Con una sonrisa en el rostro me dijo que se mudaba con él, que es el primer paso antes de casarse: convivir. Yo solo sonreí y le deseé la mejor de las suertes porque no podía hacer nada más. Sin dar mayor motivo me retiré y, aunque ella me llamó, quizá para abrazarme como despedida, yo la ignoré y continué caminando. Al cabo de un par de cuadras sin un rumbo establecido, la bloqueé de todas las redes sociales y tomé el camino largo a casa.
Sé que ella es feliz con él, pero me duele saberlo.