Fragmento de Prisionera de tu cuerpo
Mis amores, ¿Ya agregaron a su biblioteca la novela: Prisionera de tu cuerpo? Les dejo un fragmento.
Ángela Walton
—Entonces empecemos —intento restarle importancia a ese hecho—, tengo muchas ideas porque quiero que sea moderno, romper un poco con lo tradicional que ha sido hasta ahora.
—Me agrada —dice Giovanni mientras Ben empieza a teclear en la laptop.
Vemos los planos y después de casi una hora ya tenemos una idea de como seria.
—Pondremos todos estos puntos en la maqueta 3D para que tengas una vista de como quedaría —Me explica Ben, que también ha estado aportando ideas
—Excelente —respondo con una sonrisa mientras Giovanni se pone de pie para despedirse y también lo hago—, procura que sea lo antes posible —digo amable agarrando mi bolso.
—Tienes muchas ganas, eso es bueno —El teléfono de Giovanni suena y con un apretón de manos se va dejándonos solos.
—Va a ser un placer trabajar contigo.
Me da una mirada lobuna y decido ponerme firme.
—Encontraste un buen pretexto para acercarte —digo con voz suave.
—Todo te trae hacia mí, me ahorraste el trabajo de ir a buscarte —Su voz es varonil y me gusta.
—¿A qué te referías con que tenía que compensarte? —pregunto mirándolo fijamente porque no voy a dejar que me ponga nerviosa.
—Es por el mal trato que recibí de tu parte —Sonríe y giro mi rostro para que no note lo mucho que me afecta su perfecta sonrisa—, lo primero que harás para compensarme será salir a cenar esta noche conmigo.
—Te olvidas que soy casada —hablo seria y doy un paso retrocediendo.
—Eso no me importa, además es solo una cena —entrecierra los ojos—, ¿no me digas que ya te estás imaginando otras cosas?
—No me imagino nada —respondo inmediatamente.
—Esa noche no me dijiste que estabas casada —Suena como un reclamo.
—No me preguntaste —Esquivo su mirada y quiero golpearme en la frente por mi respuesta infantil.
—A las ocho iré a buscarte y espero encontrarte lista —ladea la cabeza.
—Estás loco, mi esposo y mi familia están ahí, además no he aceptado salir, eso no es apropiado.
—¿Y quién determina lo que es apropiado? —sonríe de lado— por esta vez te haré caso, así que te espero a las ocho en el club escarlata, hay una zona VIP que me gustaría mostrarte —todo lo dice relajado.
—Ben, no voy a…
Coloca su dedo índice sobre mis labios para callarme y su voz sale suave.
—A las ocho en el club o iré a buscarte a tu casa —Su determinación me deja muda sin reacción y él aprovecha para darme un beso en la mejilla como despedida, casi en la comisura de mis labios—. Nos vemos.
Sale y me deja sola mientras recupero el aliento, este hombre es demasiado terco.
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