A través del hielo

❄️CAPÍTULO 4❄️

❄️IVAN❄️

Había pasado una noche miserable, me dolía el cuerpo por una tacleada durante el juego y Claire había tenido dolor de estómago, lo que la hizo enfermar y parar en la sala de urgencias para la que le recetaran sueros y probióticos. Eso parecía ser algo sencillo, pero no importaba porque para mí me generaba una ansiedad descomunal pensar en que mi hija pudiera tener algo más grave.

Suerte que luego de su medicina pareció mejorar y durmió toda la noche. Yo no podía decir lo mismo, mi mundo era esa niña y saber que estaba enferma y no poder hacer nada para ayudarla me causaba incomodidad.

Mamá me dijo que eso era algo normal, pero yo me sentía atado de manos por completo.

Recordé la primera vez que tuvo calentura y tenía tres meses conmigo. La llevé al hospital más de las que debería y hasta que mamá no me sentó y me dijo que estaba bien, que yo debía calmarme, no lo hice. Nunca creí sentir ese tipo de amor y desesperación por nadie, pero la vida me sorprendió.

Estaba llegando tarde a una reunión de la junta de la arena, cargaba en mi mano un café y me encontraba cansado. Mamá me dijo que podía cuidar a Claire ya que las dos estarían acostadas y durmiendo mientras yo hacía mis cosas y que papá las ayudaría al salir de la reunión.

Yo no sabría que habría sido de mi si no hubiese tenido una familia y amigos que me apoyaran tanto como los hizo la mía en el momento en que me enteré de que era papá. Katerina fue quien sostuvo mi mano cuando leí la prueba de paternidad que afirmaba que era mi hija. Mason fue quien me ayudó a armar su cuna. Mis padres me orientaron luego de regalarme por mi irresponsabilidad, mis amigos me acompañaron y ayudaron con las tareas. Yo tenía suerte. Demasiada y estaba agradecido por ello.

Ahora necesitaba esa suerte para conseguir una niñera, cosa que se había hecho compleja. Porque nadie parecía adecuado para el trabajo. Tenía que haber alguien allá afuera que no fuera una desquiciada que quisiera robar mi ropa interior o conseguir fotos que vender a revistas.

Si, así de difícil era esto.

Bebí lo que quedaba de mi café y bajé de la camioneta. Eché el vaso en el primer cesto que encontré y me encaminé rápidamente a las oficinas. El problema radicó en que una criatura chocó literalmente contra mí.

¿Qué mierda?

—Lo siento —escuché, sin embargo su voz se apagó al verme. Y me encontré nuevamente con una cara conocida.

Una morena de cabellera rizada que me veía y que la reconocía por otra situación similar.

—¿Es costumbre chocarte con la gente? —mascullé.

—Fue sin querer. Al menos esta vez no hay café en medio —dijo en medio de una sonrisa.

Solo pude poner los ojos en blanco. Me sacaba de quicio esta mujer y lo descuidada que era.

—En este punto no te creo. ¿Eres carterista? ¿O una paparazzi? Necesito que dejes de molestar.

Ira pura y dura se mostró en ese perfecto rostro ovalado. Parecía que le había matado al gato frente a ella, pero no confiaba en nadie. —¿Cómo te atreves?

—Me atrevo porque me parece demasiada coincidencia.

—Eres un idiota de lo peor. Los tipos que creen que se la saben todas son unos ineptos.

—Y las bocazas como tú siempre están metidas en problemas —devolví. Podía sentir como mi sangre se encendía y no por la ira, sino por algo que reconoció como deseo.

Y decidí extinguirlo.

—No conseguirás fotos mías. Me encargaré de destruirte si te atreves hacer algo que arruine mi carrera.

—Por Dios, y para qué querría fotos tuyas. Tienes un problema mental.

—Nob eria una novedad que gente que quiera enriquecerse a costa mía.

—Dios, mi coeficiente intelectual está bajando unos cuantos grados en tu presencia. Vete a la mierda.

Ella se fue cargando una mochila en su espalda. Al verla se me hizo familiar, pero no sabía de dónde. No solo por esa vez en el restaurante,sino como de antes. Pero ¿de dónde?

Llevaba mallas de gimnasia y deportivas, ¿Era patinadora? Tenía el porte, pero no la veía en ello. Tal vez porque no era una de esas chiquillas impresionables que abundaban en ese mundo.

Mi teléfono me recordó que tenía que volver en mí y correr a la reunión. Dejé el encuentro relegado en mi mente y me enfoqué. Llegué con cinco minutos de antelación y fuera de la sala estaba mi padre, este seguía siendo el accionista mayoritario de la junta y el responsable de mantener las arcas de la familia.

—Vanya, qué bueno que llegaste.

Después de que mi padre me regañó hasta el hartazgo por mi irresponsabilidad cuando joven, las cosas cambiaron cuando me volví papá. Obviamente me dijo un montón de cosas cuando les conté, pero ahora era mi modelo a seguir a un nivel superior. Sabía que cualquier miedo podría preguntarle al hombre que más admiraba sobre la tierra.

—Estuve a punto de no hacerlo. Pero Claire se quedó con mamá.

—Ambas estarán bien y sabes que Bea extraña mucho a nuestra nieta, odia no poder cuidarla como antes —sí, lo sabía más que nadie, pero prefería ser responsable a que mamá no se recuperase por mi causa. Nos había dado un susto tremendo el día en que la llevamos al hospital y tuvo que ser operada de emergencia. Ahora estaba en fisioterapia e iba mejorando con cada día que pasaba.




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