Por lo que simplemente hago lo de siempre, guardo esa pequeña molestia y decepción en un cajón para luego, no es el momento.
Solo que la vida me la pone difícil, porque mi atención va a una pareja con su hija pequeña, que se ve de lo más feliz y emocionada por haber visto la competencia de hoy. Es una niña muy linda, con el cabello largo y castaño, se ve tan llena de alegría que me quedo hipnotizada.
──¿Ballerina? ──Toma mi mano, al verme tan absorta, sigue mi mirada para ver lo que observo.
La niña, sintiendo nuestra mirada sobre ella, nos mira.
──¡Mira, papá! ──chilla, emocionada──. ¡Es una de las bailarinas! ¡Es muy linda!
Su papá la carga, nos sonríe y comienza a llevársela.
──¿Quieres ser bailarina, Rose?
──¡No! ──Sus padres ríen──. ¡Yo quiero ser cantante!
Los veo alejarse, hablando y riendo entre ellos.
Tengo un nudo en la garganta, respiro de nuevo y observo a Cristian con una sonrisa. Pero él me observa preocupado.
No queriendo mencionar nada de eso, tomo su mano y nos dirigimos a la salida.
El camino es algo amargo, me resulta más difícil de lo esperado aparentar que aquello no me había dolido, intento concentrarme en lo importante, en lo que he logrado.
Pero mi mente me traiciona, mi mente regresa a aquella vez cuando estaba en la primaria, hicieron un evento entregando títulos de primaria.
Mis padres no habían ido a ese evento.
Lo cual resultó ser lo más incómodo, era la única niña sin sus padres, tuve que soportar todas las miradas cargadas de lástima de los demás que habían asistido. Fue una experiencia que me dejó un mal sabor de boca y que no quiero volver a experimentar.
Apenas llegamos al apartamento, me encuentro en la mesa un lindo ramo de flores moradas, parecen ser orquídeas. Veo a Cristian con algo de intriga y él se acerca para abrazarme desde atrás.
──Hace seis meses te conocí, quise darte un detalle. ──murmura y besa mi cabeza.
Se me acelera el corazón.
Pero al mismo tiempo, me siento fatal. Yo no recordaba para nada que ya desde hace seis meses que nos conocemos, soy horrible en todo esto de las fechas.
──Yo no…
──Tranquila, Ballerina ──adelanta a decir──. Solo busqué la mínima excusa para darte unas flores moradas. Presiento que, de no tener una razón, habrías dicho que no era necesario.
Que tramposo.
──Las aceptaré con una condición.
──La que quieras.
──Te prepararé un postre, déjame hacer algo en esa cocina que no sea limpiar. ──Él ríe y asiente.
──De acuerdo. ──Me besa──. Pero yo limpiaré.
Entorno los ojos, no queda de otra.
Me suelta y yo voy directo a bañarme, quiero quitarme todo el maquillaje y el gel de cabello para así ponerme manos a la obra con un postre. El otro día vi un video de una receta sencilla de Brownies, creo que tengo lo necesario para hacerla.
Solo que…
──¡Ay! Mi ojo, diablos ──me quejo.
Me había entrado champú en los ojos.
Cristian comienza a reír.
──¿Tanto te distraje?
──Pudiste haber avisado que vendrías a bañarte conmigo.
──Debiste verlo venir, ayer me dejaste…
──¡No lo digas! ──chillo, avergonzada.
Una vez pude abrir el ojo sin problemas y sin champú en el cabello, Cristian cierra la llave de la ducha.
──¡Espera! ──vuelvo a chillar──. Estoy bañándome.
──¿Y?
──No he terminado.
──Yo puedo ayudarte a terminar.
──Eres un grosero ──me quejo.
Pero sus manos comienzan a acariciar toda mi piel, haciéndome soltar un suspiro.
──Déjame felicitarte por tu primera gran competencia ──susurra sobre mis labios.
El baño se llena de jadeos, caricias y mucho amor ligado con deseo. Estamos en nuestro propio mundo, él sabe cómo hacer para que olvide todo a mi alrededor, cómo apagar mi mente y complacerme de una manera en donde la vergüenza no hace acto de presencia.
Salimos del baño y ni aun así me deja estar sola.
Nos arrojamos sobre el sofá cama para seguir de una manera más cómoda cuando el timbre suena.
──No contestes ──le susurro yo de la misma manera que él había hecho conmigo el día anterior.
──Yo sí te hago caso. ──murmura, mordiéndome el cuello.
Suelto un pequeño grito.
──¡Cristian! ──me quejo──. ¡Te dije que en el cuello no!
Él tiembla de la risa.
──Cierto. ──acepta y me muerde el hombro izquierdo.
Intento ignorar el timbre que vuelve a sonar.