevamente, porque créeme Santoro, tu solo me pudiste someter porque me gano la ira, de lo contrario jamás podrías tocarme, soy ciega, pero no te olvides que crecí entre asesinos.

 

Sin decir más, la joven se levantó y camino lejos de la vista de Alessandro, sin la necesidad de usar su bastón, el mafioso termino de desayunar y se dispuso a salir al viñedo, verla se había convertido en su obsesión, y así lo hizo, observo cada movimiento de la joven, como contaba los pasos, y tocaba todo lo que se le atravesaba, ella estaba ampliando su perímetro, pero ¿para qué? Realmente se interesaba en jugar con Estefanía ¿o tenía algo más pensado?

 

Alessandro Santoro descubrió que Victoria Zabet-Ángel poseía un brillo único, y ante la luz las sombras se desvanecen.

3 comentarios

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Kellys rodriguez
30.09.2021, 05:59:58

Excelente recomendada, no se van a arrepentir. Felicidades y éxitos a la escritora

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Rosa Helena Rodriguez Chacon
28.09.2021, 19:48:11

Ya esmio
Es súper buena recomendadicima

Cristina López
28.09.2021, 20:33:06

Rosa Helena Rodriguez Chacon, muchas gracias

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Alma Reyna
28.09.2021, 20:10:14

Solo el día. 29 es el descuento. ??

Cristina López
28.09.2021, 20:32:59

Alma Reyna, si, en octubre estará nuevamente en descuento

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