Crónicas del Errante

Capítulo I

Aquel atardecer, el Errante transitaba por los polvorientos y pedregosos caminos de la Tierra de Kavhandel, como lo hacía desde ya mucho tiempo. 
Así lo atestiguaban el dolor de sus heridas mal curadas, sus andrajosas ropas y su raída capa, que daban cuenta a esta altura de muchas, tal vez demasiadas batallas.
Algunas de ellas, incluso, eran ya cantadas por los juglares en las posadas a quien estuviera dispuesto a oirlas -y desprenderse de unas monedas a cambio-, con bastante veracidad, por cierto, aunque no sin cierto grado de exageración.
Pero el Errante seguía su viaje, aún sin lograr dar con Aquello cuya búsqueda había emprendido siendo muy joven, y que por momentos ya comenzaba a dudar si acaso existiera.
Sacudió su cabeza una vez más, como intentando despejarla de aquel derrotista ensimismamiento y, endureciendo la mirada, azuzó a su caballo en dirección a la granja que se recortaba contra el horizonte.
"Tal vez allí puedan darme alguna información", se dijo esperanzado.
Algo que ya había sucedido un millón de veces, más... ¿Qué podía hacer? 
No había llegado hasta allí para rendirse.


 



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Editado: 11.04.2020

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