Como estrella fugaz

CAPÍTULO 9: UNA INVITACIÓN A LA... ¿TRANQUILIDAD?

Besar a Steven anoche fue, sin duda, algo que no me esperaba en lo absoluto. En principio creí que sólo sería una cena, un par de cervezas, una buena charla, y ya. Pero, el hecho de estar cerca de él, y sentir un cosquilleo constante en el estómago, me hizo cambiar de parecer.

Y luego de ese increíble beso, la noche se mantuvo normal, como si nada hubiera pasado, como si no me hubiera acariciado para hacerme sentir realmente deseada.

Pero pese a que todo se haya mantenido normal, no me sentí incómoda ni me llené de interrogantes. Luego del beso, seguimos hablando, riendo cada tanto, compartiendo nuestros pensamientos, y debatiendo cuando no compartíamos una idea.

En todo momento, de principio a fin, me sentí a gusto. Steven es el primer chico con el que estoy luego de mi relación abusiva, y por lo tanto, creí que iba a ser difícil, incómodo, o no lo sé, algo, pero en negativo. Y no pasó nada de eso desde que lo conozco, eso es bueno.

El ruido de la puerta de la habitación de Lisa, hace un sonido espeluznante cuando la abre. Mi mejor amiga está en el umbral, despeinada, con los brazos cruzados, mirándome de muy mala manera.

No le digo nada, sólo continúo con mi lectura del manuscrito que planeo adelantar este fin de semana. Lisa se sienta en la mesa de café, estando muy pero muy cerca de mí, y suspira. Está intentando captar mi atención, y sé el motivo, quiere saber sobre Steven y divertirme parece ser la opción más interesante de todas, así que la ignoro, como si realmente no estuviera aquí, y sigo leyendo.

—Sé lo que estás haciendo —dice.

—¿Trabajando?

—No, no estás leyendo, estás fingiendo porque te divierte ignorarme —me río—. No es divertido, Gia.

Y cuando veo su rostro enojado, sé que es divertido para mí, pero temo que si lo digo me asesine. Lisa no es buena en las mañanas.

—Bueno, lo admito, no estaba leyendo.

Dejo el manuscrito a un lado, y la miro a los ojos.

—¿A qué hora has vuelto anoche? —pregunta.

—Tarde.

—¿Qué es tarde?

—No lo sé, tarde.

—Carl se fue de aquí en la madrugada, y no vi tus llaves.

Me río.

—¿Me estás controlando?

—Si, porque no es algo normal que llegues tan tarde. Así que quiero saber todo.

Cuando dice tal frase, su rostro cambia por completo. Ya no hay enojo, sino una desesperante curiosidad en sus facciones.

—Ya te lo dije, estuve con Steven, el chico de la fiesta.

—¿Y lo dices así, tan tranquila? ¡No, mi amiga, quiero detalles! ¡Quiero que me cuentes todo, que no se te pase nada por alto!

Me río.

—Bueno, pero baja el tono de voz, ¿puede ser?

—De acuerdo. Ahora bien, ¿cómo es que pasó?

Entonces le cuento todo lo sucedido desde el momento en que llevé a Will a conocer a su nuevo profesor de música. Lisa escucha todo con atención, y sonríe emocionada por algunas cosas en específico.

—¿Y anoche? —pregunta.

—Anoche cenamos juntos.

—O... se cenaron —hace un movimiento de cejas, y me río.

—Sí, nos besamos.

Parpadea varias veces, como si no creyera lo que le estoy diciendo, de la misma manera actúo cuando le conté lo sucedido en la fiesta.

—¿En serio?

—Sip.

—¿No estás bromeando? —no le respondo, sólo la miro a los ojos—. No, no estás bromeando —una enorme sonrisa aparece en su rostro—. ¡Esto es increíble!

—Ni te emociones tanto.

—¿Como que no? Es el primer chico al que besas luego del imbécil de West, eso es nuevo, eso es genial.

—Supongo, no lo sé, no estoy pesando de más. Y no me hagas hacerlo.

Sonríe y aplaude.

—No lo haré, tranquila, entiendo y respeto tus tiempos. Pero, ¿puedo conocerlo?

—¿Dónde quedó el respeto? —pregunto entre risas.

—Bueno, una excepción. Prometo no arrastrarte a ningún pensamiento, sólo quiero conocerlo.

—Su instagram es...

—No, nada de eso. Invitalo hoy.

—¿Eh? ¡No!

Me pongo de pie y me dirijo a la cocina para prepararme otra taza de té. Lisa me sigue, me ruega, incluso hasta inventa una canción de por favor, la cual me hace reír.

—Por favor, Gia, en serio prometo no hacer ni decir nada.

—No te creo.

—Si no lo hago, si no cumplo con mi palabra... no lo sé, quitas la suscripción de Netflix.

—Mmmm.... —pienso en su propuesta.

—Y no más helados los domingos —agrega. Es un gasto clásico que hago cada domingo, desde que nos mudamos juntas. El helado y Netflix con cosas que salen de mi bolsillo, las cuales son muy importantes para Lisa.

—Por favor —insiste.

—¿Vendrá Carl?

Sonríe.

—¿Lo estás considerando?

—Puedo arrepentirme en 3, 2...

—¡Sí vendrá! —me río— Y le diré que no sea un chismoso. Ya mismo lo invito, y tú invitas a tu chico.

—Lisa.

—Lo siento, a Steven, dije a Steven, lo juro.

Corre hacia la habitación como una niña emocionada, sonrío, niego con la cabeza, y cojo mi móvil.

 

Hey, Stev, haces algo esta noche?





 

Steven aceptó mi invitación, y en cuestión de nada el timbre va a sonar y va a ser él. Carl ya esta aquí, en la cocina, platicando con Lisa. Mientras que yo estoy caminando de un lado al otro en la habitación. Si me comiera las uñas como cuando era niña, en estos momentos mis esculpidas habrían desaparecido.

El timbre suena, y el corazón se me acelera. No quiero salir de la habitación, y me siento una idiota por ello. Pero es que, en serio, esto no es normal, no en mí ¿dónde está mi móvil? ¿Puedo llamar a mi terapeuta?

—Esto... hola —escucho que dice Steven.

Salgo de la habitación, y Lisa está en la puerta, saludando a Steven, invitándolo a pasar. Cuando mis ojos caen en Steven, lo observo de pies a cabeza, ¿acaso está más atractivo que ayer?



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En el texto hay: musica, amor, vida

Editado: 24.09.2020

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