–Dime que esto es una broma.– Dice Romano mientras su rostro palidece. –¡No puede ser verdad! ¡Dime que es una de tus jodidas bromas de mal gusto!–
–Vístete y vamos.– Ordena serio Marco. –Sofia me necesita a su lado. Esta desesperada y no voy a dejarte manejar hasta allá, vas a terminar abajo de un camión.–
–Hasta hace unas horas estaba conmigo...– Murmura mientras intenta comprender lo que ocurre y lleva sus manos a su cabeza en claro gesto de desesperación. –¡Al menos dime qué está bien!–
–Me encantaría decirte que si, pero la verdad es que no lo se hermano. No tengo idea de que paso. Sofía me llamo histérica hace veinte minutos diciéndome que sus amigos habían tenido un accidente. Solo se que estaba con el tal Emiliano lejos de la ciudad.–
–No entiendo nada.– Suelta frustrado, mientras se pone lo primero que encuentra.
–Yo tampoco. La verdad es que ni siquiera note cuando Sofía se fue. Pero no es momento para preguntas, tenemos que llegar al hospital cuanto antes.–
Marco permanece en completo silencio con La vista al frente todo el tiempo, mientras lleva a un Romano completamente ausente. La desesperación está dibujada en su rostro. No le exige aumentar La velocidad solo porque están al limite de lo permitido y lo que menos desean en este momento es ser detenidos por la policía. El amargo sabor a perdida lo invade, mientras su corazón le grita que no podrá ponerse de pie una vez más si el destino se la arrebata para siempre. Intenta sacar esos pensamientos oscuros de su cabeza, pero es imposible no pensar en el peor de los escenario, no llegar a tiempo, no poder hacer nada para evitar lo inevitable. La distancia y el tiempo son la misma eternidad, pero al mismo tiempo algo insignificante mientras reza por volver a abrazarla una vez más como ayer. Luego de casi 20 minutos, al fin puede divisar su destino.
–¿Donde están?– pregunta intentando mantener la compostura, mientras Marco estaciona hábilmente.
–Piso 4, en cirugía.– Roma se precipita a la entrada del hospital. Marco cierra el auto tan rápido como puede, y lucha por seguirle el paso. Hay varias personas aguardando por el ascensor, así que ambos suben por las escaleras. Corren a toda prisa por los pasillos buscando a Sofía, hasta que al fin logran divisar su larga cabellera rubia en una de las bancas vacías de La sala de espera. Su mirada esta fija en la puerta de ingreso al quirófano y juega nerviosa con sus pies.
–Sofí.– Grita Marco ganándose un reto por parte de una de las enfermeras. La aludida se pone de pie, camina desganada en su dirección, y cuando se encuentra con su amado se derrumba en sus brazos. Sus ojos están enrojecidos y su maquillaje batido por las lagrimas que ruedan por sus mejillas de forma incesante. Sin saber muy bien que hacer, Marco solo acaricia con ternura su cabello, mientras le susurra al oído que todo estará bien, que no va a dejarla sola. Ella solo esconde la cabeza en su pecho, y se permite desahogarse hasta que su respiración vacilante se vuelve lo suficientemente normal como para poder susurrar un
–Gracias por estar conmigo...– Sin embargo Roma necesita respuesta y Sofía es La única que se las puede dar, así que aprovechando que está mejor comienza un interrogatorio.
–Dime que se sabe de Alai.– ella solo posa su mirada rota en él, y susurra un
–Están en cirugía. Dicen que tiene perforado el bazo, un pulmón colapsando, y al menos cinco costillas rotas.– intentando mantener la entereza.
–¿Y eso que significa?– Indagó Marco.
–Que si no logran controlar la hemorragia interna... Si no logran controlar la hemorragia no va a salir de esta.– Rompe en llanto nuevamente y Roma siente que el mundo se le derrumba encima.
–¿Dime que paso? ¿Quien manejaba? ¿Que hacían en este lugar?–
–Alai...– No sabe que decir. No quiere traicionar a su amiga, pero sabe que Romano va a enterarse de todo, así que opta por decir la verdad. O al menos una pequeña parte de ella. –Alai estaba en una carrera de motos. No se bien que paso, si fue que el asfalto estaba mojado y resbalaron, si fueron atropellados o si el que tenía la delantera se callo y los otros dos se estrellaron en un inútil intento de no aplastarlo.–
–¿Los otros? ¿No estaba solo con Emiliano?– Pregunta Marco.
–Eran tres. Ali, Emiliano y ...– Antes de que pueda terminar la frase, es interrumpida por el tercer competidor, que se acerca a ellos altivo, pero bastante herido también.
–¡Dime como esta!– Ordena Alexander entrando en escena.
–Aun en cirugía.– Suelta por obligación y evidentemente molesta. –Puedes irte, no tienes nada que hacer en este lugar.–
–¿Que haces aquí Alex?– pregunta Romanos sin entender absolutamente nada.
– Él estaba en la carrera con Ali y Emi.– Responde Sofía, logrando que Romano pierda el control y se abalanse sobre él.
–¡Maldito bastardo! ¡Dime que fue lo que paso!– Lo sujeta con brusquedad de la ropa ensangrentada, y Alex hace una mueca de dolor. –¿¡Por que siempre que algo malo pasa estas en el medio Alexander!? ¿¡Que carajos hacías con mí novia!?–
–¡Suéltame! Esto no fue mí culpa. ¡Si la hubieras cuidado mejor no estaría aquí! ¡es culpa tuya! ni siquiera notaste cuando se fue de tu casa. ¡Nunca tendría que haber estado allí!– Los ojos Romano se llenan de rabia, a tal punto que se olvida de que son familia, pero cuando esta a punto de estrechar su puño contra Alex, Marco lo sujeto por los hombros.
–Tranquilo Rom.– Una enfermera, que alcanzó a ver un destello de la escena, se acerca a ellos. – Si no te calmas nos van a sacar. Se que esto cuesta, pero tu chica te necesita a su lado en este momento. Arreglen sus diferencias después.– Murmura.
–Señores, esto es un hospital. Deben mantengan la compostura.– Ordena la anciana mujer con seriedad.
–Lo lamentamos, no volverá a ocurrir. Mí amigo esta algo exaltado, es su novia quien esta allí adentro.– Argumenta Marco, intentando despertar la empatía de la mujer.