Su “mejor amiga” le quitó a su prometido
Hasta ese día me había negado a hablar de mi exnovio. Sabía que estaba casado con la que se suponía que era mi mejor amiga. Y aunque por un tiempo me engañé diciéndome que no me importaba, que era normal que se cansara de esperar por una mujer que tal vez no iba a despertar jamás, que tenía derecho a ser feliz, la verdad es que me dolía su abandono.
No me explicaba cómo ese hombre que decía amarme con toda el alma y con el que compartí muchas cosas, en cuanto consiguió un reemplazo, se fue sin mirar atrás. Dolía saber que fue mi mejor amiga la encargada de darle consuelo. Al final, mi nana Odila tenía razón cuando me decía que Maddie no era una amiga sincera. Y lo demostró cuando no perdió el tiempo para ofrecerse como paño de lágrimas para el hombre con el que yo hasta pensaba formar una familia.
—¿Te sientes lista para hablar de tu exnovio? —Miré a Amelia y solté un suspiro. Tenía que hablarlo, porque si no lo hacía, la terapia no serviría de nada.
—¿Importaría si no lo estuviera? —Sonreí sin humor.
—Si no te sientes cómoda, no te voy a obligar a hablar.
—Los temas dolorosos no son cómodos para nadie, no importa el tiempo que pase, siempre quedará, aunque sea una mínima parte de ese dolor.
—Y con eso deduzco que te duele lo que él hizo.
—Cuando le diste luz verde a mi cuñada para que me contara las cosas que pasaron mientras no estaba, sabía que lo que me dijera no me iba a gustar. Saber que mi madre estaba muerta, me sorprendió, pero no sentí pena, no sentí dolor, porque nunca la vi como una verdadera madre y de eso ya te hablé en sesiones anteriores. Pero cuando me dijo que el hombre que se suponía que me amaba, me fue a visitar a la clínica por unos meses y que luego dejó de hacerlo porque se iba a casar con otra y que esa otra era mi mejor amiga, me dolió, me dolió mucho.
—Y ese dolor… ¿Aún es intenso o ha ido disminuyendo?
—Es intenso cuando recuerdo las cosas bonitas que vivimos. Pensé que a su lado tendría esa familia que mi madre me negó, tenía muchas esperanzas puestas en mi unión con él —Las lágrimas empezaron a fluir por mis mejillas sin que pudiera hacer nada para detenerlas.
—¿Por qué no dices su nombre?
—Porque no quiero recordar lo que una vez tuve y jamás volveré a tener.
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