Amelia.

Capítulo. -3. Freya.

Y así es como termine en mi casa cambiándome para ir a una fiesta con Felipe y Marcos.

Ya me estoy arrepintiendo de tan solo ver mi cómoda cama ahí esperándome pero recuerdo que Felipe está abajo esperando por mi para luego ir a por su hermano.

No se que ponerme, tengo un par de vestidos ahí en los cajones pero siendo sincera no los he usado mucho, solo antes, en ese día yo llevaba un vestido...

Si, antes los usaba, ahora no mucho, decidí ponerme un simple vestido negro con mangas transparentes y un escote de reina Ana, la tela se acopla a mis curvas y llega unos dedos antes de mis rodillas.

Bufé mirándome en el espejo, —Podría estar peor—, Si, claro que podría, puse mi cabello a mis costados y así me sentí mejor.

Me puse unas zapatillas negras bajas y volví donde Felipe ya me esperaba sentado mirando su teléfono.

Al sentir mis pasos se giró hacia mí y me sonrió.

—Te ves muy guapa, —Me halaga y yo le hago una pequeña reverencia.

—Iremos a mi casa a buscar a Marcos y aprovecharé y me cambiaré, —Asentí tomando el bolso donde estaba mi celular y mis llaves.

—Vamos.

Ambos comenzamos la marcha hacia su auto y comenzó a conducir en silencio.

—¿Puedo? —Pregunté apuntando a la radio y él asintió.

—Puedes.

Puse la radio y Daddy issues de The neighbourhood comenzó a sonar.

Sin poder evitarlo comencé a cantar en voz baja mirando como pasamos rápido los arboles que habían a los costados de la autopista.

—Go ahead and cry, little girl Nobody does it like you do I know how much it matters to you I know that you got daddy issues, —Felipe Río pero no me detuvo, tal vez es por mi nivel de inglés, no estaba nada mal pero tampoco era muy bueno.

Seguí cantando hasta que comenzó a bajar la velocidad y le baje a la música.

—Esa es nuestra casa, —Comentó.

—Es muy bonita, —Él en respuesta solo me sonrió.

Estaciono el auto y nos adentramos en su casa, sin evitarlo mis ojos fueron a todas partes mirando todas las cosas que habían hasta que llegaron a un cuadro familiar.

En la foto se veía dos niños, una pequeña bebé que era sostenida por una bella mujer de cabellos dorados, el hombre que estaba a su costado era un poco más alto que él, de ojos cafés y sonrisa amable.

Se veía desde lejos que eran una familia alegre, —Bueno, no supondré nada, uno nunca sabe, las apariencias engañan.

—Puedes sentarte un momento si lo deseas, —Me invitó a continuar, —Oh no...

Dijo y yo lo miré extrañada cuando su madre salió y me vio, algo en ella se encendió y eso me alertó, miró a su hijo y a mí intercaladamente y yo me mantuve más quieta que en toda mi vida, sus ojos me repasaron más de una vez y contuve la respiración cuando comenzó a acercarse a mí a grandes zancadas.

Cerré los ojos por un momento y luego sentí unos cálidos brazos rodeándome, abrí los ojos y me encontré a la misma señora sonriendo con alegría, sus hoyuelos me parecieron tan tiernos.

Oh, de allí habían venido los hoyuelos de Marcos.

Le sonreí de igual manera mirando a Felipe quien se veía avergonzado.

—¿Cuál es tu nombre dulzura? —Me pregunto obligándome a seguir su paso entrando a no se donde,

—Freya... Mi nombre es Freya.

—Es un gusto conocerte Freya, mi nombre es Claire ¿Deseas algo de beber? —Negué con la cabeza.

—Estoy bien, no se preocupe.

—No seas tímida, si necesitas algo solo debes decirlo, —Aseguró y asentí sonriendo.

—Muchas gracias.

—Madre... —Dijo Marcos que estaba al lado de Felipe, —Lo lamento, es algo efusiva, —Su madre le miró mal pero lo ignoro.

—No pasa nada, —Vociferé encogiéndome de hombros.

Hace tiempo no sentía tanto amor maternal, aguante la mueca de tristeza que quería plantarse en mis labios.

—Iré a cambiarme, —Hablo Felipe de nuevo, —Madre, por favor no la agobies, es a la única chica a la que se ha atrevido a pedir su número, —Indica con la cabeza a un Marcus avergonzado.

Me reí para mis adentros cuando la señora Claire comenzó a ajustar las piezas del rompecabezas, se giró hacia a mi y yo no sabia que hacer o decir ¿Que puedes decir en momentos como estos?

Marcus se sentó a mi otro costado y yo me recosté en el sillón para que él y su madre también pudieran verse.

—¿Segura que no deseas nada? ¿No tienes hambre, sed o algo?

—Madre, por favor la estas agobiando demasiado, —Negué deprisa.

—Tu madre es encantadora, —Me sincere.

—Ella me agrada, —Se levanta y mira con una sonrisa malvada a Marcus, —Bien, yo me iré a la cocina.

—Bien.

Luego de irse a la cocina él me miró abochornado.

—Lamento mucho eso... —Musitó haciendo una mueca y le reste importancia soltando una risa.

—Te has disculpado demasiado, en serio todo está bien, —Asintió y los pasos de alguien me hicieron voltear.

Felipe no se veía para nada mal, yo solo me le quedé viendo en silencio.

—Límpiate.

—¿Disculpa? —Pregunté.

—La saliva, —Fingió limpiarse las comisuras de los labios y yo abrí la boca ofendida.

—Ya.

—Pues ya, vámonos, —Me levanté junto a Marcus que se mantenía en silencio cuando su madre interceptó nuestra salida.

—¿Se van tan pronto?

—Si, madre, —Marcus se arregló la chaqueta, —Saldremos un rato.

—Pues que vaya bien, —Sonrió igual de amable, —Fue un gusto conocerte Freya, —Tomó mis manos y las acarició con cariño, —Espero verte más seguido.

—Espero igual señora Claire, —Le sonreí y solté sus manos avanzando antes que ellos dos.

Los oí despedirse de ella y eso me hizo arrugar la nariz con ternura cuando vi que en sus ojos se reflejaba el amor que le tenía a sus hijos.

Avanzamos hacia el auto y ahí es donde caí en cuenta que uno debería ir solo atrás.

Sin dudarlo tomé la puerta de atrás pero Marcos puso su mano sobre la mía y luego la quito rapido.




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