Contigo aunque no esté

10- ¿Querías decirlo primero?

Adrien (Adam)

Ese día comenzó como de costumbre; sonó la alarma a las cinco y media, se levantó a la primera sin posponerla, se cepillo, ducho y cambio de ropa en un plazo de diez minutos, salió a trotar por una hora, luego regresó, volvió a ducharse, comió y se distrajo hablando con Lara que tenía libre los fines de semana. Perdió su tiempo de alguna manera, viendo algunos videos en Youtube o algo hasta las ocho, hora en que se iba al gimnasio. Los sábados tocaba tren inferior; no era para nada su favorito y hacer ejercicio de por sí no lo era.

Volvió a casa a las diez y quince, exhausto, solo para tener que volver a salir, a pasear a Perro. «Vaya que ser cool es agotador». Usualmente solía quejarse en su mente sobre su nueva vida, pero la afrontaba de frente como si no costase. De entre todas las cosas, pasear a Perro era algo que disfrutaba hacer, pero odiaba el hecho de que hacerlo era algo casi automático. Le daba mucho tiempo para pensar. Su mascota tenía mucha energía, lo llevaba por el vecindario unas dos horas y durante ese tiempo todo lo que hacía era recordar bonitos momentos con Lucy.

«¿Cómo estará Lucy?... Debería estar con ella» Era todo lo que pensaba de constante; usualmente se convencía de que lo mejor era que estuvieran distantes, pero ese día no. Tal vez fue el que estuviera nublado, el yogurt griego con cereales que se había comido o que ese día hubiera luna menguante, pero algo fue diferente. Decidió escribirle.

Volvió a casa; en su anterior vida se fuera parado frente al espejo a llenarse de valor, pero en su nueva vida era más valiente, seguro, decidido. Tomo su móvil y entró al chat de Lucy. Lo hacía a diario; se quedaba mirando fijamente sin tener nada claro, hasta no hacer nada, pero ese día no.

Adrien:
¿Puedo hablar contigo?

Escribió sin pensar, eran las doce y once; se quedó mirando el mensaje un rato; estaba decidido a no irse sin respuesta. Pasaron uno, dos, tres minutos; para su desgracia siguieron pasando; a las doce y veinte fue a la cocina para comer algo.

Calentó su comida, era un estofado de lentejas con coliflor; se sentó en su mesa a comer con el móvil al lado, cada cucharada lo revisaba ansiosamente; eso no era del estilo de Adrien, pero era Adam quien le escribía.

Terminó de comer, lavó los trastes, suspiró, aún no había respuesta, no perdía la fe, pero sí los ánimos. Se dirigió a su cuarto y se tiró en la cama.

Adrien:
Hablemos, me preocupas :(
¿Cómo está Adam?

Se sintió extraño de preguntar por sí mismo, incluso triste, pero tal vez así Lucy respondería. Se había alejado por lo sucedido; realmente le importaba su mejor amigo, o sea él, bueno no actualmente, porque él no era él, bueno sí, en fin, se interesaba por Adam y él por ella, así que Adrien la haría sonreír. Bueno, ese era el plan, pero Lucy aún ni veía los mensajes.

Adam pasó algunos minutos mirando al techo. «¿Y si jamás responde?...» fue lo último que pensó antes de quedarse dormido.

Estaba en un lugar que conocía bastante, la habitación de Lucy. Ella leía como solía hacerlo; de alguna manera, si le hablara podría responder. Tenía ese súper poder de poder prestar atención a las personas mientras leía, cosa que Adam no podía. Aunque no solía leer, paradójicamente le gustaba escribir; su mejor amiga era la única que lo leía. Mientras ella leía, él escribía poemas; podían hacer ambas cosas en soledad, pero aunque no hablaran les gustaba compartir el tiempo juntos.

Adam se sentía en paz, como si llevara tiempo sin vivir eso, sin escribir, sin estar en la habitación de su mejor amiga y sin verla en silencio leyendo para inspirarse.

Abrió los ojos: había sido un sueño, un hermoso sueño. Una lágrima recorrió su rostro hasta encontrarse con la sonrisa que tenía en ese momento.

Revisó su móvil, tenía mensajes sin leer, se emocionó y decidió leerlos.

Lucy, Lucy:
Perdón por no contestar, estaba dormida
Sí, dime ¿de qué quieres hablar?

Eran las dos y treinta y ocho; los mensajes eran de hace diez minutos. «Qué tarde, Lucy» pensó; también notó que ignoró su pregunta sobre Adam.

Adrien:
¿Dormías a esta hora?

Pasaron algunos segundos y el mensaje fue visto.

Lucy, Lucy:
Sí, lo sé, soy un desastre

«Es mi culpa» se decía en su mente. Lucy no solía despertar tan tarde; aunque no tuviera clases era una chica activa; tenía que ser su culpa.

Adrien:
¿Te sientes bien?

Lucy, Lucy:
Dime de qué quieres hablar, estoy ocupada, tengo una cita.

«¿Una cita? ...Auch... Pero a la vez bien; no hago falta... Auch, no hago falta... »

Adrien:
Me alegro, ¿estás saliendo con alguien?

Lucy, Lucy:
Si
Se llama Dor y de apellido Mir.

«¡Estúpida, me asustaste!»

Adrien:
No está bien dormir tanto.

Lucy, Lucy:
Sí, sí, ¿no querías hablar de algo?

Adrien:

Quiero saber ¿cómo estás?
¿Ya comiste?
¿Cómo has estado estos días?

Lucy, Lucy:
Viva, ayer comí; he estado.

Adrien:
Cuidado, es ilegal portar armas.

Lucy, Lucy:
¿Eso a que viene?

Adrien:
Es que están muy cortantes esos mensajes :/

Lucy, Lucy:
¿Y qué quieres que te diga? ¿La verdad? ¿Qué estoy mal, no he comido porque estaba durmiendo de más como un despojo humano y he estado así últimamente?
No quiero tu lástima; ese beso no se repetirá porque te preocupas por mí y que yo me sienta bien no cambiará que Adam está en coma.




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