Tomo una respiración, nerviosa.
──¿Y si le caigo mal?
──Ella te adora. ──dice con seguridad, besando mi frente.
──¿Y si piensa que soy una aprovechada por todo lo que has hecho por mí?
──Cuando le dije que empezaste a vivir conmigo, me felicitó por sacarte de tu casa. ──Sonríe con complicidad.
──Gastaste tanto en mis consultas médicas…
──Y ahora le alegra que estés completamente bien.
No hay por donde ganarle.
──Pero…
──Por favor. ──suplica, sus labios hacen un recorrido de besos desde mi mejilla hasta mi cuello──. Por favor, di que sí.
¿Esto es la venganza por lo que le hice yo la última vez?
Estoy indignada de que funcione de forma tan efectiva.
Me olvido de la vergüenza, echo mi cabeza hacia atrás dándole todo el espacio que quisiera, suspirando cuando siento sus dientes sobre la piel. Estoy acabada.
──De acuerdo. ¿Cuándo quieres ir? ──pregunto mientras giro mi cabeza hacia otro lado, pidiéndole claramente que ahora quiero en esa zona.
Gruñe ante eso.
──Vamos el domingo, iremos con tu trofeo de primer lugar. ──dice antes de volver a morder.
¿Cómo podemos concentrarnos en hablar mientras estamos así?
──Tonto, es la primera competencia.
──Y ganarás, estoy seguro de ello.
──Tonto ──repito.
Suena el timbre y sonrío divertida al ver como Cristian se queja, diciendo que apenas estaba comenzando o algo así. Salimos del salón rápidamente con cuidado para que no nos vean.
Vaya… me siento como una fugitiva.
──Recuerda que tenemos que ir con Mason a final de clases.
Cristian suspira.
──Será ──dice de mala gana.
Le sonrío, logrando calmarlo y termina por devolverme el gesto antes de irse a su propio salón.
Me siento en mi lugar, y comienzo a estirarme.
──Oye. ──Volteo hacia Frank──. ¿Qué te pasó en el cuello?
Me incorporo en la silla de inmediato.
──¿A qué te refieres? ──pregunto fingiendo demencia.
──Tienes como marcas, están rojas.
Maldita sea, Cristian.
──Algo me picó ──digo entre balbuceos──. Creo que no tuve cuidado al rascarme.
Me ofrece un poco de crema y no me queda de otra que aceptar. Frunzo el ceño al ver que es crema de bebé, pero no le comento nada.
Cuando finalizan las clases, Cristian está esperándome en la puerta de mi salón. No puedo evitar sonreír al verlo.
──¿Son novios? ──pregunta Frank, y yo enrojezco, haciéndolo reír──. Olvídalo, es muy obvio.
──Eh…
──La verdad es que me alegra. ──Me sonríe, tranquilizándome──. ¿Recuerdas que hubo un tiempo que intentaba retenerte en el salón? ──Asiento──. Él me había pedido que te presentara; al parecer, no fue necesario. Siempre logró acercarse a ti.
Mi vergüenza crece.
──No lo sabía…
──Tranquila ──me interrumpe──. Me alegra verte más feliz. Nunca te dije nada porque eres muy reservada, pero me preocupaba tu tristeza.
¿De verdad mi tristeza era obvia? Un sentimiento amargo se instala en mi estómago, porque todos parecían darse cuenta menos mi familia.
──No sé qué decirte ──digo con sinceridad.
──No digas nada. ──Toma su bolso y lo coloca en su hombro──. Aunque… si me permites un consejo, dile que te muerda en un lugar que no se note tan fácilmente. Tu cabello no cubre tu cuello.
No pude responder a eso.
Lo veo irse, en la puerta le estrecha la mano a Cristian y se va.
──Lo lamento, creo que fui muy obvio. ──Cristian me sonríe apenado──. ¿No te incomoda que tus compañeros sepan que estamos juntos?
Niego con la cabeza.
──No te preocupes.
Como costumbre, pasa un brazo sobre mis hombros y me atrae a él para comenzar a caminar.
Las palabras de Frank vienen a mi mente y le pellizco las costillas.
──¡Oye!
──Me dejaste marcas en el cuello, tonto. ──Se ríe el muy desgraciado──. ¡Sé prudente!
Se acerca a mi oído para hablar.
──Entendido. A la próxima, apartaré tu camisa para morder tus hombros.
Volteo hacia otro lado, ¿desde cuándo tiene ese descaro?
──Eres un tonto ──me quejo.
Cuando salimos del edificio, nos encontramos con Mason algo cohibido, solo bastó observar a un lado para entender por qué está así. Mario está apoyado en la pared mientras lo observa fijamente.
──Mario, déjalo ──le gruñe Cristian en voz baja.