CAPÍTULO 2: Un disparo en la cabeza no es nada

"¿Enserio tienes miedo?, la sangre en tus manos no es tuya"

Haruno

Me estaba sofocante en ese lugar, debía salir inmediatamente, me puse de pie para ir hacia la puerta, estaba aturdida y algo mareada, el aire frío de la noche me recibió como un fuerte golpe, necesitaba unos momentos para quitarme la sensación de que había comentido un delito pero que mi pulsó había temblado antes de jalar el gatillo, era una asesina y además sentía culpa, no podía evitarlo por más que mi conciencia me decía que todo eso era necesario, que no era del todo mi culpa, que alternativas no había tenido, que detrás de todo esa cortina de culpa todo tenía un porque, pero eso no justifica tomar la vida de una persona, no me hacía menos asesina o menos mesquina, tendré la sangre de Ayato en mis manos por siempre.

Respire profundo y solté todo el oxígeno posible, tenía la piel erizada a causa del frío, tome asiento en uno de los escalones de la entrada, adentro sabía perfectamente que James se encargaba de limpiar la alfombra, no quería volver a verla en mi vida, era sumamente costosa y con mi esposo muerto sobre ella no me daba ninguna gracia tener que verla y recordar esa imagen atormentandome.

El cielo esta oscuro y habían muchas estrellas, brillaban con mucha intensidad, estaba todo rodeado de luces que iluminaban la casa, todo estaba muy silencioso, quizás demasiado, pero bajo esas circunstancias era totalmente necesaria para darme fuerzas, debía seguir adelante con cada paso del clan o lo estropearia todo y eso era lo último que debía suceder o de lo contrario yo pagaría las consecuencias.

El margen de error de este plan era 0, osea, era imposible que fallaramos, porsupuesto que ningun plan es perfecto, siempre hay un detalle o dos que se escapan de nuestro control y no podemos hacer nada para evitarlos, pero les aseguro que este plan era diferente, había sido planeado casi dos años, cada movimiento y situaciones imprevistas había sido analizadas, incluso el tiempo que nos tomaría había sido calculado previamente, James y yo solo teníamos que ejecutar todo sin problemas, sin fallas y sin evidencias.

Trage saliva, no quería que ni James ni yo saliéramos mal librados, despues de todo lo que habíamos hecho para conseguir nuestro objetivo no me podía permitir dar mi brazo a torcer por la culpa que me está comiendo por dentro, dar lugar a sentimientos como ese no valían , de todas formas ¿realmente sentía tanta culpa?, me había casado con una persona a la que no amaba ni conocia realmente, sufrir por alguien a quien amas no es igual que sufrir por quien no sientes ni el más mínimo afecto.

"Aclaremos algo, sólo estamos juntos porque a ninguno de los dos le quedó otrs alternativa, si por un minuto piensas que con solo hablar una vez podría llegar a quererte, estas loca"

Ayato, Ayato, Ayato....cuanta razón tenías, no se puede querer a alguien sólo con hablar con ella una vez, todo tiene su momento y su lugar, nada es cosa del destino porque las decisiones que tomamos lo pueden cambiar todo, si te mate fue porque de otra no me quedaba y por sólo un momento quisiera que jamás nos hubiéramos conocido, pero es un pena que nos hayamos tropesado por muchas circunstancias, así sucedió y diga lo diga ya nada puedo hacer.

Con  idea en mente por fin he logrado regular mi respiración y mis pensamientos de culpabilidad.

"No estamos unidos en ningún sentido, pero supongo que de alguna manera nuestros apellidos nos llevaron a este momento de estar en la orca, porque queda claro que ni tu ni yo nos amamos, no deberíamos sentir dolor por el otro porque simplemente no tenemos sentimientos compartidos"

Odio que sus palabras me martiren la cabeza, pero tienen toda la razón, no deberíamos y más aún, yo no debería.

Miro en dirección al lejano bosque cerca de aquí, recuerdo que no tengo puesto el anillo de la abuela de Ayato, la cual es una reliquia familiar, es de un metal azulado con un safiro en el centro, bellísimo con un mensaje alrededor  "Para la persona más importante de mi vida", es irónico porque Ayato y yo ni nos hablábamos, ni amabamos, no tenían ningún sentido, pero su abuela había sido muy insistente en que me lo diera, pobre, no sabía que ambos éramos sólo un simple matrimonio arreglado.

Suspiro con fuerza y me pongo de pie, debo ir a ver qué todo este bien adentro y que James este haciendo bien la limpieza, volteo a ver el cielo nocturno por última vez con esa última frase que Ayato pudo decirme

"Sí vas ha disparar que sea sin culpa y sin remordimientos"

Entró a la mansión más relajada, camino un trabó corto hasta llegar a las escaleras, luego de la limpieza debo ponerme el vestido y trasladarnos a la casa de campo lo antes posible, sigo hastas llegar al segundo pisó, había olvidado lo mucho que me gustaba la alfombra y el piso de madera, todo lo que tenga "Sakamaki" estampado es elegante y sofisticado, casi como si se acercara a la perfección.

Cruzó algunas puertas y un corredor hasta la última habitación que es donde está la oficina de Ayato, escucho pasos y ruidos sigilosos, me asomo viendo como James termina de limpiar el resto de sangre que quedaba,  no había mucho desorden por lo que nada se veía sospechoso, un gran alivio si me lo preguntan.

Me quedó quiera en el ulmbral de la puerta, adoro la oficina de Ayato, tiene demasiados libros y un monto de cuadros antiguas que en lo personal son bellísimas, en realidad tenía buen gusto.

-Señorita Haruno- James nota mi presencia y sutil pregunta- ¿sucede algo?

La verdad sucede de todo, aparte de que derepente afuera parece llover de la nada, esto se ve hasta cliché , digo, no es de risa, de hecho mis nervios están regresando, porque mi cuerpo aún tiembla y trato de conseguir la excusa de decir todo lo contrario aunque sea mentira.

-Necesito el anillo James

Lo miro por unos segundos y en realidad no entiendo mi necesitadad de ternerlo de nuevo entre mis manos, a lo mejor sea que entre toda la familia Sakamaki, la abuela Margaret esa única con la que me he relacionado, aunque no la conozca en su totalidad, la estimó y no se merece que además de su nieto le quite el anillo que ella tanto atesora y cuido aunque su esposo estubiera muerto.