Con orgullo perdí soldados.

PRÓLOGO

Cuando las noticias sacaron a la luz lo acontecido con nuestro pueblo aborigen veintidós años más tarde, el país se alzó en marchas con lágrimas en el rostro, para reclamar al estado aquella libertad y paz que algún día se nos ofreció.

Me enviaron junto a Matías nuestro camarógrafo a la zona más alejada de nuestro territorio, a entrevistar al soldado que formó parte del liderazgo de todo un pelotón, sin ni siquiera saber cómo empezar con la noticia, así llegamos al pueblo donde pasaba sus días dicha leyenda.

Al saber la verdad sentí vergüenza; vergüenza por esos idiotas que insistieron en ese entonces callar lo acontecido, alegando con mentiras lo que sucedió en aquel campo de batalla; sé, que no me compete escribir de la administración de mi país, pero, poner como malos a personas que lucharon por lo suyos diciendo que la rebelión de aquel pueblo provocó el levantamiento de sus alredores, para tapar lo que su incompetencia y su estúpida interpretación ocasionó a aquellos inocentes, resulta ser lo más bajo que un ser humano puede hacer.

Había una cosa que ponía los nervios de punta, y era que tras años aquel hombre vivía en la oscuridad en el nonimato, en silencio, ¿cómo empezaría a hablar con alguien que de verdad fue un héroe, UN SOLDADO?




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