300 Días

Día 12 – El secreto de la luna –

Creo que ya he estado antes en esta cafetería, me suenan las paredes azules y las mesas blancas de este pequeño local. De un solo vistazo puedo apreciar la pulcritud del lugar y el gran cuadro que adorna la pared del fondo donde aparece una luna llena en medio de una noche oscura. Rayo de Luna se encuentra situado en la parte vieja de la ciudad, una parte que para mí siempre ha estado llena de encanto.

La cafetería está vacía a excepción de Selene que espera a que me siente mientras sostiene su taza de café con las dos manos. Retiro la silla y tomo asiento frente a ella en la estrecha mesa cuadrada. Me está mirando, observándome de una forma tan absorbente que tengo ganas de encogerme.

—Has venido —me dice.

—Te dije que vendría.

—No estaba segura —me dedica una sonrisa amable y más tranquila de lo que estoy acostumbrado a verla—. No sabía cómo convencerte. Ni siquiera sé cómo hacerte sonreír cuando intento gastarte una broma.

Percibo una dulzura en su voz, una calidez que se filtra dentro de mí y hace que se me escape la sonrisa que ella desea ver. Está satisfecha, pero no de la forma porfiada que acostumbra a mostrar. Hoy su rostro vuelve a parecerme muy brillante y veo que se ha cortado el cabello permitiéndome entrever sus orejas pequeñas. Va vestida de una forma muy elegante, pero sobre su conjunto destaca un pañuelo azul que adorna su cuello mediante un nudo muy llamativo.

—Me gusta tu pañuelo —le digo.

—¡Oh! Es un regalo de mi hermano —se lleva la mano instintivamente al cuello—. Me encantan los pañuelos, es mi accesorio favorito.

—Te sienta bien.

—Tú has vuelto a venir vestido de negro —murmura.

—Creía que te gustaba como me sentaba el negro.

—Te queda bien —reafirma pasándose la mano por la mejilla para apartarse el cabello—, pero creo que podrías vestir con otros colores. Hay más cosas en ti que solamente negro.

—A mí me gusta como voy.

—Tal vez el gris —continúa ella, ignorándome.

—El gris… —murmuro, pensando en como han sido mis pensamientos y mi humor durante los últimos días —. Sí, quizás ahora el gris es mi color.

—Yo veo más colores en ti.

—¿Cuánto crees que puedes ver de mí? —la reprendo. Selene mantiene los labios apretados—. ¿Tan transparente soy para ti?

—No, no es así como funciona, pero… Creo que entiendo como te sientes.

La cafetería sigue estando vacía y el sol de la tarde entra a raudales por las grandes vidrieras. Una melodía agradable, la combinación de una guitarra y una flauta, llegan a mis oídos desde algún reproductor de música que no sé dónde ubicar, pero que llenan todo el espacio de Rayo de Luna.

—¿Por qué me has traído a este lugar? —le pregunto.

—¿No lo sabes?

—Creo que tendrás que darme alguna pista.

—Por la luna —señala el gran cuadro que he visto al entrar—. Este lugar es como yo, se llama como yo. Quería saber si de verdad me tenías miedo, si de verdad no querías que me acercara a ti.

Reflexiono en lo que dice y me doy cuenta de que tiene razón. Esta cafetería tiene algo que me recuerda a la propia Selene, una luminosidad mezclada con melancolía que hace que me acuerde de ella.

—He venido, no te tengo miedo.

—Ya lo veo —al sonreír se le redondean las mejillas.

—¿Qué quieres de mi, Selene?

—¿Qué es lo que quiere la luna del sol, Axel?

—Su luz.

—Entonces ya sabes porque estás aquí.

—Yo no tengo ninguna luz para dar —murmuro.

Selene abre ligeramente la boca como si tuviera la intención de hablar, pero en vez de eso, encoge los hombros y se sonroja dedicándome una sonrisa cálida. No lo comprendo, no la comprendo, pero me hace sentir bien.



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En el texto hay: misterio, romance, drama

Editado: 22.04.2020

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