Códigos de lo escondido.

Prólogo.

       Aquella fatídica noche yo me encontraba en el sofá, imaginando cualquier cosa que me mantuviese alejada de la realidad mientras esperaba la llegada de mi padre. Por otra parte, mi madre preparaba la cena. Podía observar en su mirada que cada noche sufría esperando que mi padre no llegase con alguna herida en la cara, con un nivel de alcohol más alto de lo normal en su sangre, o simplemente con los bolsillos vacíos. 
 


Sabía lo que ocurría. Aún siendo tan pequeña, sabía perfectamente que mi padre no se iba cada mañana a salvar el mundo de los malos como me quería hacer creer. Sabía que mi padre andaba en problemas y que mi madre me ocultaba su preocupación a cada instante.

-Jess, abre la puerta. Seguramente sea tu padre- dijo mi madre desde la cocina.

Al oírla, salí de mi ensimismamiento y fui a abrir.

Cuando abrí la puerta me quedé totalmente sorprendida al ver a un hombre que no era mi padre allí plantado. Mi madre siempre me decía que antes de abrir la puerta, debía preguntar quién era, pero en ese momento no le presté la más mínima atención a esas órdenes.

-Hola, pequeña. ¿Está tu papi en casa?- dijo aquel hombre mientras se agachaba para estar a mi altura.

Negué con la cabeza. Mi padre no estaba en casa y él lo sabía, estaba segura.

Cada vez que ese hombre venía a casa, mi padre acababa enfadado. Rompía cosas y llegaba al punto en el que mi madre me tenía que llevar a mi habitación y encerrarme por miedo a que yo saliese perjudicada de todo aquello.

-Cariño, ¿has abierto la puerta ya?- escuché que decía mi madre a mis espaldas.

Al escuchar su voz no me lo pensé dos veces. Me di la vuelta y corrí hacia ella.

-Mi marido no está en casa, ¿quieres que le diga algo de tu parte, Sebastián?

La voz de mi madre temblaba. Estaba asustada y eso me hacía estarlo a mí también. Por una parte, quería pensar que estos hombres no le harían enfadar como hacían con mi padre ya que tenía a mi hermanito dentro de su barriga. Pero por otro lado, ver la expresión horrorizada de mi madre despejaba en mi cualquier esperanza.

-Me gustaría esperarlo aquí y decírselo yo mismo, si no es mucha molestia por supuesto.

-No creo que sea buena idea.

-Claro que sí lo es. A no ser que quieras recibir el mensaje por él. O quizá la niña

-No. Podéis esperarlo en el comedor. No creo que tarde mucho más- dijo mi madre cortando las palabras de aquél hombre.

Sebastián miró hacia fuera y dio un gesto de afirmación. Dos segundos después, dos hombres pasaron detrás de él y lo siguieron hasta el lugar que les había indicado mi madre. Mientras aquellos hombres esperaban con un atisbo de felicidad y maldad en sus rostros, yo seguí a mi madre hasta la cocina. Ángela, mi madre, se sentó en una silla, como si no fuese capaz de soportar su propio peso por un segundo más. Me acerqué a ella lo más despacio que mi cuerpo me permitió. Sabía que algo iba mal, peor que de costumbre. Acaricié las piernas de mi madre. Tenía los ojos inyectados en sangre y la mirada perdida, pero con mi tacto pareció volver a la realidad.

-Jess, estos hombres están aquí porque papá les debe dinero. Mucho dinero. Y estoy segura de que tú sabes donde tu padre lo tiene escondido, ¿verdad?- dijo mi madre mientras sujetaba mi cara con ambas manos.

No entendía nada. No sabía por qué tendría que saber eso. Mi padre me contaba muchas cosas. Historias de heroínas que salvan el planeta por ellas mismas, de tesoros escondidos, de príncipes en busca de una princesa que al final nunca lograban encontrar, pero jamás me dijo nada relacionado con ese dinero.

-Yo no sé nada, mamá- dije después de unos segundos eternos.

Ángela sacudió la cabeza y me besó la frente. Justo en ese momento, escuché como la puerta de mi casa se abría de golpe. Corrí a asomarme desde la cocina, ya que pensaba que esos hombres habían decidido irse. Pero todas esas esperanzas se marchitaron cuando vi a mi padre plantado en el umbral de aquella puerta. Me miró, con los ojos rojos a causa del alcohol, sonrió y acto seguido, desapareció con esos hombres por la puerta principal.

Esa fue la última vez que lo vi. 
 



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En el texto hay: misterio, acción , romance.

Editado: 03.04.2020

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