SUNDAR - PRÓXIMO DESCUENTO
Buenas, buenas…
En pocas horas SUNDAR entrará en descuento, no se lo pierdan.
Los Ángeles – Marzo de 2019
Kilian
—Señor… —interrumpió mi asistente entrando en la oficina y con solo ver su cara pude deducir que lo que quiera que fuese a decir no me iba a gustar.
—¿Qué pasó ahora? —pregunté con resignación.
—¿Recuerda al abogado con el que discutió hace unos años? —Claro que lo recordaba, estuve a punto de sacarlo a golpes.
—Sí, claro que lo recuerdo —No podía fingir demencia delante de ella, mi eficiente asistente me había acompañado durante los últimos 5 años.
—Está afuera y dice que no se irá hasta poder hablar con usted —soltó de un tirón y me miró con nerviosismo a la espera de mi respuesta.
—Dile que pase —Hacía 4 años que ese hombre no venía, al parecer mi esposita volvería a intentar que le diera el divorcio.
Vi al hombre entrar en mi despacho y sentarse frente a mí sin que lo hubiese invitado a hacerlo. Ya había perdido la cuenta de las veces en que me enfrenté a este hombre para que me dijera en donde estaba Adhara. Nunca me dio la respuesta que tanto anhelaba y aunque la busqué no pude dar con ella. Llevaba siete malditos años sin tener noticias de la mujer que me abandonó sin darme si una mísera explicación.
—Supongo que vuelve a la carga —comenté clavando mis ojos en los suyos.
—Supone bien. La señora Adhara quiere que le firme el divorcio —respondió sacando un dosier de su portafolio.
—Mi respuesta seguirá siendo la misma. No voy a firmar nada mientras ella no dé la cara.
—Sea razonable. Ese matrimonio no duró ni un mes, creo que es justo que ambos recuperen su libertad —El mismo argumento de siempre, que, aunque llevaba razón, preferí ignorar.
—Cuando ella se presente firmaré lo que quiera. No voy a ceder en esto, quiero verla y que me diga a la cara las razones que la obligaron a largarse sin darme una explicación. Ni siquiera sé qué hice para que ella me abandonara —Llevaba comiéndome la cabeza con esa pregunta desde ese día en que volví de viaje y no la encontré en casa.
—Si lo único que necesita para firmar los papeles es verla, así se hará —respondió, dejándome desconcertado. Después de siete años, por fin accedía a mi petición —. Le avisaré el día en que la señora pueda hacerse presente para que den por finalizado este trámite que por su necedad no se ha podido realizar.
El abogado se levantó y me tendió el dosier con los papeles del divorcio. Lo tomé intentando disimular el temblor de mis manos, esta vez sentí que el divorcio era una realidad.
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