Capítulo I

  Capítulo I

                                        La verdad que rompió mi corazón

El aroma a leche con chocolate se impregnó en cada rincón de la pequeña casa que compartía con su madre. No olía mal, pero en honor a la verdad, debía admitir que el aroma era demasiado empalagoso, sobre todo porque le traía recuerdos de su infancia. Etapa preciosa que olvidaba recordar a menudo. Entonces, podía decirse que leche con chocolate era sinónimo a hogar pese a la dificultad que todavía tenía para asimilar ciertas cosas.

Salma terminó de arreglarse el cabello cuando su madre tocó la puerta de su habitación antes de ingresar.

Siempre la misma rutina. El envidiable estado de ánimo de su madre le provocaba malestar. ¿Por qué era tan difícil para ella sentirse de la misma manera? ¿Qué había de malo en odiar los días lunes por la mañana?

Bien. Salma lo entiende, claro que sí. Odiar un día en específico es raro, pero no lo hace a propósito. Todo comenzó ese horrible día lunes en el que Taehyung, su mejor y único amigo, le confesó sus sentimientos. Lastimosamente, esos puros y demandantes sentimientos no estaban dirigidos hacia ella.

Solo recordar hacía que su corazón se apretujara dolorosamente y la vista se le nublara...

¿Alguna vez desearon poder evitar lo inevitable?

Salma mordió su labio inferior con fuerza y controló con esfuerzo el temblor que surgió en su mano. No estaba asustada, más el sentimiento de lejanía y pérdida colmaba en esos momentos su pobre y solitario corazón. Su mirada se perdió en la más brillante sonrisa que hasta ahora pudo apreciar en el rostro de su único amigo.

Sin permitir que Taehyung se diera cuenta de la decepción que pintaba su cara, le animó a continuar con ese desahogo de palabras, que le hacía bien a él, no a ella.

Los ojos de Taehyung permitían el paso a silenciosas lágrimas que pese a no hacer alarde de su presencia, allí estaban, pintando un camino de desilusiones y engaños por su cálido rostro. Podía ver claramente el sufrimiento tras cada palabra pronunciada. Amargura en cada paso mal dado y confesiones ocultas tras sus labios.

Hasta ese día, Salma no sabía cuánto odiaba ver llorar a la única persona que logró cautivar su atención desde el octavo grado, una tarde mientras alrededor de una mesita cuadrada, jugaban ese estúpido juego de verdad o reto en el sótano de su casa.

Desde aquella tarde en que comieron los brownies especiales de su madre, Salma apreció el significado de la palabra compañía y el calor de una tibia mano que sujetaba la suya mientras veían Insidious desde el cómodo sofá de la sala. Taehyung ya no era solo el amigo a quien golpeaba por la espalda si perdía en ajedrez o al que regañaba cuando no salía temprano de su casa para ir juntos al colegio. No, algo en su manera de verlo cambió. Ya no lo veía como el chico de gafas gruesas o escandalosa sonrisa, que por suerte y con el tiempo cambió, empezó a mirarlo más guapo e inteligente, más tierno y sincero que de costumbre y por mucho que le costó admitir durante un buen tiempo, logró aceptarlo: le gustaba la persona con quien creció desde que tenía memoria.