Descuento El Libertino
El Libertino está con el 25% de Descuento. Conozcan a Giovanni y Addison.
Pequeño Fragmento:
—¡Leo! —hablo molesto—. No puedes hacer eso.
—¿Por qué no puedo? Max siempre me dice que me esfuerce, eso estoy haciendo, esto es lo que me gusta.
—Massimo, te va a matar antes de que puedas terminar la frase que me dijiste.
—Ya tomé mi decisión Giovanni, no le digas nada a Max, se lo diré personalmente en unos días cuando esté allá.
Cuelga la llamada y grito de cólera, mis hermanos van a matarme, son las únicas personas en el mundo tan testarudas, orgullosas y mandonas como yo.
Vuelvo a ingresar al club, ya llevo una botella de escocés en la cabeza, tengo ganas de beber hasta olvidar a mis hermanos, debería ocuparme de mis propios asuntos y dejarlos que ellos se arreglen. Niego con la cabeza, eso es imposible porque quiero a esos tarados.
—Explícame por qué aún no hemos llevado a ninguna mujer al privado.
Ben me sonríe y me entrega otra copa de escocés, estamos en la parte delantera del club.
—Porque es cumpleaños de Francis —levanta una ceja—, y a él no le van los juegos.
—Había quedado completamente bloqueada esa información de mi mente, pero yo ya cumplí así que voy a buscar a quien f*llar —Sonrío y dejo la copa en la mesa.
—Espera media hora y vamos juntos, solo….
Ben sigue hablando, pero ya no le presto atención, veo una linda morena con cabello rizado bailar con dos chicas en la pista de baile. La forma en que sonríe y sus movimientos me causan gracia.
—¡Giovanni! —giro a verlo—. Te estoy hablando.
—¿Conoces a esa chica? —La señalo con la mirada.
—He visto a la rubia que está a su lado venir un par de veces con libros, así que deben ser chicas de universidad —sonríe y palmea mi hombro—. ¿El león ya vio a su presa?
—Así parece.
—Esa chica no parece ser de las que nos llevamos al privado, no la asustes —me advierte.
—Esta vez quiero a esa chica únicamente para mí.
Empiezo a caminar hacia ella, está concentrada bailando, si espero que ella me mire, me tomará toda la noche y tengo otros planes.
Addison Prescott
—Vamos Addi, no seas aguafiestas —Cassie jala mi mano tratando de sacarme de la cama.
—Ya estoy en pijama, además tengo que repasar los temas…
—¡Ya basta! —me grita y la miro con la boca abierta.
—No puedes estar siempre estudiando, este es nuestro último fin de semana antes de que empiecen nuestras clases así que vamos a salir a bailar, ya llame a Milena y vendrá en media hora; tú estarás lista o te llevaremos en pijama.
Sentencia, abro la boca para protestar, pero la vuelvo a cerrar porque no tiene caso discutir con Cassie, además tiene razón, paso mis días encerrada.
—Está bien —Me levanto y voy al baño a prepararme, tras cantar una bachata y dar unos pasos en la ducha, salgo a vestirme.
Nos miramos en el espejo y sonreímos contentas, estamos felices con el resultado, nos vemos bien.
El timbre suena y Milena ingresa como un rayo.
—¡Listas para divertirnos! —Mueve las caderas.
—¡Listas! —grita Cassie y toma su bolso para ir junto a Milena a la puerta.
—Sí, viva —lo digo sin ánimos ganándome una mirada recriminadora de mis amigas.
Llegamos al club escarlata, es el que está de moda, no hay nadie que no haya venido, aunque algunos manifiestan que esconde oscuros secretos este lugar, nos hemos quedado en la parte de adelante, más allá hay unas puertas donde el ingreso es privado, eso no nos interesa así que nos sentamos en una de las mesas y pedimos tequila.
Ya llevamos una hora bebiendo, bailamos y cada vez siento mi cuerpo relajarse más, me dejo llevar del ritmo de la música. La cabeza me da vuelta.
Estamos por regresar a la mesa y choco con un pecho fuerte, levanto la mirada y sus ojos me cautivan.
—¿Bailamos? —Me sonríe y por Dios mis br*gas parecen querer salir corriendo para darle la bienvenida.
Muevo la cabeza afirmativamente y empezamos a bailar. Sus manos se apoderan de mi cintura y aunque no estoy lo suficientemente ebria para no darme cuenta de lo que sucede, me dejo llevar y no me niego a cualquiera de sus roces.
…...
Abro los ojos con dificultad, la cabeza me duele, miro el techo y giro para acurrucarme en la sábana, me fijo en el color negro, ¡¿Negro?! ¡Un momento! Me siento bruscamente aunque el dolor se pronunció. ¿Dónde estoy? Miro alrededor y escucho el agua de la ducha corriendo, miro bajo la sábana y estoy desnuda.
¡Oh… no, no, no, no puede ser! Llevo mis manos a mi boca, estoy espantada, aterrada. ¿Qué hice?
Salgo de la cama d*sn*da y empiezo a buscar mi ropa, un pequeño dolor en el bajo vientre me dice que he tenido una noche de s*xo rudo, encuentro mis brag*s rotas, las miro asustada, qué animal ha sido capaz de hacer esto. Me envuelvo en la sabana buscando mi vestido, encuentro mi brasi*r y una voz ronca me hace quedar quieta, he dejado de respirar.
—Ya despertaste —No quiero voltear, pero debo hacerlo.
—Hola —tarada ¿hola? Acabas de despertar en una habitación desconocida, con un tipo que no has visto antes en tu vida y solo dices: ¿hola? Mi madre se estará revolcando en su tumba por mi estupidez.
—¿Todo bien? ¿No fue muy rudo, verdad? —Señala mi parte baja y mis mejillas se encienden, da unos pasos y me fijo en su pecho, sus músculos que se contraen con cada movimiento, me fijo en el mechón húmedo que cae por su frente y las gotas de agua que se pasean sin permiso por su cuerpo, paso grueso, si esto es lo que comí anoche no me sorprende estar adolorida.
—Ya me tengo que ir —ignoro por completo sus preguntas y aclaro mi garganta—. ¿Has visto mi vestido?
—Creo que se quedó en la sala —sonríe—, disculpa por lo de tus br*gas, pero estaban estorbando.
No digo nada más y salgo de la habitación; el departamento es grande y bonito, tiene un acabado elegante. ¿Quién es este hombre? Busco mi vestido y lo recojo del suelo, veo mis zapatos también tirados y me los coloco, me visto rápidamente.
Él sale vestido con un pantalón de chándal color plomo y zapatos deportivos, aún no se pone una camiseta.
—¿Deseas que llame un taxi? —Se dirige a la cocina y enciende la hornilla.
—No, no te conozco y tampoco quiero hacerlo, lo de anoche fue una estupidez de mi parte ni siquiera recuerdo como termine acá, lo único que quiero para irme tranquila es saber si usaste un preserv*t1v0.
—Sí, lo hice —habla tranquilo y sigue moviéndose como si yo no estuviera aquí.
—Bien —Giro y salgo del departamento, subo a un taxi y me dirijo al mío, la cabeza me revienta por la resaca y la vergüenza, maldición después de tiempo salgo a una fiesta y termino enredándome con un desconocido.
Llego a mi departamento, Milena y Cassie están aún durmiendo, el plan era quedarnos a dormir juntas en mi departamento. Agarro los cojines y se los lanzo en la cabeza, ellas despiertan atontadas.
—¡Hey! ¿Qué haces? —están adormiladas—, déjanos dormir —se queja Cassie.
—¡Son las peores amigas del mundo!, como dejaron que me vaya con un desconocido.
—Tú llegaste a nuestra mesa contenta diciendo que ya te ibas, no parecías estar mal.
—Te hacía falta un r3v0lcón antes de que te vuelvas a encerrar como ñoña —habla Milena entre dormida.
—¿Quién era? Ni siquiera le vimos el rostro —Cassie, abre los ojos prestando atención.
—No importa, ya no lo volveré a ver y por mí está bien.
Voy a mi habitación, retiro mi ropa, ingreso bajo el agua y empiezo a bañarme, pequeños flashes de recuerdos llegan a mi memoria. Su b0ca devorando mi cu3ll*, sus manos apretando mis p3ch0s, mi vientre, una sensación de calor me envuelve; retiro esos pensamientos y salgo para comer algo, muero de hambre.
(...)
Termino mi desayuno, estoy emocionada, las chicas me esperan en la sala mientras guardo mis libros, este fin de semana ha sido una tortura pensando en el hombre de esa noche, los recuerdos llegaban a mi cabeza para alterar mi paz, felizmente que empezaba a estudiar y me olvida de todo ese tema.
Salimos del departamento y nos dirigimos al auto de Cassie, vamos a empezar nuestro último ciclo, me esforcé y solo me faltan unos cursos para terminar la carrera, ya estoy haciendo prácticas profesionales, ya me pagan por mi trabajo, por fin están empezando a verse los frutos de mi esfuerzo. Me esforcé mucho por estar en esta universidad, tengo a los mejores profesionales como profesores, y no puedo estar más contenta por eso.
Es un día como cualquier otro para todos en la universidad, es una mañana de otoño y el día es cálido, el sol está en lo alto del cielo y el viento es suave, casi como un susurro, las personas van y vienen de un lado a otro, todos con una historia, todos apresurados mirando el reloj.
—Chicas sigan ustedes, el rector quiere verme, las veo en el salón —Me alejo.
—Te guardamos sitio.
—Sí, adelante —No puedo negarlo, soy una ñoña estudiosa y no me gusta ir atrás.
Me dirijo corriendo a mi primera clase, la reunión con el rector demoró más de lo que esperaba. Me pidió que debido a que soy la primera de la clase, sirva de ayuda para el nuevo profesor, que sea su asistente, al parecer es un hombre ocupado y solo ha aceptado dar clases si tiene a alguien que le ayude. Eso no me molesta, al estar al lado de un profesor me ayudará a aprender más.
Veo angustiada la hora, el primer día, mi primera clase y voy a llegar tarde, solo espero que el profesor sea considerado y me deje ingresar, sería mi primera tardanza y espero que sea la última de todo el tiempo que me falta por terminar.
Me detengo en la puerta y miro por la pequeña ventana que está en la puerta, el profesor ya está en el salón, lo veo de espaldas, acomodo mi ropa y abro la puerta para ingresar.
—Buenos días, disculpe por favor la tardanza.
El profesor gira a verme y maldigo mi suerte.
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