Eliam Ferrari
Después de un rico desayuno, camino hacia el closet para vestirme en uno de mis clásicos trajes de dos piezas. Mientras desayunaba avise a mi padre que pasaría por casa para conversar sobre el tema y luego tendría que ir a la empresa ya que tengo que firmar algunos documentos que necesitan urgente. Y también convoque una reunión para hablar sobre la asociación necesito opinión de mi personal. Tengo que asegurar que este contrato más que todo me sea útil.
Salgo de casa en mi Bugatti Chiron seguido de mi escuadrón de guardaespaldas que van custodiando.
Llegando a casa me estaciono en la vereda y salgo de él, camino hacia la entrada y voy sacando mi teléfono para llamar a Federico para que tenga todo listo para la junta.
—Dime hermano
—Ya en media hora estoy allá, que tengan todo listo.
—Si ya todos tienen en sus manos los documentos que enviaste, tenemos todo listo.
—Perfecto, yo acabo de llegar a casa de padre, conversó algo rápido y me dirijo hacia la empresa, apenas llega y comienza la junta, tengo que hacer una parada por el casino.
—Listo, saludos a tus padres.
—Ok.
[•••]
—Hijo —me abraza y me da un beso en la frente. —Te extrañe mucho, no sabes la falta que me hizo no estar cerca de ti, ya tu padre me hablo que ya hicieron las paces.
—Si madre, perdón por alejarme, pero me enfade mucho, por las decisiones que tomaron y que no consultaron conmigo antes de dar una orden. —Me adentro con ella y caminó hacia la oficina de papá.
—Ve tu padre te está esperando, luego conversamos tu y yo. — Asiento y entro.
•••
—Padre. —Murmuró y alza su mirada.
—Hijo —Caminó hacia él, le doy un abrazo. —que bueno que llegas, toma asiento por favor.
—Bueno y dime ¿ya tomaste una decisión?
—La verdad, la verdad aun no estoy muy seguro, pero ya en la empresa me están esperando para una reunión que convoque para hablar de esto. Sabes que no me puedes arriesgar. Después de la junta te llamaré para que sepas mi respuesta.
—Bueno hijo, estaré esperando la llamada. Sabes que la familia Foster son unos viejos amigos y colegas. En mis inicios, Enrique siempre me apoyó al igual que yo a él, siempre hemos sido amigos, y si hay una posibilidad de ayudar con gusto, pero claro ahora que yo ya no tengo la empresa en mi poder ya no puedo decidir.
—Exacto y por eso mismo, me distancie porque es mi decisión y yo tenía que ver esto, esta bien que quieres ayudarlos pero me concierne a mi a decidir.
—Si me disculpo por eso, pensé que estarías de acuerdo. Pero bueno, olvidemos eso. Espero tu llamada entonces.
—Sí padre. Bueno me tengo que ir, me están esperando.
Me dirijo hacia la salida, cruzando los pasillos vacíos sin encontrarme con nadie. Al llegar, el mayordomo abre la puerta, permitiéndome salir directamente hacia el coche. En cuestión de segundos, ya estoy en la vía principal, acelerando rumbo a la empresa.