Los pecadores

Un enorme pilar de luz pudo verse caer al norte de sus posiciones, poco después otros tres pilares le siguieron, Jack retiró su espada del cuello cercenado del tercer devorador que había atacado a sus tropas mientras observaba estos rayos.

“¿Señor?” Preguntó un soldado que estaba a su lado, limpiándose la sangre coagulada de los reanimados decapitados por su hacha.

“¡Soldados! -Gritó- parece que Rita y los otros han recurrido a la ayuda del dios Nahr. Eso solo puede significar una cosa”

Los soldados escucharon sus palabras, pero no dieron respuesta alguna, todos ellos estaban muy concentrados combatiendo hasta tres reanimados cada uno, si hablaban su respiración se vería interrumpida, y el cansancio atacará de inmediato. 

“Significa…” Jack hizo una pausa, tuvo que esquivar un ataque proveniente de un cuarto devorador que surgió entre los enemigos.

“... Que ellos se están llevando todo el trabajo” Continuó, preparando su espada larga en una posición ofensiva, mientras esperaba la siguiente embestida de la criatura.

El devorador se abalanzó, apresurandose rápidamente a la posición de Jack con la intención de embestir y, como su nombre lo indica, devorarlo.

Por un momento Jack pudo ver a la bestia dirigirse a él, como si fuese en cámara lenta, a diferencia de Rita sus músculos se relajaron. Dio un paso a un lado, esquivando el ataque, mientras que su espada descendió con precisión sobre el cuello del devorador, tomando un ángulo perfecto de 45 grados, cortó justo detrás de su cabeza, pasando a través de músculo y huesos hasta salir del otro lado. a lo que, debido a la velocidad, serían solo milímetros de la zona acorazada que formaban sus patas delanteras. 

“¿¡Van a permitir que sus compañeros los vean desfallecer tan fácilmente cuando ellos están tan rodeados de enemigos como para solicitar la ayuda de un dios!?” Gritó Jack al finalizar su movimiento.

Las tropas escucharon con enojo estas palabras, ellos llevaban varias horas luchando sin parar, sus esfuerzos eran verdaderamente los de alguien al borde de la muerte. pero empezaron a sentirse menospreciados

<¿Acaso no valemos lo suficiente para que nos envíen lo mejor que tienen?> Pensaban algunos.

<¿En serio piensan vencernos con desgaste y no en un combate digno?> Dudaban otros más extremos. 

Pero ninguno de ellos se cuestionaba la situación, después de todo, realizar un ritual milagroso grupal era conocido como una medida de extremo peligro. Se requiere que todas las tropas estén sincronizadas con una única voluntad para así reunir el favor divino necesario y que quien lo presida debe poseer una afinidad divina que coincida con la voluntad de las personas, sin mencionar que el cuerpo del presidente debe estar en condiciones para soportar el flujo de poder divino que se transmitirá a los implicados. en definitiva algo que solo podrían hacer si fuesen fanáticos religiosos o estuvieran a las puertas de la muerte. 

El sentirse menospreciados los enfureció e hizo que algunos soldados inmediatamente rompieran su defensa, atacando a los reanimados con intensidad. la visión de sus compañeros combatiendo intensamente y ganando terreno por ello motivó a los demás, quienes les acompañaron en la ofensiva.

“¡Soldados! - Gritó jack- Preparen su voluntad Ígnea”

“”¡Señor”” Respondieron todos, al hacerlo sacaron una piedra pequeña cada uno de sus bolsillos y la golpearon suavemente sobre sus espadas, las piedras rápidamente se pulverizaron y las espadas tomaron un color verdoso.

Las tropas empezaron a sentir una fuerte sed de sangre y un deseo intenso por destruir a los enemigos sin importar su propia seguridad.

“¡Controlen el deseo! vamos a salir de aquí victoriosos y ayudaremos a los demás” Ordenó Jack.

“”¡SI SEÑOR!”” Respondieron las tropas, era difícil, pero tenían la disciplina para sobreponerse a la sensación y el deseo.

El zenit había llegado y ahora eran las tropas no muertas las que se veían abrumadas por el poder de los soldados.