Ághanon, los sueños de Vera

XIX. Edróm

— ¡NO! — Gritó con fuerza. Unos pasos ligeros resonaron en el corredor. No podía terminar de despertar y sentía una presencia que parecía desafiar el paso del sueño al de su mundo despierta, y la obligaba a permanecer en ese estado.

— ¡Vera! —Gritó Dana y subió corriendo por las escaleras.

 

Luchaba dormida, su pesadilla no estaba destinada a terminar pronto. Un suave suspiro escapó de sus labios y un el enrojecimiento de sus mejillas anunció el agotamiento en ella.

 

 Cuando Dana llegó se encontró con la niña que la miraba aterrorizada desde el otro extremo de la habitación, sus ojos estaban rojos por las lágrimas y negaba enérgicamente con la cabeza de un lado a otro.

 Se acercó a ella tratando de calmarla, la abrazó y preguntó qué pasó.

Vera le contó lo que escuchó, que no podía despertar, cuando logró hacerlo estaba oscuro y pensó que estaba muerta, pero escuchó una voz, estaba segura que era su mamá.

Dana la escuchó un poco preocupada, le había dicho que solo fue una pesadilla pero Vera insistía en que fue real.

Su corazón latía con fuerza y sudaba mucho. Para mayor preocupación de la niña, su mano tenía un rasguño inquietante, tendría que pensar una mentira creíble para eso.

           

 Después de calmarse se quedó despierta, ya eran las 7:00 a.m. Se duchó y preparó para ir a la escuela; donde continuaba durmiéndose, si seguía así tendría serios problemas.

 

 

            Por la tarde ella seguía leyendo un cuaderno de su mamá que era bastante grande, su estómago estaba hecho un puñado de nervios generados por la ansiedad.

 Luego de cerrarlo solo tenía una señal y más dudas. Por lo que se dirigió a su tía a ver si podía ayudarla.

— ¿Má algún novio de mi mamá se llamaba con E?

— Vera ¿Qué te pasó en la mano?—dijo Dana sin responder, al ver la mano de su sobrina.

—Que importa, tía no me cambies el tema ¿sí o no? —dijo ansiosa.

—y qué te puedo decir, no sé. —Respondió sincera, no lo sabía.

—Mmmm—dijo Vera mirándola desconfiada.

—De verdad ¿por qué te importa tanto? Andas rara últimamente ¿Qué pasa?, ¿querés tener novio ya?

— ¡No! Por nada, gracias Má. —Le dijo, le dio un sonoro beso y se estaba por ir pero Dana la interrumpió.

— ¿Sos así de preguntona en la escuela? Tu maestra debe estar contenta o cansada ¿no te dice nada? —dijo riendo.

—No, ella no, pero Abbot si—dijo, y quedó inmóvil cuando se dio cuenta.

— ¿Abbot?, ¿y eso?, ¿quién se llama así? — preguntó asombrada del nombre.

— ¡Un amigo! —Dijo rápido y su tía la miró.

— ¿Tu amigo se llama así? Dios mío cada nombre les ponen a sus hijos.

— No, no se llama así, yo le digo así ¿Cómo se va a llamar así? Pasa que me hace acordar a una caricatura—respondió nerviosa para zafar.

— No le pongas nombres raros a la gente nena.

—Bueno nena—dijo imitando a su tía—Se estaba yendo y retrocedió— ¿Amadeo no viene hoy? —Preguntó cuándo vio la hora.

—No, tiene un campamento con la escuela ¿terminaste de juntar las cosas para dar? Falta poco.

—Si ya termino, me falta una caja no más—Dijo y se fue a su pieza a seguir revisando.

Gabriela tenía muchas cosas. Todo lo que incluía libros, cartas, anotaciones y cosas de ese tipo, Vera lo guardaba en su mesa de luz y ropero. El resto seleccionaba cuidadosamente. Había pasado un buen tiempo haciendo eso, necesitaba su siesta, un ratito al menos y también necesitaba respuestas que no iba a buscar en diarios teniendo a Enid en Ághanon.

*****

— ¡Por los Ures que eres ruidosa! ¿Por qué gritabas? —regañó Kugo apenas la vio llegar.

—Dejame de joder. Espero te hayan castigado por dejarme sola. Y no estaba gritando ¿estás loco?—dijo Vera encaminándose a la casa.

Pero él se refería a la última vez que estuvo ahí.

 

 Al entrar, Izal la recibió y la acompañó a su espacio, donde le dijo que esperara a que ella informara su llegada, que no se moviera de ahí.

 

            Ya con casi todos presentes en la casa, Vera empezó a hablar con bastante dureza en la voz.

—Descubrí algo pero primero quiero saber ¿qué paso con mi mamá?

— ¿Otra vez? Vaya que eres insistente. Ye te lo he dicho—dijo Enid que se veía bastante saludable.

Los demás se miraron preocupados de imaginar qué le dijo a la niña.

—Yo no creo que sea solo por eso—dijo Vera insistiendo.

— ¡Cielos! ¿Quieres saber por qué a tu madre si quiera la mencionan aquí? Está bien—dijo Enid y todos la observaban advirtiendo que pensara bien lo que iba a decir —no me vean de esa manera, ya es grande. Ella ha decidido que quiere saber.



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En el texto hay: sueos extraños, lunas, energa

Editado: 30.11.2023

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