ENAMORADO DE LA EMBARAZADA DE CROSSVILLE
HOY TAMBIEN HE ACTUALIZADO
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Sinopsis del libro "Enamorado de la embarazada de Crossville"
Él es nuevo para ella. El se fue de la ciudad y jamás coincidieron. Hasta ese día que el entró a la oficina buscando empleo. Pero ella si coincidió con su mejor amigo. El que le fue infiel y la dejó embarazada.Pero ella era fuerte y esto no iba a derrumbarla. Sarah Wright estaba acostumbrada a ser fuerte. Sus padres murieron en un accidente de avión cuando apenas era un adolescente y su hermana mayor se casó muy joven y la dejó a cargo de su hermana menor de apenas 6 años.
Ella aprendió a temprana edad que debía valerse por sí misma para triunfar. Y así lo haría.Por su hijo.
****** PREFACIO****
—Hoy continuamos con la búsqueda de quie va a sustituir cuando entre en labor de parto —le comunicó la secretaria con la carpeta en la mano.
Labor de parto.
Que joder.
¡Tan solo tenía 3 meses de embarazo!
¿Por qué demonios había que buscar a alguien tan pronto?
Pero así lo deseaba el dueño, y así se haría.
—¿Ya llegaron los candidatos? —Dejó la cartera en el escritorio y se sentó en su incómoda silla de piel. Los pies ya le molestaban e hizo Gesto y su secretaria se dió cuenta.
—Si le molestan, debería quitárselos h venir más cómoda.
—Estoy bien. —Farfulló.— Háblame de trabajo y deja de molestarme. — Odiaba que le tuvieran lástima, y precisamente eso veía en los ojos de su asistente.
—Hay un hombre —balbuceó Taty.
«Qué elocuente está la niña», pensó Sarah.
—¿Un hombre? —Levantó las cejas. —¿Un hombre para mí posición? ¿Un hombre para ser director de proyectos?
La chica se sonrojó y miró la puerta. Estaba nerviosa, y eso podía notarlo a simple vista. Le aburría y a la vez le entretenía la juventud clásica.
Ella nació vieja e impredecible.
Con veintiséis años manejaba un departamento lleno de hombres maleducados y trabaja con contratistas bravucones y con decoradores obsoletos. Su temple y falta de nerviosismo la habían posicionado como la mejor apuesta para encaminar a la empresa a un mejor futuro.
—Taty, ¿crees que puedas dejar de actuar como una niña embobada y hacer que pase el caballero? —Su pregunta y el tono empleado hizo que la joven se sonrojara aún más.
La joven asintió y casi tropezó con la alfombra que había en el medio de la oficina cuando iba a salir.
Sarah subió los ojos al cielo. Las tonterías que debía soportar.
La puerta se abrió de repente.
Tragó en seco.
El hombre en cuestión era atípico.
El nerviosismo de Taty no la preparó para esto.
Vestía unos jeans oscuros y una camisa negra de mangas largas. Asimismo, calzaba unos zapatos marrones, los cuales hacían juego con su correa y con sus ojos enormes y avellanados.
—Señorita... —saludó acercándose a su escritorio.
Sarah se levantó de inmediato como un resorte y le tendió la mano.
—Wright . —Su mano se sintió caliente y fuerte. Era un tipo seguro de sí mismo. El saludo no duró más de dos segundos, pues el hombre parecía no estar embobado como lo estaba ella—. Tome asiento, señor…
—Steven , Steven Lucas. —Se sentó frente a ella.
Sarah se obligó a tomar asiento y de paso detener al estúpido latido acelerado de su corazón. Era una sensación extraña para ella, que estaba acostumbrada a siempre llevar el control.
Ese hombre no podía pertenecer a su plantilla de empleados.
«Será mi ruina».
Con ese pensamiento Sarah se recompuso. Ella tenía el poder. Ella tenía el mando. No debía por qué estar nerviosa.
Ella no iba a poder concentrarse.
Desde que supo que estaba embarazada sus hormonas estaba como locas.
Pero no iba a confiar en otro hombre.
Nunca más.
En la confianza estuvo el peligro y ella se dio cuenta muy tarde.
—Le ahorraré el ver mi curriculum. —Steven se adelantó a los hechos. Sarah lo contempló—. Tengo más que experiencia para ser lo que necesita, pero más que eso tengo el tiempo y la disponibilidad de horarios, así sea de madrugada. Aceptaré cualquier salario, siempre que cubra los gastos generales y deje de fundir mi cuenta de ahorros. Tengo algo que me ate a CrossVille , por consiguiente, no me largaré ante la primera oferta de trabajo.
Sarah lo miró sin parpadear. Era seguro y demasiado confiado.
Al parecer, estaba cansado de ir a entrevistas o en verdad pensaba que podía conseguir el puesto haciéndose un tipo duro.
Sarah sonrió.
—Muy seguro de usted, señor Lucas.
—Steven. —Dijo el hombre buscando que lo tuteara.
—Bien, señor Lucas. —Dijo obviando el hecho de entender lo que el deseaba. Colocó las manos en el escritorio y se inclinó hacia delante—. Sin embargo, no me convence. ¿Por qué debería darle un trabajo en mi plantilla? Sus palabras, por más llanas que sean y que aparentemente no tienen trasfondo, me hacen creer que no está diciéndome algo. ¿Quien es realmente Steven Lucas?
—Vine a buscar un empleo. Vine a la posición de encargado de proyectos. Solo que no pierdo mi tiempo ni me gusta hacer perder el de los demás.
«Interesante».
—Busco a alguien que sea duro con los contratistas, que trabaje mano a mano conmigo, que no se deje convencer de aceptar pedidos dañados ni tardíos, que sea mis ojos en todas partes. ¿Cree que puede estar por debajo de una mujer?
—La posición no me es de problema. Tanto debajo como encima puedo hacer bien mí trabajo. —contestó con una sonrisa que mostraba una dentadura perfecta—. He tenido personal a mi cargo y en esta ocasión me toca hacer de subalterno. No vine a esta entrevista pensando que sería nombrado presidente de la empresa.
—Interesante.
—La posición es como Encargado de proyecto. No sería un subalterno como tal.
—Siempre hay alguien de mayor rango en las empresas, o no?
Un minutos en silencio.
Un segundo más mirándole y estaba segura de que babearia.
«¿Acaso perdí el diccionario completo?».
Sarah no sabía qué pensar, aún procesaba la parte de encima o debajo. Ese hombre era peligroso, muy peligroso. Él sabía que logró pensamientos pecaminosos en ella y aun así sonreía como si no se hubiese dado cuenta.
No podía trabajar con él, pero necesitaba un encargado que la suplantara pronto.
Eso había solicitado Prietto Sulenko y debía conseguirlo antes de finalizar la semana.
Después de pensarlo y repensarlo, Sarah tomó la decisión.
—Me tomaré el riesgo de contratarlo —se incorporó—, pero al instante en que vea que su comportamiento me daña a mí o a mi trabajo de alguna manera estará fuera de la empresa antes de que pueda subirse el cierre.
El hombre subió las cejas y sonrió.
—Será un placer trabajar con usted Señorita Wright.
Sin embargo, ella no respondió. Se limitó a sonreír con debilidad interna y a mostrarse con rostro implacable.
—Nos vemos mañana a las nueve de la mañana. —Dijo con voz ronca. —Puede retirarse. Feliz resto del día.
2 comentarios
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Ingresarhay volviste me alegra tengo una de tus historias cuando quise comprara al frances ya no estabas en la plataforma me alegra que volvieras besos y éxitos
❤ muy interesante
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