He visto como las personas me miran, siempre es con superioridad o compasión. Ellos...
¿Qué? No, eso no.
Bueno, así es como perdí mi casa, no es tan triste la verdad, lo único que me molesta es que haya sido mi hijo el que me desalojara.
¿Ah? Si ya comimos ayer.
!Cállate! Esa señora solo nos lanzó una moneda de... ¿diez? !No se vaya a quedar pobre!
Eres tú el que huele mal, yo siempre estoy limpio, solo que la suciedad me abriga al dormir y por eso la abrazo.
Entonces... después de la muerte de mi esposa todo empezó a empeorar, el muchacho decidió administrar el negocio familiar y me despidió porque ya no le servia. De alguna u otra forma consiguió hacerse con mi parte de la empresa y me echó a la calle. A veces...
¿Cómo? No, eso no, no me lo recuerdes. No voy a hacerle nada a nadie.
Que no tengo hambre, solo es impotencia.
A veces veo a mi hijo caminar por aquí y el me ignora, aunque hace poco me lanzó una moneda.
¿Tú crees? Dudo que se le haya caído, se aferra hasta al último centavo y no dejaría caer ni una hoja que le pueda llegar a servir.
!Que no estoy loco, maldita sea! !Tú eres el loco, tú eres el que tuvo al chico, yo solo soy un espectador de todas las idioteces que has hecho!