La distancia no separa a las personas o una relación, lo que realmente separa a dichas personas es aquel sentimiento que se desgasta; aquellas motivaciones que te impulsaban a seguir intentándolo. Pero eso no se llama amor, el amor no se acaba por la distancia. El amor separa ese espacio que habita en dos personas.
El amor duele cuando no es recíproco, duele cuando no es suficiente, te rompe cuando te deja vacío.
—Tiene un mal concepto del amor, señorita—. Dice el maestro Danger al escuchar mi discurso sobre el amor.
—Disculpe maestro pero, ella está en lo correcto. Cada quien tiene un significado diferente del amor ya que todos experimentan cosas diferentes—. Una chica que se sienta al fondo de la clase, de melena rubia y tez clara; labios gruesos y ojos grandes.
—¿Quién está dando las clases aquí? Porque yo no parezco su maestro. ¿Puede pararse frente al salón y darle su discurso a la clase?—. Le cuestiona el maestro tratando de hacerla pasar en ridículo.
La chica se levanta de su asiento y camina hasta quedar a mi lado, parece convencida y firme. No titubeaba en ningún momento.
—Me tocó el valor de la solidaridad, aprendí que debemos cuidar de aquellas personas que lo necesitan y de quienes no lo necesitan tampoco; que no importa nuestra raza o color de piel, si usamos lentes o si somos introvertidos. No importa si somos diferente a los demás, una parte de nosotros debe ayudar a los demás. No importa si mi concepto de la solidaridad no es la correcta— observa al maestro con una mirada desafiante—. Mientras que yo siga haciendo las cosas bien y ayudando a los demás todo estará perfecto.
¿Saben qué pasó después?
Bueno, les haré un resumen.
Tuvimos un pequeño debate sobre nuestras creencias con el maestro pero él nos llamó «mentes cerradas e ignorantes».
¿Desde cuándo ver el mundo con otros ojos es ser ignorantes?
Y bueno, aquí estoy encerrada. En algún lugar llamado sala de castigos, ¿saben que es lo extraño? Que me hice amiga de la chica que me defendió, Tessa, y Dash está aquí.
Estaba estupefacta, ¿el chico bueno e inteligente en la sala de castigo? No, de seguro es otro de mis sueños con él.
Se sentaba a dos sillas mas delante de mi, me había echado el ojo pero no me saludó. Así que, apropósito me cambié de asiento; ahora estoy al lado de él.
—Bien chicos, deben seguir las reglas. No deben hablar, no pueden sacar sus celulares o cualquier tipo de diversión. Tampoco me pueden despertar— dice la señorita Morgan, maestra de filosofía y encargada en la sala de detención.
Se acomodó en la silla de su escritorio y precedió a dormir, que buena es la vida de esa manera.