El color del césped era tan verde que tuve la sensación de que por un momento mis ojos se habían encandilado. La apertura del parque central había inaugurado hoy y como si eso fuera poco, había traído consigo muchos, no, muchísimos turistas.
Entregue un par de folletos con la cara sonriente mientras estaba atenta si en las facciones de aquellos que me los habían resivido había algún indicio de otro pais. Y por supuesto que los había, el parque de diversiones en el cuál trabajaba era famoso en casi todo el mundo. Y digo "casi" porque no había escuchado más países que de costumbre.
—Bienvenidos a Klemenlad, tenga un maravilloso día—dije con una exagerada sonrisa mientras entregue el último folleto
Algunas personas me agradecian otras siquiera se fijaban en mi rostro, sólo miraban el folleto. Y otras no tenían tiempo de decir nada porque estaban ocupadas en mantener y/o seguir a sus hijos mientras ellos corrían hasta las principales atracciones.
No los culpaba, había un clima excelente para disfrutar de aquellos juegos y además, ¡eran vacaciones!, las tan ansiadas y esperadas vacaciones de fin de curso.
—¡Peige!—exclamó una voz conocida
Mire hacia al frente con una sonrisa en cuanto vi su cabellera rubia aproximarse.
—¡Mags! —grite de alegría. Me encantaba ver a mi mejor amiga ahí. Hacía semanas que no sabía nada de ella.
—¿Cómo estás?—me abrazo tan fuerte que casi caigo al piso, suerte que sus brazos en mis hombros me lo impidieron— Te deje muchos mensajes
—Si, lo sé. Pero estuve ocupada tratando de averiguar por las universidades, ya sabes como se pone mi mamá con estas cosas—sonrei de costado, haciéndole entender que había sido una semana dura
—Si—movio la cabeza en forma de afirmaxion y rio—Se de sobra como se pone Anna, Igual que la mia—esto último lo dijo en un susurro para que su mamá que estaba cerca no la escuchara.
—¿Que haces aquí?— le pregunté mientras miraba a los niños correr hacia los autos cuidadores
—Mi tía Lily ha venido de visita, así que mi primo quiso venir, mira—apunto su dedo índice más allá de las tasas giratorias— Está haciendo fila para la montaña rusa
—¡Dios! Esta enorme—rei por la comparación en mi mente sobre una mujer mayor mirando los hijos de sus amigas crecer— La última vez que lo vi creo que tenía 4 o 5
Reímos porque era cierto que parecía una de esas amigas de su madre y la mia viendo crecer a sus hijos.
Lo vi sentado en una de las bancas fuera de la montaña rusa, probablemente no tenía la edad suficiente para subir. Asi que Mags se despidió de mi y fue tras su primo.
Eche un vistazo hacia el parque, había dos secciones, una para niños y otra para adultos, atrás del parque había una pequeña sección para bebes y otra para niños de 1 a 5 años, el resto era un parque acuático en construcción.
Realmente era un parque de diversiones enorme, no podías ver las dimensiones si no te parabas justo en donde estaba yo, en la entrada. Los turistas corrían de un lado a otro, con sus cámaras lo fotografiaban todo, sus sonrisas eran incluso más grande que la mía. Era de esos lugares que te invitaba a distraerte de cualquier preocupación ¡y vaya que lo hacia conmigo! Estaba olvidando por completo el tema de las universidades, hacia días que habia egresado, por fin, del instituto y estaba en la -gran- búsqueda del que hacer con mi vida. O como mi mamá estaba acostumbrada a decirme "el estudio siempre será lo único que nunca te van a poder quitar". Asi que tenía que hacer algo con ello, y estaba en esa búsqueda.
Me dirigí hacia la taquilla de boleteria, tenía que buscar más folletos: el parque de diversiones Klemenlad estaba abierto y a pesar de estar repleto en su totalidad se avecinaba una avalancha de turistas.
—¿Qué paso Peigi?—me hablo la esposa de mi tío en cuanto me vio.
—Me quedé sin folletos— levanté mis dos brazos en señal de rendición.
—Tendras que ir a buscar a la carpa, aquí tampoco hay—me miró con compasión, tenía que atravesar todo el parque hasta llegar cerca de la sección de los niños.
—Esta bien, no te preocupes—di la vuelta hasta llegar hacia el otro extremo de la boleteria, rogue porque en la carpa hubiera más folletos, de otra forma no tendría nada para hacer y eso significaba volver a mi casa y volver a mi casa significaba buscar universidades, por no mencionar los reproches de mi madre.
Llegar a la carpa me tomo casi 20 minutos, hasta parecía que la gente y los niños salían de debajo de las piedras.
En el camino me encontré con algunos compañeros del Instituto, con algunos alumnos de los cursos más bajos y con gente conocida que vivía al rededor de nuestro recinto. También había personas que yo no conocía pero me saludaban igual, obviamente que tenía que saludarlos como si yo también lo hiciera. Mi familia era conocida en todo el pueblo, y hasta en ciudades próximas. Diría que en algunos países también pero no lo sabría con exactitud ya que nunca había viajado a otro país. Solamente sé lo que veo en los portales de Internet, noticias en la tele o hasta en periódicos.
—¡Hey peque!—En cuanto puse un pie en la carpa, mi tio me saludo con entusiasmo
—Hola tío, vine a buscar más folletos, se me han acabado—mi mejor cara de tristeza había salido a relucir. Mi tío me indicó unos cajones que estaban en una repisa al lado de una estantería con juguetes para reponer en los juegos de los puestos que estaban en la entrada.