Quiero confesarte:
Que cada una de nuestras vidas es una historia en la cual escribimos a diario nuevas líneas y determinamos, tal vez de manera inconsciente, lo que podría suceder en la siguiente página; no todas quedarán perfectas, pero al menos debemos dar nuestro mayor esfuerzo.
Que siempre que exista en ti una chispa de esperanza, no dejes que se apague, porque la fe es el motor que te hace creer en lo posible.
Que no debes temerle al fracaso, sino a no haber intentado nada y quedarte con la incertidumbre de qué hubiese sucedido.
Que de la manera en que te aceptes, respetes y valores, lograrás aceptar, respetar y valorar a los demás.
Que no debes cansarte de buscar, pues lo valioso nunca es fácil de encontrar.
Que la soledad hasta cierto punto es buena, pero cuando te amenaza, debes impedir que te domine.
Que los miedos no van a dejar de existir, por lo cual tomar riesgos, en determinados momentos, se hace necesario.
Que el pasado determina de dónde vienes, pero tú decides hacia dónde vas.
Que las malas elecciones traen consecuencias y debes aprender de ellas.
Que en la medida en que hagas el bien, se te devolverá el bien en igual o mayor cantidad.
Que ser fiel a uno mismo no está mal, lo que está mal es dejar de creer en tus propias capacidades.
Que la grandeza no se mide por los metros de tu altura, más bien por los milímetros de pureza que tengas en el alma.
Que se debe vivir con un objetivo y no andar a ciegas.
Que lo importante radica en quiénes tienes y no en qué tienes.
Que el tiempo pasa y nada dura para siempre, por eso ama, ríe, llora, baila, sé feliz.