Aquellas noches de Julio

Capítulo XXIII

OPHELIA

Domingo 14, 09:18

—¿Por qué no?—Le pregunté en un tono de reclamo.

—Porque no me da buena vibra. Además ni siquiera los conozco.—Dijo Liss, ya exhausta.

Mientras soltaba un plato en la mesa. Y acomodaba el resto de la vajilla, para que comiéramos.

—Pues para eso es lo del paseo, para poder conocerlos, bueno yo a él ya lo conozco, pero a Vincent no. —Dije.

—Ya lo conoces...¿Qué tanto lo conociste? 

—Pues...—No le quería mentir.—mucho, nos contamos mucho, y la pasamos bien. 

—¿La pasaron bien?—Soltó en una burla.—¿Es lo que suena? Porque es como si insinuaras que... 

—¡Melissa!—Grité enojada, por la manera en la que lo dijo.—Eso nunca pasó. 

—¿Ni siquiera se besaron? Entonces fueron sólo amigos.—Concluyó, en un tono aliviada.

—Bueno... así amigos, pues no tanto.—Aclaré y segundos después noté mi error.—Viajábamos por la ciudad, nos divertíamos, y pues terminamos queriéndonos mucho. ¡Pero eso fue todo! 

No dijo nada, tan sólo me dedicó una mirada indescriptible y se sentó a comer lo que servimos.

—Entonces...—Continué luego de unos minutos de comer en silencio.—¿Vendrás con nosotros? 

—¡No!—Gritó, y suavizó su reacción, cuando notó mi sobresalto.—Es decir, no. Y tú tampoco irás.

Sentí mucha molestia, y el estómago tenso. Ella nunca me había tratado así, pero no por ser la primera vez se lo dejaría pasar.

—No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando que iré; estoy de acuerdo en que no quieras ir pero evita volver a hablarme de esa forma. 

Se me quedó mirando con cara de culpabilidad.

—Perdón.—Dijo en un tono sincero.—Es que no me agrada la idea de verte amistando con alguien que en algún momento te hizo sentir algo más. 

//Mierda, tiene razón.// 

—Lo siento.—Lo dije de corazón.—Pero te juro que es sólo una amistad, y tienes que confiar en mi, así como yo en ti.

Tragó saliva y se enderezó, después tomó unos tragos de agua. Y me miró.

—Tienes razón, tenemos que confiar. 

Le sonreí y tomé su mano, aunque ya no respondió como lo hacía antes; tan sólo se quedó quieta y luego la apartó.

//La pobre está tensa, y más con lo nuevo de la ciudad y está vida.// 

Me reincorporé en mi silla para continuar comiendo.

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18:40 
Suspiré, y caminé hacia el lugar donde habíamos quedado de encontrarnos. 

//No, no es buen momento para sentir que te desmayas.// 

Entonces lo ví de lejos, 
el inmenso mar. Coloreado por el reflejo del cielo, que se vestía de tonos rojizos. 

Caminé entre los locales, hasta que ví el letrero del restaurant. Y dándole un último vistazo al mar, entré. Las luces del lugar tomaban el trabajo del sol que se estaba ya ocultando.

Di unos pasos dentro, buscando su rostro entre las personas que se escondían tras las tazas, tomando sus bebidas. 

—Hola señorita.—Escuché esa voz, detrás de mi. 

Me giré, y una incontrolable sonrisa de boca cerrada se me formó, al ver su cara. Después mi vista fue rápidamente a sus manos, que sostenían una pequeña maceta, con un cactus miniatura. 

—Es para ti...para ustedes, para que tengan un poquito de vida en su nuevo hogar.—Dijo mientras extendía los brazos y yo tomaba la maceta en mis manos. 

—Gracias, lo recordaste...—Dije, refiriéndome al hecho de que no olvidara lo que alguna vez le platiqué, sobre mi amor por los cactus pequeños.— aún no habíamos puesto ninguna plantita, justo estaba por buscar alguna. Yo también te traje algo.

Levantó las cejas sorprendido, y yo saqué de mi bolsa un libro, y no cualquiera, si no mi favorito. 

//Tú ya lo hiciste, ahora me toca a mí.// 

Estiré la mano para entregárselo, aunque me tembló un poco, ya que nunca había hecho eso. Y entre las páginas iban todas las notitas que narraban lo que pensaba mientras lo había leído. 

Pero sentía emoción, demasiada, porque era la primera vez que compartía algo así de importante con alguien, y se sentía muy bien. 

—¡Non ci credo!—Gritó emocionado, con los ojos brillantes como un niño abriendo un juguete.

//¿Qué?//

—Gracias, de verdad, prometo que lo atesoraré.—Dijo abrazando al libro. 

No dijimos más, compartimos esa mirada. Paz, y calor. 

—Mis amigos están por acá, vamos.—Añadió luego de unos segundos. 

Lo seguí, subiendo unas escaleras, y llegando a la parte de arriba del lugar.

//¿Qué tendrán los restaurantes con vistas a lugares bonitos?//

Caminamos entre las mesas, mientras yo admiraba la vista del mar y el atardecer.

De pronto mi mirada se topó con la de Isa, levante mis cejas en señal de sorpresa, ella me respondió con una cálida sonrisa y se levantó a abrazarme. 

—¡Ophelia!—Dijo dulcemente. 

—¡Isa!—Le regresé el saludo. Luego nos separamos, ella regresó a su lugar y yo me giré con Henning.

Él cual me indico con una mano y una sonrisa que esa misma mesa era la nuestra. 

—Bueno,—Dijo él.—Ophelia, ya conoces a Isa, a Vincent también, y... él es ¡Khaled!—Me presentó emocionado y sonriente.—Khaled, ella es Ophelia.  

Le estiré mi mano mientras este se levantaba y  hacía lo mismo, saludándonos.

—Mucho gusto,—Dijo Khaled, estrechando mi mano.— he escuchado much...

No pudo terminar su oración pues Vincent comenzó a toser, demasiado fuerte, fingido e indiscretamente. Casi digno de un Oscar. 

Le dediqué una mirada confundida a Henning y él se limito a encogerse de hombros y poner cara de confundido, igual que yo. 

—Ven, puedes sentarte aquí.—Me invitó Isa, y así tomé asiento entre ella y Henning. 

—¿Así que ya se conocían? —Dijo él curioso. 

—Sí, bueno, en aquel verano.—Respondí. —¿Y ahora, vives aquí? 

—Aquí en Londres no,—Respondió ella. —pero planeo mudarme en un futuro. Yo estoy viviendo con mis papás, somos de Yorkshire. 




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