Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al escucharlo decir eso. Lo dice de una forma tan desinteresada que me hace dudar si en realidad me ama tanto como dice. No se supone que siempre dicen, es mejor ser amado que amar. En este caso empiezo a dudar de sus palabras y creer que me ha traído aquí mediante engaños...
—Pero no te preocupes, no permitiré que eso pase —señaló sin detener sus pasos.
No le respondí. Desvíe la mirada molesta, no necesita decirlo, no me interesa, solo debo esperar una oportunidad para escapar y volver a casa.
¿Por qué tengo que estar pasando por estas cosas cuando a esta hora debería estar en casa a punto de darme una ducha y dormir?
Caminamos hasta detenernos en lo que parece una enorme escuela, hay unas palabras escritas en la entrada "Alis Academiae Nigrae". Le señaló esto, y con seriedad me lo traduce.
—Academia de las alas negras —responde sin detener sus pasos.
El edificio de oscura piedra gris deja ver dos enormes puertas de madera abiertas de par en par, cuyo tamaño son tan grandes que de seguro solo aquellos como Brando podrían abrirlas.
Hay niños corriendo, con túnicas de tono blanco, con unas alas más desarrolladas que los niños que vimos fuera de la academia. Más al fondo hay un patio externo de gran tamaño donde muchachos de todas las edades comparten unos con otros leyendo libros o riendo.
—Buenos días, maestro Lux —saludaron a Brando con cortesía inclinando incluso sus cabezas.
Es evidente que es muy respetado por los más jóvenes, y que su historia de ser un maestro de la academia de este reino era verdad. Sin detenernos seguimos avanzando hasta entrar a un pasillo de piedra que nos condujo hasta la entrada de una torre. El interior de la torre es más amplio de lo que se ve por fuera, y subimos unas anchas escaleras hasta el lugar en donde se dividen en dos, una escalera que va hacia el lado derecho y otro al izquierdo.
Veo banderines colgando, y un enorme escudo que parece representar a la escuela.
Finalmente, nos detenemos frente a una puerta, en donde Brando da dos golpes antes de que la voz de un hombre mayor lo invita a entrar.
Tras un escritorio, el anciano que escribía con una pluma dorada detuvo su mirada en ambos, y se colocó de pie de inmediato, acercándose más a mí que a su propio discípulo.
—Maestro Siwan, al fin la traje conmigo —exclamó Brando con seriedad.
—Vaya, es ella —dijo el anciano sin dejar de caminar a mi alrededor—. ¿Planean tener hijos pronto?
Esperen... ¿Qué acaba de decir?
—¡¿Qué?! ¡No! —respondí de inmediato, ¿cómo podría siquiera pensar en eso? De seguro, Brando también se sentirá ofendido.
—Claro que sí, luego de derrotar al actual emperador.
—Oye, espérate, no he dicho que quiera tener hijos contigo —me giré a mirarlo sin creer lo que acaba de decir.
—La promesa de la emperatriz fue entregarme su amor y su vida, eso comprende tener hijos —respondió entrecerrando los ojos con una semi sonrisa irónica.
Chasqueé la lengua, a veces no puedo entenderlo, es como si simplemente festejara tenerme en sus manos, pero otras veces me ignora y otras parece realmente enamorado, ¿qué pasará por la cabeza de este hombre?
—No me involucres con las promesas que te hizo esa mujer. Solo acepté venir acá porque quiero que te des cuenta de que no soy ella. Desconozco porque puedo tener alas, pero no soy esa emperatriz que crees que soy. No digas que no te lo advertí.
El anciano afirmó con la cabeza mientras vuelva a caminar a mi alrededor.
—En apariencia no se parecen, la emperatriz era una mujer de una belleza deslumbrante... en cambio, tú...
—¿Es necesario ofenderme? —detuve sus palabras y el hombre mayor se echó a reír.
—Es una criatura humana bastante extraña —señaló antes de volver a su asiento—. Entonces, si estás tan seguro que es Alyskara, ¿por qué tenías la urgencia de verme?
Brando adelantó sus pasos tensando su rostro.
—Es por esto —y sin decir más me quitó la capucha dejando ver mis dos alas grises.
La pluma dorada, que el anciano había tomado entre sus manos, se resbaló en ese momento, y sus ojos se abrieron de par en par como si estuviera viendo algo que nunca antes había visto.
—Un alas grises —dijo sorprendido y volvió a levantarse de su asiento sacando un monóculo de su bolsillo para observar mis alas con mayor atención—, no veía a uno desde que era un niño pequeño, luego de la exterminación de ambos reinos contra los alas grises no ha vuelto a nacer uno. ¿Sabes lo que esto significa?
—Ella no es la emperatriz —dijo otro hombre que entró de repente a la sala, con seriedad, dirigiéndome una mirada molesta.
Aquel de alas negras tan impresionante como Brando, de cabellera blanca y larga, y fría mirada de ojos color violeta, me observo con desprecio.
—Ella lo es —afirmó Brando colocándose delante de mí como si el desconocido pudiera intentar algo.
—Eres un idiota, llevas años en el mundo humano protegiendo a nuestra supuesta emperatriz y debe aún dolerte haberte dado cuenta que ella no era nuestra señora. En verdad eres decepcionante, Brando.
Mientras él apretaba los dientes, yo arrugué el ceño.
—Es lo que he intentado decirle —reclamé, luego dirigí mi atención al anciano—, entonces, ¿cómo puedo deshacerme de ellas y volver a mi vida normal?
—Es complicado...
Y al escucharlo no pude evitar sentirme desesperada.
—¡Yo no puedo estar así! Yo necesito volver a casa, necesito...
—Tener alas grises no significa que no pudieras ser la anterior emperatriz, sino un quiebre de su propia alma —habló el hombre sin dejar de revisar mis alas y hasta se atrevió a quitarme una pluma, me quejé del dolor viendo como metía la pluma dentro de un raro objeto.
—¿Qué quiere decir con eso? —preguntó el alas negras desconocido.
—Alex —respondió el anciano sin dejar de analizar la pluma—, puede ser que Alyskara inconscientemente no quiera volver al Reino de las Alas Negras. Ella, por una parte, quiere seguir siendo humana, y al negarse está bloqueando sus alas de manera que solo ha dejado libertar una ínfima parte de su poder. En otras palabras, no es un ala gris, es un aura gris.