Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo XVIII

Llego al apartamento, con algo de miedo a que Cristian se enoje, lo cual no tiene sentido. Cristian jamás me ha hecho ni una sola mueca o hablado con brusquedad desde que lo conozco. Lo más cercano fue obligarme a ir al dentista, lo cual entiendo porque fue completamente necesario.

Entonces, ¿por qué me siento tan nerviosa?

Apenas abro la puerta, lo veo; él está sentado viendo con atención a mi dirección. Sus codos están apoyados en sus rodillas y una de sus manos tapa gran parte del rostro, visiblemente preocupado.

──Por un momento pensé que habías vuelto con tus padres ──confiesa en un susurro.

Me acerco a él a paso lento.

──Lo siento.

──La verdad es que estuve a punto de ir a buscarte allá. ──Baja la mirada, avergonzado──. Pensé que te habían llamado o algo.

──No hemos hablado demasiado, menos con papá. Aunque en defensa de ellos…

──No los defiendas, por favor…

──Es que yo tampoco les he escrito ──termino de decir.

──No tienes nada que decirles. ──Se levanta y se acerca hasta quedar de pie frente a mí──. No sueles salir y me preocupé. Me preocupé que hayas ido a verlos y simplemente…

──Ellos no me harían nada, solo pelearíamos como mucho.

──Rebeca… en una de esas peleas intentaste quitarte la vida.

Me quedo en silencio.

──No quiero incomodarte, solo… quiero ser honesto y que sepas mi preocupación ──dice con suavidad.

──Vale ──susurro.

──Entonces… ¿no fuiste a verlos?

──No, estaba… ──Trago saliva antes de continuar──, en una prueba.

──¿Prueba?

──De trabajo ──culmino, completamente aterrada.

Pasaron unos segundos de silencio de los cuales no soy capaz de observarlo, me aterra que se enoje y...

──Pero… ¿por qué estás tan asustada por eso? ──Mi cuerpo tiembla entero sin que pudiera detenerlo, y noto cómo duda en acercarse o no, preocupado──. ¿Rebeca? ¿Qué ocurre?

Entonces lo veo, y él se preocupa aún más al ver mi expresión aterrada.

──¿No estás enojado conmigo? ──pregunto con voz temblorosa.

──¿Por qué lo estaría?

──Dijiste que… ──Guardo silencio y él entiende a qué me refiero.

──A ver, espera ──pide──. Que te dijera eso no quiere decir que no seas dueña de tus decisiones.

──Pero, tú…

──Déjame que me explique. ──Me lleva al sofá y nos sentamos──. Estás tensa, cada segundo desde que te conozco lo has estado. Las pocas veces que te he visto relajada, es cuando estás bailando o cuando te emocionaste de más con los ataques especiales de Bayonetta que me hicieron dudar de tus preferencias.

Quiero apartar la mirada por la vergüenza de recordar aquello, pero él toma mi rostro.

»Te dije que no quería que fueras a trabajar porque, conociéndote, ibas a estarte matando haciendo quién sabe qué. Solo quería que te tomaras las cosas con calma. Me habría encantado que te enfocaras en el baile.

──No quiero dejarte solo con ese peso que cargas, Cristian ──admito──. Siempre dices que está bien, pero sabes que no lo está.

──Rebeca, a mí no me molesta. ──Acaricia mi cabello──. ¿Sabes por qué no lo hace? ──Niego con la cabeza──. Porque mi premio está cada noche al llegar y verte por el apartamento. Me llena de vida tenerte esperando mi regreso cada día, me hace tan feliz que podría trabajar dieciocho horas al día y no cansarme.

──No hagas eso, tonto.

Ríe.

──No, no lo haré a ese extremo ──asegura──. Pero me entiendes, ¿verdad? Quiero que lo tengas muy claro, yo quiero que seas dueña de tus decisiones. De cada una de ellas. Yo solo quiero estar a tu lado y tomar tu mano, no pido más.

Toma mi mano y la lleva a su boca, besándola.

──Vale. ──susurro, hipnotizada al verlo besar cada dedo.

──A todas estas, ¿qué empleo encontraste?

──Mesera. ──Él alza ambas cejas.

Entonces chasquea la lengua.

──¿De casualidad te acercaste al calor? ──Frunzo el ceño sin entender──. Cocina, fuego, hornos…

──Cuando quise verificar algo en unos hornos, ¿por qué?

Él suspira.

──Aún tienes los puntos de sutura, aunque ya mañana vamos a quitártelos.

──¿Eso es malo?

──La verdad, sí. Puede darte dolor, entre otras cosas. ──Ah, con razón sentí cierta molestia, debo tener cuidado con eso.

Me muerdo una uña algo inquieta, pensando en si debo o no decirlo al gerente. Aunque si mañana me los quitarán…

Detengo mis pensamientos cuando de pronto, Cristian toma mi mano y la retira de mi boca, lanzándose a besarme. Fue tan rápido que apenas y tuve tiempo de reaccionar.

Cuando logro recuperarme de la sorpresa, le regreso el beso de inmediato. Lo acerco a mí sin dudar. Es la primera vez que vuelve a besarme de esta manera desde que empecé a vivir con él, como extrañaba sentir de nuevo este contacto tan íntimo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.