Hoy habíamos estado hablando por horas acerca de nuestros sueños y deseos; pero también recordamos el momento en que nos vimos por primera vez. Le conté que al principio me caía mal, que no soportaba el hecho de verlo creyéndose lo más top de la existencia; me exasperaba. Se rio, rio fuertemente hasta que las lágrimas caían de su ojos dejando un camino húmedo hacia sus mejillas. Reí con él más que porque fuera gracioso lo que acababa de decir, porque su risa siempre me contagiaba.
Cuando al fin hubo dejado de reír me miro seriamente y me dijo:
-Debo confesarte que desde que te vi lo único que desee fue tu atención, pero por más que lo quise no la tuve. Entonces pensé tengo que hacerme notar y si al menos consigo que sienta odio por mí, me sentiré el ser más afortunado de la tierra eso me da la esperanza que del odio al amor allá un solo paso. Y si aún así se resiste yo daré el paso hasta que no quede escapatoria y el amor por mi la seduzca y abrace. Ahora aquí estamos recordando lo que nos unió y lo que sin saberlo ya estaba pasando aún cuando no lo queríamos o no lo imaginábamos.
Reímos de nuevo. Acerco su cuerpo más a mí para acurrucarme en su pecho mientras veíamos como el sol se ponía. Entonces su corazón produjo una canción que susurraba en mi oído como lo más dulce. El viento le hacia la melodía y el rugir del mar le daba el ritmo. Hasta la naturaleza se había confabulado a su favor, para hacerle honor al amor que prometía darme.
Mi corazón latía en sintonía con el suyo y nuestras respiraciones se sincronizaron. Nuestras almas se acomodaron la una a la otra y una danza universal tuvo lugar en ese momento, las estrellas se apresuraron a salir para ser testigo y firmar sentencia de que era amor puro lo que fluía entre dos seres imperfectos creados para que juntos fueran perfección.
Con el calor de su cuerpo me relaje y el poder de su presencia me dio seguridad. Su voz me hizo cerrar los ojos y en los brazos de aquel que conquistó mi alma me quede dormida.
Al despertar lo busque, su olor aún estaba intacto en mi nariz, el calor de su cuerpo me hacia falta. Me senté de golpe en la cama. Había sido un sueño, igual que las noches anteriores desde que había conocido a ese chico de lindo aspecto y mirada sexy. Sin embargo la realidad era distinta de mis sueños la indiferencia era nuestro único lenguaje y aunque nuestros corazones se reclamaban mutuamente no podíamos estar juntos porque él no era tan valiente como para quebrar mis defensas y yo solía ser demasiado prejuiciosa.