¿PODRE PERDONARTE?
— Te amare por el resto de mi vida — esa fue la promesa de amor que me hizo aquel día en la playa, pero aquellas palabras se las llevo el viento.
8 años atrás
Aquel verano fui a la playa con mi padre y su socio comercial quien llevo a su hijo Adrián que era considerado como mi primo político, pero era un niño demasiado engreído y despectivo con las personas por lo que siempre discutíamos, lo hablaba por compromiso y porque mi padre me obligaba.
Ese día recuerdo haber discutido con Adrián, porque lo encontré haciendo que una señora ya bastante mayor según indico era el personal de limpieza estuviera de rodillas delante suyo suplicándole que no la reportara, según lo que ella me conto es que por error había ingresado a la habitación a hacer la limpieza porque se suponía que estaba vacía. Pero el muy imbécil no quería entender aquello y seguía insistiendo en que permaneciera de rodillas, yo me puse bastante furiosa, no toleraba que las personas abusaran de los débiles y Adrián representaba todo lo que odiaba. Después de lograr que el idiota e inmaduro de Adrián parara con su tonto comportamiento y dejara salir a la señora de limpieza me fui de aquella habitación, no quería estar ni un segundo más cerca de esa basura humana.
Camine por la orilla de la playa recogiendo piedras y conchas, era una persona que amaba la vida, las cosas que parecían insignificantes para otros para mi tenía mucha importancia, era joven en ese entonces y mi padre siempre decía que no veía la crueldad de la vida porque lo tenía todo, que en este mundo si eres débil los más fuertes te terminarán comiendo, pero yo no quería creer aquello siempre trate de verdad la bondad humana, porque yo sentía que había gente muy buena todavía en este mundo.
Ese día estaba tan distraída en mis pensamientos que no me di cuenta que me había alguien más delante de mí haciendo las mismas cosas que yo (recogiendo piedritas y conchas), al final terminamos chocando, acto que hizo que ambos cayéramos a la arena pero fue extraño porque yo caí encima suyo, nuestros rostros se quedaron a centímetros de distancia y yo me quede como una boba viendo aquel rostro perfecto, tenía unos ojos color verde jade, unas pestañas súper largas, cejas pobladas y sus labios se veían tan apetecibles, que me hizo tragar saliva.
—Te gusta lo que ves — pregunto aquel extraño haciendo que regresará a mis sentidos y me moviera rápidamente de su encima y me parara como si fuera un soldado.
—Yo… yo… — lo siento logre pronunciar.
—Puedes tenderme una mano y me ayudas a ponerme de pie.
—Oh… claro — dije mientras le tendía mi mano y se entrelazaba con la suya.
—Muchas gracias bella dama — mi nombre es Vladímir Vasiliev y el tuyo es…
—Oh… me llamo Halana Koch — dije mientras le tendía la mano.
—El gusto es mío Halana — dijo mientras me depositaba un beso en la mano y yo como boba atenta a lo que hacía, seguro que se dio cuenta que se me caía la baba.
—¿Qué te trae por estos lugares Halana?
—Oh… vine de vacaciones con mi padre y los amigos de mi padre, ¿Y tú?
—Pues también de vacaciones — respondió sin más — yo me sentía un poco estúpida porque me quede sin más que preguntar y el también no dijo nada más, parecía no interesado en una niña tonta.
—Me tengo que ir — dije con el fin de salir de aquel bochornoso momento y procedí a recoger mi bolsa donde había juntado todas las piedrecillas y conchitas.
—¿Tienes planes para mañana o ya te devuelves a tu país?
—Nos quedaremos por una semana más aún, ¿Por qué?
—Quería invitarte a montar caballo e ir a una playa súper hermosa que conocí, obvio si es que no tienes planes para mañana — dijo Vladimir.
—Claro encantada — dije sin más — intercambiemos números para estar en coordinación — propuse.
—Oh… lo siento — no tengo celular — pero mañana me tendrás en este mismo lugar a las 3 p.m. — te estaré esperando.
—Claro — respondí un poco desanimada — quien en esta época no tiene celular — seguro lo dijo porque no quería que le escribiera.
Llegue al hotel y lo primero que vi fue al idiota e inmaduro de Adrián, trate de evitarlo y fingir que no lo vi para no tener que soportarlo, pero demasiado tarde el idiota ese ya me había visto y estaba caminando hacia donde me encontraba, trate de acelerar mi paso, pero el muy tonto me cargo sobre su hombro como si fuera un saco de papa, empecé a patalear y golpearlo para que me soltará, pero era inútil, Adrián era más fuerte que yo.
—Adrián — bájame que me estoy empezando a molestar — grite.
—Eso te pasa por meterte en asuntos que no son de tu incumbencia, ahora te aguantas hasta llegar a tu habitación — dijo mientras seguía caminando.
—Eres un maldito patán, arrogante, te detesto — grite. Abrió la puerta de la habitación y me tiro sobre mi cama.
—Debes ir acostumbrándote querida Lana, pronto nuestros padres anunciaran nuestro compromiso — dijo mientras ponía una sonrisa burlona.
—De que demonios estás hablando, primero muerta que casarme con un hombre sin escrúpulos como tú — grite a todo pulmón. Lo vi caminar hacia mi cama, sentí un profundo escalofrío recorrer mi cuerpo como si el mismísimo diablo estuviera viniendo por mi alma — tomo mi mandíbula entre sus manos y me presiono fuerte haciendo que mis ojos se encontraran con los de él.
—Tú vas a ser mi mujer te guste o no — mientras más antes lo asimiles — mucho mejor para ti — amenazo.
—Te odio mil veces te odio Adrián — grite mientras me frotaba donde ese bruto me había presionado; me duche lo más rápido que pude, tenía que ir a hablar con mi padre y que me explicará de qué demonios me estaba hablando Adrián.
Toqué su puerta varias veces y nada que mi padre me atendiera, seguro estaba ocupado con putas como siempre solía hacerlo en cada viaje — pero de algo estaba segura era que Adrián no estaba hablando en vano, cansada de insistir y que nadie me atendiera me di media vuelta y volví a mi habitación.
Al día siguiente me levante temprano, me duche, busque una prenda súper fresca y suelta en mi maleta, la verdad que yo era más amante de la comodidad antes que la elegancia y el glamour que siempre escuchaba hablar a las chicas de la clase alta como se hacían llamar, la verdad no toleraba ese mundo de hipocresía; cabe mencionar que mi padre siempre me estaba presionando para comportarme de acuerdo a mi estatus. De solo recordar las palabras de mi padre me generaba nauseas, a veces pensé que quizá era adoptada o me cambiaron al nacer yo que sé, pero el tipo de mundo del que mi padre siempre me hablaba a mí para nada me gustaba.
Dejando de lado aquellos pensamientos, fui a la habitación de mi padre toque la puerta varias veces y minutos después, la puerta se abrió y dejo expuesta a una joven que tenía el cabello como si fuera un nido de pájaros, pude notar que en la esquina de su labio tenía sangre y su ojo izquierdo tenía como que un moretón, era la primera vez que me topaba con algo así, me quede helada y completamente fría.
—¿Te encuentras bien? — ¿Necesita ayuda? — pregunte.
—Tenga mucho cuidado compañera, ese hombre es un animal, si puede váyase ahora — dijo la mujer, mientras salía disparada de la habitación.
Entre a la habitación, visualice a mi padre tomando el desayuno en el balcón, camine con toda la furia encima — ¡Me puedes explicar que diablo fue eso que vi! — grite.
—¿Te refieres a la zorra que salió?
—Me refiero a aquella mujer golpeada que acaba de abandonar tu habitación, acaso tú le hiciste eso — grite.
—Se lo merecía por zorra — respondió mi padre mientras daba un sorbo a su café.
—Que también que sea, ninguna mujer merece ser violentada señor Jim Koch — no puedes pisotear a las personas simplemente porque tengas más poder que ellas — te lo advierto padre la próxima que yo vea algo como eso te denunciare.
—Has lo que quieras Halana, dime para que viniste — necesitas dinero — pregunto de manera déspota.
—No necesito tu maldito dinero, pero me puedes explicar porque Adrián está diciendo que me casare con él.
—Ahhh… por eso es el alboroto — pues acostúmbrate a la idea, Adrián será el próximo heredero de las empresas Richter y ya decidimos que regresando del viaje anunciaremos su compromiso, después que Adrián asuma la presidencia se casaran y fusionaremos las dos empresas para así ser la más grande de Alemania.
—Crees que soy una maldita transacción comercial, sabes que detesto a Adrián, prefiero morirme antes de ser parte de esta basura — Instantes después sentí la mano de mi padre estamparse contra mi mejilla.
—Tu harás lo que yo digo — me escuchaste Halana.
—Eso lo veremos, primero muerta antes de ser un maldito arreglo comercial tuyo — respondí mientras salía corriendo del cuarto del hombre que debía ser la persona más amoroso y velara por mi bienestar, pero eso no era la realidad en mi familia si es que podía llamarlo así.
—Salí del hotel, fui a caminar por los alrededores de la playa hasta que logre ubicar una pequeña barra donde se preparaba a la vista del público unos sushis, pues en ese instante mi estómago emitió un pequeño gruñido lo que me recordó que no desayune y ya era la hora del almuerzo, camine lo más rápido hacia aquel puesto y pedí una ronda de sushi.
—Señorita desea que le facilite una bolsa de hielo — pregunto la mesera.
—Una bolsa de hielo — no, yo solicité una ronda de sushi — dije inocentemente.
—Disculpe señorita — lo decía porque tiene la mejilla hinchada y quería saber si desea algo frío para bajarla la hinchazón.
—Me sentí un poco avergonzada por aquello, pero agradecí su intención y acepté el hielo que me ofreció. Después de almorzar y ya se me haya bajado un poco la hinchazón y mi rostro volviera a su normalidad, decidí ir a caminar y hacer hora hasta las 3 de la tarde que me encontraría con Vladimir.
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