Ághanon, los sueños de Vera

 X. Templo Rojo

  No estaba seguro de sí; traumatizada, era la palabra correcta para el estado de Vera. Pero sí, tal vez era su humanidad lo que la hizo blanco de lo que fuera que estaba tras ella. Abbot se quedó mirando a Elm, pensando en una respuesta y suspiró.

Vera era una niña, aunque lo hayan dudado por un tiempo. La única que parecía estar segura de ello desde un inicio era Nadín.

  —La pregunta es buena, mas no lo sé. Entiendo que nadie lo sabe aún. Que sea ella una Zocfria no justifica que aparente tener cierta edad, —contestó Abbot con sinceridad, no quería añadir suposiciones —. Nadín, dijo que es el protector, no entiendo mucho de esos objetos, más sinceramente me pregunto de qué podrían querer protegerla y quién la protegería si así fuera. Solamente, si sabían que ella vendría y tomaron medidas con considerable anticipación. Más con lo sucedido hoy creo entender la razón del protector, aunque no sirva de mucho —dijo Abbot y tragó con fuerza.

  —Tal vez. A decir verdad juzgué que al tener más estrecha relación con ella, sabrías algo que nosotros no. Debemos indagar sobre sus padres. Pero a ella, ella debe hablar. Nosotros aquí no podemos hacer mucho y comenzarían a sospechar de si buscamos datos de una humana con tanta insistencia después de tanto tiempo —dijo Elm, quien pasó de una expresión calma a una de sorpresa— ¡Ella!…ella ha dicho que el collar se lo dio su madre ¿recuerdas? —dijo Elm con asombro.

—Sí, ahora que lo dices ¿Quieres decir que su madre es de aquí?, ¿no era su padre? —preguntó Abbot en un susurro.

—Quizá, sino ¿Por qué tendría algo así? —respondió el sanador.

—Es mejor hablar con Vera y no sacar conclusiones. Enid nos sería de mucha ayuda, ella entiende de protectores y ese tipo de objetos, si solo se quedara quieta. —Terminó Abbot que ya sentía dolor de cabeza con todo el asunto—de igual manera me inquieta saber que algo ronda tras la niña.

— ¿Cómo te encuentras tan seguro de que iba tras ella?

—Nadie más se vio afectado. Y no eran Ures.  Alguien ha hablado cosas que no debía y es peligroso no saber de quién se trata —dijo dando por finalizada la conversación.

 

 La luz le molestaba los ojos y sentía que unas finas manos la tocaban por los hombros.

            ¿Tan poco durmió que ya tenía que despertarse y almorzar con su familia? no es que le disgustara, pero quería estar en el festival ¿eso quería decir que el collar no funcionaba siempre? Se afligía. Hasta que escuchó la voz de Nadín y el aroma a no sabía qué, pero ella siempre olía a eso, flores del lugar tal vez. Ahora que lo pensaba no sabía de donde era Nadín, ni qué era. Porque una elfa no era.

—Vera, cielo despierta o no podrás disfrutar los eventos—habló la su protectora y ella abrió los ojos con pereza— ¿te sientes mejor? —dijo Nadín con una sonrisa. —Elm ha dejado esto para que bebas.

Vera se inquietó de saber que tenía que beber alguna medicina. Pero lo hizo, no era tan asqueroso como pensaba. Lo acompañó con el desayuno, jugo de Licona con la pulpa del fruto, una especie de panes que se desarmaban en su boca apenas los mordía y un jarro de << ¿leche?, ¿hay vacas acá?>> se preguntó ella mirando el recipiente.

—Es jugo de Prial, las mieles del árbol, es un poco dulce y espesa, pero es muy buena, en espacial para ti que estás creciendo—dijo la enana Izal y Nadín asentía a todo lo que ella decía.

Habló nuevamente indicando que debía usar un atuendo especial que Elm dejó para ella. Era una prenda blanca con detalles negros, muy elaborada.

 Se demoraron más en salir porque Izal indicó que debía bañarse antes.

 

 El baño no era como los que conocía, era de esperarse, pocas cosas eran como las que conocía. En el centro de una sala bastante espaciosa con arcos de piedra pulida, había un pozo amplio con incrustaciones de gemas, flores aromáticas y sobre él, en lo alto una especie de gárgola arrojaba agua de su boca del mismo color turquesa que las agua del Nil.

 Izal le pidió le entregara su vestido. Lo que a Vera le dio un poco de vergüenza, cosa que Izal notó y se dio vuelta, quedando de espaldas hasta que Vera le dio sus ropas menos el collar, claro. Y se metió al agua gracias a un escalón, soltó un quejido cuando sintió el agua helada.

—Si la quiere con más temperatura solo arroja una roca gris, de esas que están a un lado de la fuente. De a una, cuando este a una buena temperatura, no arrojes más, permanecerá caliente hasta que salgas —dijo y salió. Dejándola sola.

 Le inquietó saberse sola, pero estaba en Werban no podrían atacarla. Pensando eso pudo bañarse tranquila, hasta que vio unas leves marcas en sus brazos. No parecían huellas, tampoco cicatrices. No le dolía, pero no las vio antes.

 

 Una vez limpia, con un exquisito perfume. Salió y decidió no contar sobre las marcas a nadie.

             Izal comenzó a arreglarla, trenzó su largo cabello y lo decoró con flores. Nadín llevaba un vestido parecido al de ella, de color ámbar como sus ojos.

 

 Salieron todos juntos de la mansión directo a al festival. Excepto Elm que salió mucho antes. Un gnomo les dijo que el mákato (una especie de casita rodante tirada por un takúri, una bestia que puede andar por diversas superficies) estaba siendo usado por su señor, pero que estaba Zuk y podían ir en él. Vera miraba con horror al animal que lucía como un león alado. Ellos agradecieron y decidieron caminar o bien colarse en alguna caravana.



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En el texto hay: sueos extraños, lunas, energa

Editado: 30.11.2023

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