Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo IV

En mi habitación, veo las nuevas líneas rojas que gotean levemente, preguntándome por qué hago esto, por qué soy tan cobarde como para no quitarme la vida de una vez, y tan tonta como para causarme heridas graves.

¿Por qué lo hago? ¿Por qué disfruto tanto de este ardor y dolor?

¿Acaso solo quiero llamar la atención?

Limpio las tijeras y las vuelvo a guardar en el cajón, bajo nuevamente mi pantalón para que no se note la tontería que acabo de hacer. Hasta yo sé que nada de esto vale la pena y yo de verdad quiero evitar otro momento como el que tuve con Cristian.

¿Cómo puedo tener pensamientos tan razonables y aun así hacer esto?

──Ella no es nadie aquí ──escucho decir afuera de mi habitación.

Me acerco de puntillas para no hacer ningún ruido, pego mi oreja a la puerta para escuchar con toda la atención posible.

──Debes respetarla, es tu madre ──responde papá.

Ah, hablan de mamá.

──No, ella no es mi madre. Mi mamá, por si no la recuerdas, es Olivia, y está muerta, ¿o ya no te acuerdas de tu primera esposa? ──dice mi hermano con tono de enfado.

──Claro que recuerdo a tu madre ──responde papá──. No estoy intentando que la olvides.

──¿Entonces? ──pregunta.

──Solo te pido que no le hables así a July…

──Yo le puedo hablar como yo quiera, ella no es nadie en esta casa, una suplente no puede darme órdenes. Si necesita a un idiota que le haga favores para eso está Rebeca que nunca hace nada. No quiero que me estén fastidiando. ──dice Michael fríamente, escucho la puerta abrir y cerrarse, por lo que asumo que se fue como parte de su berrinche.

Cuento hasta treinta segundos y mi ánimo cae.

No defendió a mamá, mucho menos a mí.

Aunque mamá y yo peleamos con bastante frecuencia, tenemos esto en común. Michael puede pisotearnos las veces que quiera y papá nunca hará algo para evitarlo, pero cuando nosotras decimos algo de él…

Ja…

Me pregunto que tendrá su hijo tan especial como para tenerlo por encima de nosotras, me duele pensar en mamá. No puedo imaginar cómo debe de sentirse, porque seguramente también escuchó cómo papá no hizo nada para defenderla o contradecir lo que Michael dijo de ella.

Tocan la puerta de mi habitación con suavidad y la abro, es ella.

Se adentra sin decir nada y se recuesta en mi cama, no tardo en volver a cerrar la puerta para imitarla, acostándome a su lado. Ambas en completo silencio procesando lo mismo.

──Sé que peleamos demasiado ──murmura ella──. Pero… cómo me duele que hable así de ti. Lo he hablado mucho con mis hermanas, dicen que ponga más carácter, pero…

Volteo para verla de frente, ella tiene una mirada de lo más triste.

──Cada vez que lo intento… pasa esto ──continúa──. Tu papá… ya está cansado, es como si no le importara lo que le digo, se ofende… No lo sé. No ser su madre biológica me deja por completo fuera de base.

Tomo su mano, llamando su atención. Me sonríe.

Son pocos los momentos donde no peleamos, pero cada uno de ellos es especial para ambas. Las dos estamos expuestas a este ambiente tan tenso que hace que choquemos contra la otra en lugar de apoyarnos mutuamente, si tan solo… tuviéramos más comunicación…

Ella me la pide, solo que… ella pasa tanto tiempo en el trabajo que no se dan esas oportunidades. Sé que debe trabajar, pero llega agotada y nunca podemos hablar.

No tiene paciencia, porque se desespera cuando no soy abierta con ella y allí empieza la discusión más frecuente entre nosotras. Donde ella me dice que no la quiero por no decirle lo que pienso, cuando me cuesta ser expresiva con todos.

──¿Quién era ese chico? ──pregunta en voz baja.

──Es… un compañero.

──¿De verdad solo eso? ──Asiento──. Uhm… deberías traerlo, tal vez si tu papá lo conoce… se calme.

Lo dudo bastante, fue más fácil para él pensar mal que preguntar al menos. Aunque poniéndome en los pies de papá… no debí pedirle a Cristian que se fuera como lo hice.

***

Me encuentro en el patio con la mirada algo perdida, solo puedo observar el gran espacio frente a mí, imaginando que bailo la canción que escucho en mis audífonos, amo el ballet. Pero es una de las cosas que había dejado de lado al no sentirme lo suficientemente buena para eso, ya tengo mucho tiempo sin entrenar, ya puedo imaginar lo patética que debe estar mi condición física.

Veo de reojo cómo el pelirrojo se sienta a mi lado.

──Sabes, me preocupas ──dice.

Bajo la mirada.

──Ya te dije que no tienes porqué.

──Dile eso a la expresión de muerte que tienes mientras ves a la nada.

Aquello me saca una sonrisa.

──Solo estaba pensando.

Cristian se queda en silencio unos segundos, yo tampoco hago ningún esfuerzo en llenar ese silencio con alguna anécdota divertida o un dato curioso, no quiero aburrirlo con mis tonterías.




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