Nos mandaron a visitar el museo de la ciudad, íbamos todos los del segundo año así que por ende, iba Raúl y Mía. Me alivió un poco ver que iban separados, ella estaba sola mientras él estaba con su grupo de amigos. Aproveché cuando entramos al museo para acercarme a ella.
-Mía, llevas tiempo sin asustarme-Le dije amistosamente.
-Sí…-Me dijo pero noté que no me prestó atención porque estaba mirando muy molesta a Raúl.
-¿Cómo has estado?
No respondió, seguía mirándolo y empecé a impacientarme, me irrita que me ignoren y más por ese imbécil.
-¿Cómo está tu amigo David?-Le pregunté eso solo porque quería establecer una conversación con ella pero ni siquiera me miraba y sentí mucha frustración.- ¡Vamos mírame joder! Deja de estar pendiente de ese imbécil mientras te estoy hablando.-Le grité con rabia.
-Discúlpame, no sé por qué pero no puedo dejar de mirarlo.
-¿Estás enamorada de él?
-No lo había pensado pero sí, claro que lo estoy.- Me dijo y yo ya había considerado esa opción, yo sabía que me atraía ella pero cuando me dijo esas palabras, sentí que me bajaba algo fuerte en la garganta como un trago amargo hasta el estómago, tal vez no había notado lo rápido que habían avanzado mis sentimientos hacia ella. Me inundó mucha tristeza pero no le dije nada, no me apetecía hablar después de escuchar eso. Solo la miré y también vi tristeza en sus ojos, no era el único que sufría. No sé qué motivos tenía porque yo los veía bien pero sé que algo pasaba.
-¿Por qué tienes esa cara Nathan?
-No es nada.
-Estás tan apretado que provoca patearte-Me dijo en un tono alegre-
-¿Te gusta mucho patear gente eh? Me gustaría que me provocaras dolor pero de otra forma…
-¿Qué es lo que dices?
-Deberías usar ropa más corta y acentuada.
-¿QUEE?
-Algo más sensual, más atrevido.
En ese momento se escucharon los gritos de la coordinadora, estaba sacando a tres compañeros de clase que estuvieron todo el viaje riéndose de ella. El más alto le gritó: La falta de sexo es lo que la trae amargada, ¿sabía que existen vibradores? Eso estuvo pasado pero me hizo reírme con tantas ganas que todos allí me escucharon, nadie más se reía. Ella omitió mi risa y continuó gritándolos para que se retiraran pero ellos se rehusaban a irse y por el contrario, seguían haciendo comentarios sarcásticos que la sacaron de quicio, también me reí de estos y ella gritó tan fuerte que todos se asustaron, esta vez sí se fueron pero antes me hicieron señas amistosas.
-¿Los conoces?-Me dijo Mía-
-Están en mi clase pero no trato con ellos.
-Llevas años estudiando aquí, con ellos y ¿no los conoces?
-Ellos este año se pasaron a mi clase, jamás estudié con ellos.
-Bueno, ellos son leyenda. El más alto se llama Sebastián pero todos le dicen Mickey, a él le agrada que le digan así. Por supuesto es gay. Los otros dos se llaman Martín y Santiago, son hermanos. Todo el mundo sabe que lo son ya que se parecen un poco pero lo que no saben y pocos creen, es que son gemelos pero no son iguales. Ellos dos son los lame botas de Mickey, hacen todo lo que él les dice y me irrita pero aparte de eso, los tres son estupendos.
La escuché atentamente hasta que llegó Raúl y la saludó con un beso delante de mí, no pude evitar poner mala cara y tampoco le devolví el saludo.
-¿Por qué me miras así?-Me dijo Raúl de buena manera-
-No es nada…
-El viernes daré una fiesta por mi cumpleaños, sí quieres puedes ir.
-Está bien, iré.
-Bueno, apunta mi dirección.
-Sé dónde vives.
-¿Cómo lo sabes?
-Sé muchas cosas.
Eran las seis de la mañana del día siguiente, estaba desayunando y al mismo tiempo publicando la descripción del famoso video Daisy’s destruction, es un video tan fuerte que no lo publiqué si no que solo puse la descripción de este, es tan perturbador que ni siquiera me atreví a verlo cuando por fin lo había encontrado, solo leí la descripción. Cuenta como un grupo de personas masacran, violan y torturan a una pequeña, tan solo un minuto después me arrepentí y borré la publicación, a los niños si les tengo respeto. En vez de esto publiqué algo peor, mucho peor.
Un video que es una tortura para cualquiera. La nueva canción de Sleeping with sirens, cómo los odio…
Entré al salón de clases y vi a Mickey sentado hablando con Martín y Santiago, no sé de qué hablaban pero parecía que se divertían. Me quedé mirándolos un rato, con cada comentario se reían y me dieron ganas de sentarme con ellos pero no sé por qué me dio pena hacerlo, me limité a mirarlos y Mickey en un momento lo notó, me sonrió y me hizo señas para que me sentara con ellos. Aproveché enseguida.
Editado: 28.11.2018