Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo XXIII

Mi estómago se revuelve ante los nervios. La culpa se hace presente al recordar cómo Cristian y yo pues… lo hicimos, cumpliendo con cada una de las palabras de papá de que yo soy una cualquiera.

No me arrepiento, claro está, solo… no sé cómo manejar esta situación.

Al menos solo es un mensaje, podré leerlo sin morir en el intento.

Papá: Lamento no haberme dado cuenta de nada.

Parte de mí, está indignada.

Ante todas las disculpas que yo considero que me merezco de su parte y que tienen más prioridad, solo se disculpa por no darse cuenta.

¿Y su disculpa por su claro favoritismo? ¿por pegarme? ¿por haberme hecho creer que soy una cualquiera? ¿por vivir juzgándome? ¿por no defender nunca a mamá?

La verdad es que la lista puede seguir.

Cristian se asoma a leer el mensaje por encima de mi hombro, seguramente preocupado ante mi tensión.

──Vaya, bueno, es un avance ──murmura.

Aquello me hace reflexionar.

Tal vez tiene razón, es un avance, al menos está cediendo y acercándose primero. Si es que mamá no tuvo nada que ver en eso.

Tomo asiento y le respondo.

Yo: No importa.

Sí bueno, tal vez no sea la mejor respuesta de todas, pero, ¿cómo se supone que debo responderle?

Papá: ¿Por qué nunca me lo dijiste?

No lo pienso dos veces.

Yo: Porque me aterra hablar contigo, nunca me escuchas.

La distancia me pone valiente, ni loca le diría eso de frente.

Y así seguimos, hablando por mensajes, algo dentro de mí decía que lo mejor hubiese sido una llamada, más que todo para poder explicar y expresar todo con claridad.

Pero no me atreví, y por lo visto él tampoco.

Solo me pidió que le contara como se dieron esas situaciones y con qué frecuencia ocurrían, para finalmente pedir disculpas por no haber estado más atento a que eso ocurría. Que se siente triste por haber sido tan ingenuo.

Hago una mueca, por mucho que esto sea un avance, yo esperaba algo más.

Me tengo que regañar por eso, debo urgentemente dejar de tener expectativas con él. ¿Qué es lo que esperaba? ¿Qué me dijera que le regresó los golpes a Michael o algo así? Es claro que no haría eso. Es su hijo, después de todo.

Entonces, le envío un último mensaje para finalmente no responderle más.

Yo: No quiero que tu hijo se me acerque para pedirme disculpas, ya tuvo mucho tiempo para hacerlo y nunca lo hizo.

Pensé que se enojaría como siempre lo hace cuando le digo «su hijo», pero no. Acepta.

──¿Estás bien? ──murmura Cristian en mi cabeza.

Me acurruco más a él.

──La verdad es que sí.

***

──¡De nuevo! ──Escucho la voz de María elevarse para que todas la escucháramos──. Uno, dos, tres…

Mi frente suda ante el esfuerzo de seguir el ritmo, si bien sé bailar, no tenía la resistencia suficiente para seguirlas a todas. Estoy totalmente fuera de forma y aquello me hace sentir terrible.

Pero al mismo tiempo…

──¡Excelente Rebeca!

Dejar a la entrenadora sin aliento es bastante motivador.

Hoy es el primer día que vengo, hace ya una semana que renuncié y aunque estaba aterrada, solo bastó con empezar a bailar para superar el sentimiento.

Es un baile grupal, quiere ponernos a prueba de cómo nos irá juntas en una competencia en dos semanas. Porque muchas de las que estamos aquí somos nuevas, por lo que no quiere arriesgarse con más bailes de los necesarios.

Me había ahogado en mi propia saliva cuando escuché cuánto es el premio del primer lugar.

Quiero ganar, definitivamente.

Pocas veces sale a relucir mi lado competitivo, pero cuando lo hace, es un sentimiento que no puedo controlar. Yo odio perder, porque perder suele ponerme de un humor terrible, me frustro y culpo sin parar, menospreciando mis habilidades.

El perfeccionismo es un arma de doble filo.

Al terminar, me despido de todas con una sonrisa. Estoy cansada, pero feliz, y ellas son de lo más amables conmigo. Lo malo es el camino de regreso, que con cada paso que doy siento menos las piernas.

Abro la puerta del apartamento sintiendo muertas las piernas, había olvidado por completo lo agotador que un entrenamiento podía ser.

Y también lo dramática que solía ser cuando esto pasaba.

Apenas puse un pie adentro me tiro al suelo, agotada.

──¡Rebeca!

Cristian se asusta, lo escucho acercarse rápidamente para observarme aterrado.

──Tranquilo, solo dame un momento. ──Rio ligeramente.




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