Alai Devone:
Estaba tan agotada física y mentalmente, que sin notarlo me quede dormida en el auto. Mis ojos se abren solo cuando escucho la dulce voz de mí novio susurrando a mí oído...
–Despierta Bella durmiente, Ya llegamos.– Me extiende su mano y me ayuda a descender. Le doy las gracias con la voz rota y caminamos hasta su departamento en medio de un silencio incomodo, pero lleno de preguntas ahogadas por parte de ambos. Aún me siento aturdida. La cabeza me duele brutalmente y mis ojos queman, pero al menos ya puedo respirar con normalidad y mí crisis de angustia esta bajo control.
Cuando abre la puerta el lugar está completamente en penumbras. La única fuente de iluminación es la blanca luz que previene de la gigantesca luna llena, filtrándose a través de las cortinas por la enorme ventana. Camino hasta ella hechizada y la ciudad dormida me regala una visión tan hermosa y tan pacifica, que me incita a perderme en mis pensamientos. Hace solo unas horas todo se era tan simple y por sobre todas las cosas tenía mis sentimientos en orden, y ahora todo está de cabeza.
Quisiera tomarme un avión e irme a La otra punta del mundo y esperar a que todo se resuelva, o mejor aún, retroceder en el tiempo y no haber ido a ese maldito lugar... En este momento seríamos solo el y yo pasándola bien, y todo sería igual que ayer, sin sobresaltos, sin drama y por sobre todas las cosas sin Alexander. Su última amenaza resuena en mí mente una y otra vez.
–Si abres la boca y le cuentas a Romano algo de lo nuestro, le voy a decir que lo estas utilizando para vengarte de mí y te va a odiar para siempre Ali... Imagino que lo conoces lo suficiente como para saber que no te va a perdonar una traición, lo vas a destruir. Todo esta en tus manos... Si hablas será tu palabra contra la mía y yo soy su hermano...–
No sé que es lo que quiere ese bastardo, pero sea lo que sea no será bueno. Me siento atrapada entre la espada y la pared. Además, es la primera vez que me siento tan sola.
Cuando el rostro de Emiliano se cruza por mis pensamientos no puedo evitar el tener que luchar por no romper en llanto una vez mas. Si al menos algo de lo que en algún momento fue nuestra amistad había sobrevivido, estoy segura de que murió noche. Necesito hablar con él, aclarar las cosas, explicarle que fue lo que paso, hacer que entienda que Romano y Alexander son dos personas distintas. Pero no respondió un solo mensaje mío, y lo más seguro es que ya me tenga bloqueada en toda red social. Le ruego al universo que no se tome muy enserio el hecho de sacarme de su vida, pero al mismo tiempo lo conozco lo suficiente como para saber que cuando toma una decisión, nunca da marcha atrás. No se suponía que lo nuestro terminará así, porque de verdad lo quiero, aunque no de la forma en que él lo hace. Lo necesito, es mí pilar, mí refugio, mí compañero de aventuras, mí consejero, mí guardián, mí confidente...
–Si no dejas de pensar tanto, te va a estallar La cabeza Alai...– Susurra Romano a mí oído trás abrazarme por la espalda, y luego apoya su cabeza en mí hombro. Se que sabe que algo ocurre con Alex, pero no quiero que pregunte, y al menos por el momento no lo hace. –Ali... se que no quieres hablar de lo que pasó, pero hay algo que quiero decirte. No importa lo que pase, recuerda que siempre vas a poder contar conmigo...– Volteo y lo miro a los ojos, sus palabras suenan tan sinceras y dulces, que me traen la paz que tanto necesito en este momento. –Quiero estar contigo siempre...–
–No digas para siempre. Tengo miedo de todo lo que es para siempre...– Suelto casi como un susurro desviando La mirada, acabando con La magia del momento y logrando que se aparte de mí.
–Ve a descansar, lo necesitas. Enseguida te alcanzó.– Sale al balcón de la habitación. Al principio creo que solo va a fumar, pero luego lo escucho hablando por teléfono en lo que parece ser Ruso. Algunas palabras me suenan familiar ya que Alex también habla ese idioma, pero lo único que puedo interpretar es que está bastante molesto. Es como si estuviera discutiendo con alguien. No puedo negar que me da curiosidad saber que esta diciendo, y por sobretodas las cosas, saber si esta hablando con su primo. Tiene bastante sentido que este buscando en él las respuestas que yo no le doy, pero no tengo forma de confirmarlo ya que en ningún momento dice su nombre porque sabe que estoy acá. Intentando calmar está incertidumbre, solo asalto su guardarropa y me encamino al baño. Nuevamente, el ritual obsesivo vuelve a comenzar. Cada vez que me siento mal, confundida o triste, me meto bajo el agua caliente y espero que todos los malos sentimientos se vaya por la alcantarilla. Pero está vez es diferente. Necesito desesperadamente sacarme el sutil aroma del perfume de Alex mezclado con alcohol y tabaco, que siento impregnado en mí piel. Quiero borrarlo de mí vida, al menos por esa noche. En la mañana me enfrentaré a él y al pasado. En la mañana voy a comenzar a arreglar este desastre, y buscaré una forma de torturar al bastardo de mí ex...
Un rastro de huellas de agua queda tras cada paso que doy de regreso a La habitación. Romano ha desaparecido. No creo que esté demasiado lejos, pero tampoco me importa demasiado, ya aparecerá. Solo camino a la cocina a tomar algo de agua y luego finalmente, a la cama.
–Bonito pijama.– murmura a mí oído logrando que de un salto y casi me tiré el agua encima.
–¡Romano eres un tonto! ¡me asustaste!– Sonríe y me abraza por la cintura.
–Te queda bien mí ropa... Bueno, en realidad todo te queda bien.– sus labios suben por mí cuello hasta encontrarse con los míos, logrando que toda mí piel se electrifique. Pronto, beso comienza a subir de intensidad, pierdo el control cuando me acorrala contra la pared y solo me dejo llevar por la lujuria. Sus ojos oscuros brillando de deseo por mí logran que el cansancio, las dudas, los miedos, el pasado, todo desaparezca en lo que dura un parpadeo.