Ághanon, los sueños de Vera

 XVII. Dolor

      Ya entrada la noche, Atif iluminaba el cielo. Nadín  comenzó a abrir pesadamente los ojos, ya no estaba en Sitra, la habían trasladado. Podía ver que alguien se acercaba y sentaba a su lado. Traía una sonrisa amarga. Parecía como si lo hubieran arrastrado por la inmundicia, traía el cabello desordenado. 

 Después de un largo silencio ella preguntó por la niña. Él muy sereno le dijo que la estuvieron buscando, y todo lo que le pasó mientras lo hacían. Pero no sabían nada de Vera.

Ella se levantó haciendo que Abbot y Elm se levantaran con ella, iba a avanzar cuando él elfo habló.

—Oye todo está bien. Vera está en su casa lo ha conseguido—dijo aliviado cuando un Legúl acababa de aparecer frente a ellos.

 

***

            Despertó bañada en sudor y nerviosa buscaba a su tía por la casa, todavía le dolían los tobillos y la cabeza, sentía que el corazón se le salía del pecho. Corrió escaleras abajo hasta que la encontró sentada en la cocina.

            Desesperada, entre lágrimas, preguntó a Dana si la iban a abandonar. Su tía negó preocupada.

            Tanto la situación como el estado de Vera la alertaron, e insistió en que le dijera quien le dijo eso, Vera no respondió nunca le creería.

— ¿Me prometés? —preguntó abrazándose a su tía, todavía temblaba.

—Sí calmate por favor, a ver contame ¿Qué pasó? —Preguntó su tía tratando de actuar con normalidad para no asustar más a su sobrina.

—Él viene a buscarme—dijo mirando hacia las escaleras.

— No, Vera, no viene nadie, solo fue una pesadilla. No pasa nada. Nadie te va a llevar y nadie te va a dejar.

            Su tía consiguió calmarla y que se fuera a adormir nuevamente.

 

 Olía a canela, a sándalo y a alguna otra hierba que desprendían las esencias aromáticas. Dana las ponía en la habitación para relajarla de alguna forma y a Vera le encantaban esos detalles. Se quitó el collar para dormir el tiempo que le quedaba; más relajada.

 

            Pasaron pocos días después de lo sucedido. Se encontraba en clases. Hacía calor y la humedad dejaba el ambiente muy  pesado.

— ¿Cómo dormiste? —preguntó un compañero.

— ¿Qué?, ¡ay no! me quedé dormida —respondió asustada, mirando a su alrededor.

—Casi toda la clase —dijo él apoyándose en la mesa.

— ¿De verdad? ¿La maestra se dio cuenta? ¿Y ahora qué hago? —Su voz aceleró cada palabra con un tono que trasmitía preocupación

—Sí, pero no intentó despertarte— el nene levantó los hombros como respuesta a todas las demás preguntas.

 Por las dudas no iba a contarle nada a su tía. Su compañero le prestó las hojas así que no se iba a dar cuenta.

 

 Por la tarde, Amadeo jugaba solo en sala de la casa de Vera. La relación con él no era la de siempre. Últimamente estaban algo distanciados, él llevaba su consola de videojuego y se la pasaba todo el tiempo ahí. A ella le gustaba, al principio, pero le andaban aburriendo sus juegos y peleaban mucho porque Caramelo le mordía los cables. Entonces aprovechaba el tiempo que él jugaba para hacer otras cosas. Como buscar más pistas entre las cosas de su madre, rever ciertas cosas, escribir en su diario, porque supuso sería una buena idea ir narrando sus experiencias en su propio diario.    

  Su amigo andaba bastante desinteresado en sus experiencias, ya no le preguntaba nada y tampoco la escuchaba ponía atención si le contaba. Razón por la que prefirió no contarle más nada. Se sentía un poco sola respecto al tema, únicamente con él hablaba de ello.

 

 Debía confesar que le apasionaba Ághanon, más allá de todo lo que pudiera suceder. A pesar del temor que le provocaba pensar en ese monstruo y de volver a verlo, aunque sabía cómo evitar su aparición, no lo haría. Necesitaba saber quién era y qué era eso que quería de ella.

 

            Era de tarde y hacía mucho calor, parecía que llovería en cualquier momento. Mientras Amadeo jugaba, ella estaba acostada en el sillón, jugando con el collar que volvió a ponérselo. Ya habían tomado tereré, trató de hablar con él pero no funcionó, por lo que se permaneció ahí hasta que ganó el cansancio y se durmió.

 

***

 El cielo estaba oscuro y Gaiela era azotada por un desastre natural (suponía ella), bastante extraño, el suelo emanaba líquido, no caía del cielo. El viento golpeaba con fuerza y las zonas más pobres de Gaiela estaban inundadas de gomoso líquido verde. Ese era el tipo de clima que odiaban los lugareños, el que llega con esa luna.

 Por suerte Vera hacia su aparición en Werban donde no pasaban ningún tipo de necesidad.

 

— ¡Vera! —gritó Nadín que corrió a abrazarla apenas la vio entrar — ¿Cómo te encuentras cielo? ¿Qué sucedió? ¿Qué te han hecho? ¿Por qué no has vuelto todo este tiempo? —preguntó Nadín con una expresión imposible de descifrar.



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En el texto hay: sueos extraños, lunas, energa

Editado: 30.11.2023

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