9 Secretos [terminada]

El trato.

Lucía Marquez:

Camino por los eternos pasillos de la clínica, mientras involuntariamente atraigo la mirada de los presente por el sonido que emiten mis tacones. Mí sonrisa ha desaparecido. Siento que algo dentro mio murió cuando le dije "Acepto". Le vendí mí alma al diablo para que mí padre pueda ingresar en este lugar, y ahora estoy en sus manos. Me siento sucia, usada, rota. Le entregue mí libertad, mis valores, mis principios, mí cuerpo y mí alma. Se que me obligará a hacer cosas terribles, que va a destruirme y a utilizarme como una más de sus marionetas, porque para él no soy nada. No valgo nada. Se que muchas personas van a salir lastimadas por la decisión que tomé, pero en este momento solo puedo ser egoísta y luchar por ese último rayo de luz, esa última esperanza de salvación.

Dicen que es la ley de la vida. En algún momento nuestros padres se van a ir y solo nos quedaremos con aquello que nos enseñaron, con lo bueno y con lo malo, con los recuerdos... pero yo aun no estoy lista para dejarle partir. No sabiendo que aun tenemos opciones.

Mí teléfono suena, cuando veo el nombre de mi "jefe" en la pantalla se me eriza la piel. La angustia me invade y las lagrimas amenazan con salir nuevamente. No lo atiendo. No puedo hacerlo. No tengo cabeza para escuchar otra de sus amenazas, no en este momento. Pero insiste, Alex siempre insiste, y es una de las cosas que me enamoraron de él en un principio. Porque si, algún día lo ame y él... Él al menos fingía bien que yo era diferente a las otras que metía en su cama, ahora no siquiera se toma el trabajo de hacerlo. Termino por apagar el aparato. Se molestará, pero ya no me importa. Ya nada me importa, solo ver a mí padre una vez más y atesorar cada minuto a su lado.

Doy con el numero de habitación y abro con lentitud la puerta para encontrarme con la mas triste y desgarradora visión. Mí padre, ese que en un tiempo fue un hombre fuerte como un roble, lleno de vida, yace inerte y pálido en una cama luchando por respirar. Mí fortaleza desaparece y me derrumbo sobre la silla que se encuentra a su lado, mientras intento contener las lagrimas. Tomo su mano y el despierta. Quiere hablar, pero esta maldita enfermedad casi se ha llevado su voz por completo.

–Tranquilo Padre... vas a estar bien. Siempre fuiste un guerrero, la peleaste contra todas viejo y cada vez que parecía que todo estaba perdido saliste adelante.-– Aprieta mí mano fuerte y una lagrima solitaria corre por su mejilla. –Confió en vos. Siempre la peleamos hasta el final.–

–Este es el final mí princesa.– Logra articular en un tono tan bajo que apenas es audible y se me hace un nudo en la garganta mientras intento contener el lagrimas. No puedo soportarlo, y como una cobarde, salgo corriendo para evitar que me vea hecha trizas frente a él. Solo puedo llorar son control presa de la importancia. Sin querer golpeo a un chico que viene caminando en dirección opuesta a la mía. Mis zapatos de tacón me hacen perder el equilibrio, pero antes de que caiga al piso, él me sujeta del brazo. Mí mirada se encuentra con sus profundos y misteriosos ojos onix y mí corazón late con fuerza.

–Lo lamento.– Murmuro con la voz rota cuando me suelta.

–No hay problema...– Sonríe, y es casi como si hubiera salido el sol. No se que tiene de especial este chico, pero es como si fuera la vida misma. Todo su ser emana luz, alegría, felicidad, calidez. –¿Te encuentras bien? que pregunta estúpida.– Se responde a si mismo logrando que la sombra de una sonrisa se dibuje en mí rostro. –¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Ven siéntate...– Lo obedezco y para mí sorpresa, se sienta a mí lado.

–Mí padre esta muy enfermo.– Logro articula mientras mí pecho sube y baja dolorosamente y las lagrimas comienzan a caer nuevamente. El solo me mira con una tristeza infinita, pero no dice nada, solo permanece en silencio. No se si es por la situación, pero la persona que tengo en frente me genera una confianza que pocas veces había sentido. Me permito abrirme con él, quizás porque es un extraño que no va a juzgarme, quizás porque si no dejo salir un poco de eso que me invade voy a terminar explotando. Soy de las que siempre se tragan todo lo que sienten, pero hoy necesito desahogarme y sacarme todo esto que me esta quemando por dentro. –Me siento tan sola, tan abrumada por esta situación. Nunca me sentí tan perdida. No se que hacer si le pierdo, es todo lo que tengo en este mundo.–

–Saldrá adelante, tienes que tener fe. Se que suena difícil, pero necesita verte entera...– Respiro profundo, y mí corazón parece detenerse cuando retira mí largo cabello negro de mí rostro. –Ten confianza. Los médicos de este lugar son muy buenos, créeme, harán lo imposible por sacarlo adelante.–

–¿Confías en ellos? ¿Ayudaron a la persona a la cual viniste a visitar?–Pregunto un poco más calmada. –Porque no pareces doctor...–

–No lo soy... En realidad, vengo a visitar a mí novia. Ella estaba en estado critico cuando llego y ahora, casi dos semanas después, esta a punto de ser dada de alta, por eso confío en ellos.– Cuando la nombra, sus ojos adquieren un brillo especial, y siento como si algo en mí interior se removiera. Debe ser lindo estar al lado de alguien así, que te ame, que te cuide, que te escuche. Si es capaz de ser tan amable y atento con una completa desconocida, no puedo imaginar como debe ser con ella.

–Me alegro por ella y por ti...– Artículo forzando una sonrisa.

–Disculpa.– interrumpe una de las enfermeras. –Tu eres el novio de Ali La chica del accidente de moto, ¿no?–

–Si, ¿le ocurrió algo?– Pregunta poniéndose de pie súbitamente.

–No, lamento haberlo asustado, ella está perfectamente. Es solo que el doctor quiere hablar con usted antes de que termine su turno.– El chico suelta un suspiro cargado de alivio y es como si su alma hubiera regresado a su cuerpo. ¿Tanto así la ama párese destruirse ante la sola idea de que algo pueda sucederle? Que envidia... Que no daría yo por estar en su lugar...




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