ACTUALIZACION en CONQUÍSTAME. FRAGMENTO
Buenas noches, guapas.
Les informo que el capítulo 8 ya está disponible.
Muchas gracias bellas.
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Fragmento.
—Fui un idiota —expresó viéndose al igual que ella afectado, sus palabras eran ciertas. Les sirvieron sus bebidas y cada uno cogió su copa.
—¿Te acostaste con más mujeres? —preguntó llevándose a la boca la copa.
—No, salía a fiestas con mis amigos, pero ninguna me provocaba deseo.
—¿Y entonces?
—Fui engañado —comentó dejándola en blanco, se pasó las manos por la cara. Ella le pidió que le contara a detalle todo y él así lo hizo.
A Felipe le tomó varios largos minutos contarle todo, ella escuchó con mucha atención siendo embargada por distintas emociones.
—Es una pe***, desgraciada. Pero un hijo es un hijo y hasta que no se demuestre lo contrario es tuyo y eso —rodó una lágrima por su mejilla, y ni tiempo le dio para secarse— me duele —se mordió el labio inferior, el mismo que tiritaba. —Tú sabes que yo quería hacerlo, — farfulló con la voz rota— quería ser la madre de tu primer hijo y lo sabes porque lo habíamos hablado —gimió intentando regresar las lágrimas que se salían solas.
—Mi amor, Layla —le tomó de las manos—. Tú eres la mujer que amo y amaré en esta vida, en la otra y en las que vengan, porque nuestras almas nacieron para ser una sola. No pretendo obligarte a hacer algo que no quieras, como me lo dijiste en tu casa, no quieres ser madrastra, las cosas se dieron así, por una irresponsabilidad, y si ese niño es mío, yo jamás lo abandonaría, yo te amo, pero ni por ese amor inmenso que te tengo lo dejaría yo sé lo que es que tu padre te deje y no quisiera eso para un hijo mío.
—Yo jamás te pediría eso, es que es un ser indefenso que no pidió venir a este mundo, y que te va a necesitar porque si su madre es una mierda, al menos que su padre le dé amor del bueno, pero entiéndeme, esto fue un golpe muy duro para mí —cerró los ojos y empezó a sollozar sacando ese dolor que se lo había tragado por creerse más fuerte de lo que en realidad era.
Felipe se pasó a su lado, la pegó contra su pecho y la consoló entre lágrimas, porque a él también le dolía por lo que pasaban, y verla así lo rompió más porque sabía que ella lo amaba y estaba sufriendo por su culpa, por su error.
—No llores mi muñeca, sabes que eso me parte el alma, le secó con sus pulgares el rastro de sus llantos. —Perdóname, perdóname, jamás quise hacerte pasar por algo así —expresó y le empezó a dar besos en las mejillas, en los labios. Ella se volvió a aferrar a su cuerpo, sintiéndose protegida, consentida. —¿Me amas? —siseó nervioso.
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