Apostémosle al amor

Capítulo 13: Familia

Romina

La puntualidad de Daniel me sorprendió cuando llegó exactamente a las 2 de la tarde, tal como lo había prometido. Había pasado las últimas horas empacando y tratando de no pensar demasiado en lo que podría pasar. Aún me sentía un poco nerviosa por la idea de pasar la noche fuera, pero confiaba en Daniel y estaba emocionada por la sorpresa.

—¿Lista? —preguntó Daniel con una sonrisa cálida, apoyado en su carro.

Asentí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Sí, lista. Vamos.

Daniel tomó mi maleta y la guardó en el maletero antes de abrirme la puerta del copiloto. Aprecié el gesto, siempre tan caballeroso. Mientras nos alejábamos de la ciudad, me sentí cada vez más curiosa sobre nuestro destino.

—¿Me vas a decir a dónde vamos ahora? —pregunté, mirando a Daniel con una sonrisa.

Él negó con la cabeza, sus ojos brillando con diversión.

—No, pero puedo darte una pista. Vamos a conocer a alguien muy especial.

Mis pensamientos comenzaron a girar, tratando de adivinar de quién hablaba. ¿Alguien especial? ¿Familia? ¿Amigos? Me recosté en el asiento y miré por la ventana, disfrutando del paisaje que pasaba rápidamente.

—¿Sabes? No soy muy buena con las sorpresas —dije, rompiendo el silencio.

Daniel sonrió, sin apartar la vista de la carretera.

—Bueno, eso solo hace que esta sorpresa sea aún mejor.

Reí, apreciando su entusiasmo, pero después de un rato de silencio, empecé a sentirme un poco inquieta.

—Daniel, ¿cuánto falta para llegar? —pregunté, tratando de no sonar demasiado impaciente.

—Un par de horas más, quizá —respondió. —¿Estás aburrida?

—Un poco, lo admito. Aunque la compañía es buena.

Daniel soltó una pequeña carcajada.

—Entonces, hagamos algo para pasar el tiempo. ¿Qué te parece un juego?

—¿Un juego? ¿Qué tipo de juego? —pregunté, intrigada.

—Vamos a jugar "Veinte Preguntas" —sugirió. —Es simple. Hacemos preguntas el uno al otro, y tenemos que responder honestamente. Así, nos conocemos mejor.

—Está bien, suena divertido. Empieza tú.

—De acuerdo —dijo, pensativo por un momento. —¿Cuál es tu recuerdo favorito de la infancia?

Reflexioné un momento antes de responder.

—Creo que sería cuando mi familia y yo íbamos de vacaciones a la playa cada verano. Construíamos castillos de arena y recogíamos conchas. Esos momentos siempre me hicieron sentir muy feliz y segura.

—Eso suena maravilloso —dijo Daniel con una sonrisa cálida. —Tu turno.

—Hmm... ¿Cuál es tu mayor miedo? —pregunté, curiosa por su respuesta.

Daniel permaneció en silencio por unos segundos antes de responder.

—Supongo que mi mayor miedo es perder a las personas que amo. La idea de no poder proteger a mi familia y a mis amigos me aterra.

—Es un miedo muy noble —dije, sintiendo un nuevo nivel de respeto por él.

—Mi turno otra vez —dijo Daniel, mirándome con una expresión pensativa. —¿Alguna vez has estado realmente enamorada?

La pregunta me tomó por sorpresa. No esperaba que se dirigiera hacia temas tan personales tan pronto. Me tomé un momento para reflexionar antes de responder.

—Sí, lo he estado. Hace algunos años, tuve una relación que pensé que era para siempre. Pero no funcionó como esperaba.

—¿Qué pasó? —preguntó Daniel, su tono curioso, pero había una pizca de algo más en su voz, una emoción que no pude identificar de inmediato.

—Mi turno otra vez —dijo Daniel, mirándome con una expresión pensativa. —¿Alguna vez has estado realmente enamorada?

La pregunta me tomó por sorpresa. No esperaba que se dirigiera hacia temas tan personales tan pronto. Me tomé un momento para reflexionar antes de responder.

—Sí, lo he estado. Hace algunos años, tuve una relación que pensé que era para siempre. Pero no funcionó como esperaba.

—¿Qué pasó? —preguntó Daniel, su tono curioso, pero había una pizca de algo más en su voz, una emoción que no pude identificar de inmediato.

—Éramos muy diferentes —dije, tratando de mantener la explicación breve. —Al final, nuestras diferencias nos separaron.

Daniel asintió lentamente, con una expresión seria.

—¿Sigues en contacto con él?

Negué con la cabeza.

—No, cortamos todo contacto después de la ruptura. Fue lo mejor para los dos.

Daniel pareció relajarse un poco, pero noté una sombra de celos en su mirada. Me confundió ver esa emoción en él, alguien tan seguro y confiado.

Decidí cambiar de tema para aliviar la tensión.

—Ahora es mi turno otra vez. ¿Cuál ha sido tu relación más importante?

Daniel suspiró, visiblemente aliviado por el cambio de tema.

—Hubo una chica en la universidad. Estuvimos juntos durante casi tres años. Pensé que íbamos a casarnos, pero al final, nuestros caminos se separaron.

—¿Todavía piensas en ella? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada.

—No realmente. Al principio fue difícil, pero con el tiempo, me di cuenta de que no éramos adecuados el uno para el otro. Ahora estoy enfocado en el presente y en lo que pueda venir.

Sonreí, apreciando su honestidad.

—Es bueno saberlo. Gracias por compartirlo conmigo.

El juego continuó, y poco a poco, la tensión se disipó. Nos sumergimos en una conversación más ligera, riéndonos y disfrutando del tiempo juntos. Las horas pasaron volando, y antes de darme cuenta, estábamos acercándonos a nuestro destino.

—Estamos cerca —dijo Daniel, señalando un pequeño letrero que indicaba la entrada a un pueblo.

La curiosidad y la emoción se mezclaron en mi pecho mientras nos adentrábamos en el lugar. La gente saludaba a Daniel con sonrisas, lo que me hizo sentir una calidez instantánea hacia el lugar.

—Todo el mundo parece conocerte aquí —comenté, sonriendo.

—Sí, crecí aquí. Es como un segundo hogar para mí —dijo Daniel, su voz llena de cariño.

Finalmente, llegamos a una hermosa casa estilo rancho, rodeada de campos verdes y árboles frondosos. Una familia numerosa estaba reunida en el porche, esperándonos con sonrisas y saludos calurosos.



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En el texto hay: romance, comedia y drama

Editado: 30.10.2024

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