Miguel Ayón

Un día cálido de agosto, cuando el dueño de un zafarí se dio cuenta que la venta de boletos no bastaba para cubrir los gastos de funcionamiento del lugar, tomó la sabía decisión de regresar nuevamente a los animales a su habitad natural, pues así no tendría que cubrir una cuantiosa cantidad...

“Sueño con algo en el mundo… un lugar donde tu… y yo somos felices. No me rendiré serás feliz a mí lado y yo al lado de ti, recuerda esto cada día al despertar. Y soñemos con que esto se haga realidad” – Esas eran las palabras que vi escritas en su carta, la última carta que recibí...