Contemos estrellas

Capítulo 3❤

Aquel día detrás de los bancos ellos no nos pidieron ver puesto que Ashley y yo corrimos tanto como pudimos.

 

Al llegar a casa y entrar en mi humilde hogar caí en cuenta de que mis padres estaban discutiendo ¿ésta vez por qué? Bueno, por mi. Ellos nunca me aceptaron como soy; la verdad es que soy adoptada.

 

Mis padres no son realmente mis padres pero se han ganado el título ya que ellos me vieron crecer y me alimentaron aunque no me quieran de la misma manera que yo a ellos; siempre serán mis padres.

 

Y detrás de la máscara de la chica a la que no le importa nada, está una chica con ganas de soñar, volar alto y convertirme en una estrella.

 

Las estrellas nos observan a todos desde el cielo y son maravillosas, siempre que puedo salgo a verlas desde el patio trasero. ¿Y la luna? Es aún mejor, es hermosa y llena de luz. 

—¿Quieres callarte?—. Le gritaba Dennisse a mi padre Eduard, ella siempre salía a defenderme cuando él no paraba de hablar mal sobre mí.

 

—Al menos cuento con mi madre—. Pensé mientras daba un largo suspiro.

 

—¡No Dennisse, no me voy a callar!— grita mi padre y golpea fuertemente a la pared—. ¿Acaso no entiendes que yo quiero una hija única? No a esa niña adoptada. Eres una inservible, no sirves ni para dar hijos.

 

Eso me destrozó el corazón. Pero me quedé en aquella parte de la sala para escuchar todo lo que tenía que decir sobre mí.

—Eduard, cariño. No digas eso por favor— dice mi madre entre llantos—. Yo te amo y mi mayor deseo siempre ha sido darte un hijo, Eduard.

 

Cuando me fijé en el umbral de la puerta de la cocina Eduard estaba allí parado, me observó y caminó hasta mi. Yo estaba llorando en silencio, sufriendo entre las sombras pero ellos no lo notaban, ellos nunca estaban allí.

 

—Oh, mi niña preciosa— se acercaba a mi con pasos vacilantes—. ¿Desde cuándo estás escuchando?

 

Me salí del trance en que me encontraba y arquee las cejas. Él no me verá flaquear.

 

—Si das un paso más te juro que no volverás a verme en tu estúpida corta vida que te queda—. Lo amenacé y cómo él no obedeció mis palabras yo tomé el pomo de la puerta y salí rápidamente de casa.

 

Bien, ahora nos toca correr hasta ver donde nos lleva el viento.




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